domingo, 26 de abril de 2020

CAMINO... ENCUENTRO CON JESÚS... CAMINO


Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replico: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?"
Él les pregunto: "¿Qué?" Ellos le contestaron:
"Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto.
Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron." 
Entonces Jesús les dijo:
"¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. 
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
"Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.
A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?"
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
                                                                                      Lucas 24,13-35

La narración y reflexión de este trocito del evangelio da para escribir páginas y páginas y, de hecho, hay innumerables publicaciones comentando esta página de Emaús. Por mi parte, me apetece Compartir rápidamente “tres movimientos” claros que creo descubrir en el texto y que, humildemente, me parece que son de tremenda actualidad.
Un “primer movimiento” en el que los discípulos de Emaús regresan tristes a su pueblo, desolados, por haber “apostado al perdedor”. Aquel en quien habían confiado como el Mesías… ha acabado colgado de la cruz, aquel con quien habían descubierto la figura de Dios como un Padre siempre dispuesto al perdón y con el amor como bandera en todas sus actuaciones a través de la Historia de Salvación, aquel a quien habían visto hacer milagros “espectaculares” y al que habían escuchado discursos maravillosos,…  Todo tan hermoso había terminado… y muy mal. Y, por si esto fuera poco, un camino cargado de miedo de terminar de la misma manera que aquel por el que habían abandonado su pueblo, familia,...
Era lógico que fuera un camino a casa triste y con un “monotema” de conversación en el camino a casa. Un camino al que se une un “tercer caminante” que parece despistado porque da la impresión de que no conoce los detalles de la noticia de la semana en Jerusalén, aunque sí es evidente que conoce al dedillo las Escrituras de las que habla sin pausa. También es verdad que ellos no estaban como para escuchar discursos sobre tema alguno. Era como una “música de fondo” que no molestaba pero que no llegaba a sus corazones demasiado desgarrados como para escuchar con atención. En definitiva, un buen compañero de viaje que no merecía asumir los peligros típicos de aquellos caminos al terminar la jornada. “Quédate con nosotros, ya continuarás el camino al alba”. Ante todo, la acogida al compañero de viaje.
“Segundo movimiento”. Y es alrededor de una mesa, de nuevo, cuando al partir y repartir el pan tras la bendición reconocen que ese compañero de viaje no era sino el mismo Jesús por el que estaban sollozando durante el camino y el mismo Jesús del que, algunas mujeres que habían madrugado, decían que no encontraron el cuerpo de Jesús sino “alguien” que les anunció que había resucitado. Es el encuentro con Jesús la clave de todo lo narrado. No lo olvidemos.
“Tercer y último movimiento”. Es el encuentro con Jesús en la fracción del pan el que provoca en aquellos discípulos temerosos una reacción de tener prisa de regresar a Jerusalén sin importar que se haya hecho d noche y comunicar la buena nueva vivida a los demás discípulos, también tristes y temerosos como lo habían estado ellos.
Siento que este suceso narrado en el evangelio, con sus “tres movimientos”, tiene sentido reflexionarlo hoy y aquí porque, creo, vuelve a repetirse en nuestros días y debiéramos reconocer que en nuestro seguimiento de Jesús hay ocasiones en las que, “primer movimiento”, estamos tan pendientes de nuestros “miedos y dolores” que no somos capaces de escuchar a ese “tercer caminante” que quiere compartir nuestra vida, nuestro camino.
 Y siento también que, “segundo movimiento”, necesitamos tener un encuentro personal con Jesús para curarnos de nuestra “ceguera”, tal y como les sucedió a los de Emaús. Sin encuentro con Jesús seguimos “a nuestra bola”, a nuestras aspiraciones, a nuestros temores y decepciones,… Y por eso da mucha pena cuando convertimos la Eucaristía en un cumplir tradiciones o rutinas y no “abrimos el corazón” para ese encuentro personal con Jesús que “se parte y reparte” en la Eucaristía a la que podemos acercarnos con regularidad, menos en este “paréntesis pandémico”.
Pero, ¡¡¡OJO!!!, el encuentro con Jesús no es el final del Evangelio ni tampoco el final de nuestro recorrido. También nosotros, “tercer movimiento”, tenemos que salir corriendo para decir a quien vive a nuestro lado que Jesús ha resucitado, que eso nos llena de alegría y de una fuerza que hemos de compartir, que todo lo que Él anunció tiene vigencia entre nosotros, que su Mandamiento del Amor es el único motor de nuestras vidas y que nos llena de serenidad y de paz vivir nuestra realidad con el Dios-Padre del que tanto nos habló el que en estos días recordamos Resucitado.
Página preciosa a la que regresar a menudo.
PAZKO ZORIONTSUA!!!!!  ¡¡¡FELICES PASCUAS!!!!!!

jueves, 23 de abril de 2020

¿Y NOSOTROS?

En algunas ocasiones da la sensación, o más que sensación, que se nos hace más fácil fijarnos en las miserias de nuestro mundo y de nuestras personalidades que en las grandes actitudes, en las cosas hermosas que todos tenemos y que tiene este momento de la historia que nos ha tocado vivir.
Nos quejamos, y hacemos bien, de que nuestro mundo potencia de una manera exagerada el individualismo, el “sálvese quien pueda”. Nos quejamos, y hacemos bien, de que en este momento de la historia se nos han “impuesto” el dios-economía” con su gran “presidente-dios-dinero” que hace zozobrar las buenas intenciones y los planes de nuestro universo. Nos quejamos, y hacemos bien, porque a pesar de que se nos llena la boca de la importancia de la justicia… vemos que siempre es demasiado lenta, a menudo poco justa con el desvalido y demasiadas veces tiende a defender al poderoso. Nos quejamos, y hacemos bien,…
Sin embargo, da la sensación de que dedicamos demasiado poco tiempo a descubrir tantas y tantas buenas noticias que se producen cada día en nuestro entorno más cercano. Sabemos, porque tenemos noticias, de que hay mucha gente que trabaja por los demás sin buscar ningún beneficio extra que ayudar a los demás. Esta pandemia ha sacado a flote muchas de esas experiencias diarias que en el silencio más absoluto podemos certificar que no todo es injusticia, que no es del todo cierto que la rentabilidad sea el barómetro de nuestra sociedad, que ese bien tan escaso llamado “tiempo” es cierto que hay personas que lo comparten para hacer más felices a los que están a su lado o al que más lo necesita,… y así podríamos hacer un listado muy largo.
Es así y sería bueno que todos hiciéramos el ejercicio de tener los ojos bien abiertos para descubrir la verdadera realidad de nuestros pueblos y ciudades: No debiéramos perder la “oportunidad” que nos brinda la realidad de hoy para descubrir cuánta gente buena hay en mi propia escalera o incluso entre quienes no son “santos de mi devoción”.
Y esto que no admite demasiadas discusiones, creo yo, da la sensación, a mí por lo menos, de que nos pasa también en nuestras Comunidades Cristianas con nuestro itinerario litúrgico. Ponemos, y hacemos bien, un esfuerzo importante en la Cuaresma, en los preparativos para la Semana Santa. Recordamos la necesidad de acompasar nuestra manera de vivir a lo que Dios espera de cada uno de nosotros y ponemos varios medios: conversión, ayuno, abstinencia, oración, tradiciones como “la vigilia de los viernes”, confesiones personales y comunitarias, liturgia cuidada,… Hacemos un esfuerzo grande, personal y comunitario, para prepararnos de la mejor manera posible a esas fechas tan especiales como son la Muerte y la Resurrección de Jesús.
Sin embargo, también tengo la sensación de que no estamos acostumbrados a dedicar tantos esfuerzos y a poner tantos medios para celebrar la gran fiesta de la Resurrección del mismo Jesús Crucificado, el tiempo de Pascua. Si nos paramos a pensar, enseguida nos damos cuenta de que no tiene sentido esta manera de vivir nuestra fe, pero la realidad , a veces, da esa impresión.
¡”Eso no es cierto”! Claro que no es cierto en la teoría pero quienes se quedaron con las celebraciones de cuando eran “otros tiempos”, quienes miran a las Comunidades Cristianas “de lejos”, quienes no han dado el paso de vivir la fe como una experiencia Liberadora sino como el cumplimiento de una serie de “normas”, quienes no reciben con fuerza y determinación nuestra alegría y nuestro entusiasmo de vivir desde la luz de Jesús Resucitado, quienes…
Puede que les llegue el dolor de una Iglesia que llora por la muerte del Jesús clavado en la Cruz pero tengo la sensación de que no damos testimonio con fuerza de lo que significa la Alegría Pascual. ¿Por qué se ve a la Iglesia “triste” si de verdad creemos en la Resurrección de Jesús? Parece necesario que pongamos hincapié en la Alegría Pascual en nuestra manera de testimoniar nuestra fe.
¿Os imagináis tristes a los discípulos que escuchan el saludo de Jesús Resucitado o a los caminantes de Emaús
¿Y nosotros?

sábado, 18 de abril de 2020

"PAZ A VOSOTROS"

     
     Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
     «Paz a vosotros».
     Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

     «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
                                                                                  (Juan 20,19-21)

Sí, Paz a nosotros que estamos viviendo esta situación tan incómoda para todos y tan dolorosa para muchos. Sí, a nosotros Jesús Resucitado nos dice en este tiempo de Pascua: PAZ A VOSOTROS.
Es el saludo del Resucitado a sus discípulos que se interrogan por su futuro, por cómo es posible que un proyecto tan hermoso haya terminado en la Cruz, que preparan la vuelta al pueblo y al trabajo que dejaron por seguir a quien decía ser el Mesías esperado por Israel, que se preguntan por… innumerables cuestiones a las que no son capaces de responder.
 Y es el saludo que también recibimos nosotros, nuestras familias, nuestro pueblo,… y que suena tan bien en estos momento de zozobra porque pensábamos que estaba “todo muy bien montado” pero que un minúsculo virus nos ha puesto todo “patas arriba”. Necesitamos esa Paz de Jesús Resucitado.
Nos ha demostrado tantas cosas esta situación que convendría no desaprovechar la ocasión. La solidaridad de la sociedad, el trabajo de quienes cuidan nuestra salud, la importancia de la familia y los buenos amigos, la necesidad de socializar los momentos buenos y también los tristes y complicados,… La lista es muy larga.
Nos ha demostrado, de manera contundente, lo que es importante, lo que no lo es tanto y lo que es “basurilla”. Y si nos paramos un poco a reflexionar seguro que nos habremos dado cuenta de que tal vez nuestra vida, en algunos asuntos, no estaba asentada donde debiera. Tal vez, solo tal vez, nos haya ayudado esta experiencia a realizar algunos cambios en nuestra escala de valores.
Creo que es un buen momento para recibir esa Paz del Resucitado. Es con esa Paz como podemos acomodar nuestra manera de ser y de vivir a lo que Él nos indicó como “Camino, Verdad y Vida”. ¿Recordáis? Él fue quien, sin miramientos, se presentó como “Camino, Verdad y Vida” para toda la Humanidad. Y, además, en la Cena de Despedida con sus discípulos nos dejó el hatillo que nunca debemos olvidar: Humildad, Servicio y, por encima de todo, el Amor.
Como siempre, escuchar a Jesús Resucitado regalándonos ese saludo, “Paz a vosotros”, debe ayudarnos a hacerle un hueco en nuestra vida sencilla de cada día. Nos debiera ayudar a valorar a las cosas y a las personas por lo que son. Las cosas son… cosas. Y las personas somos… Hijos de Dios y, por tanto, todos hermanos. Sin excepción. Y, por tanto, saber valorar todo en su justa medida. Importante lección aprendida desde la mocedad… pero no siempre suficientemente recordada.
Recibir ese saludo debiera recibir una respuesta por nuestra parte. Siempre hemos escuchado que a quien saluda…, ¿qué menos que contestar? Es lo que exige una mínima “educación”. ¿Cómo contesto a este Jesús que me saluda después de su Resurrección? ¿Le digo “aúpa” y me doy la vuelta? ¿Le digo “gracias” y que tengo prisa? ¿Le contesto que “no escucho bien”? ¿Le digo “siéntate a charlar” que te voy a hacer unas preguntas? ¿Le digo…? ¿Qué le digo? Algo hay que contestar… ¿Qué menos?
Con la alegría de haber recibido el saludo del Hijo de Dios, continuamos de Fiesta, de Fiesta Grande: Pascua de Resurrección. Que seamos capaces de gozar y compartir toda esa alegría, aunque estemos “confinados”.
¡¡¡FELICES PASCUAS!!!
     

domingo, 12 de abril de 2020

"ACOSTUMBRARSE" A JESÚS


En este día de Pascua, en este día de alegría sin fin por el triunfo de la VIDA sobre la Muerte, me apetece poner por escrito algunos sentimientos-reflexiones-…  que llevan revoloteando esta última temporada por la cabeza.
Hay un dicho popular que solemos traer muchas veces a la boca, al menos por mi parte: “somos animales de costumbres”. Lo solemos “revestir” de alguna coletilla tipo “…algunos más que otros”, pero me parece un dicho que, como todos los dichos populares, conviene valorar.
Estas últimas semanas están siendo un ejemplo evidente de que “la sabiduría popular”, una vez más, está cargada de razón. ¿Quién se había imaginado un escenario como el que tenemos y al que “nos vamos acostumbrando”? Confinados, aislados, colas para comprar el pan, distancia de las personas, el silencio de nuestras calles, sin abrazos, sin niños en las calles, sin comercios, sin bares ni terrazas en las que tomar un café, sin celebraciones en la Iglesia, sin visitas ni despedidas de los seres queridos, sin…, hasta sin futbol. Y, aunque el cambio es enorme,… parece que nos vamos acostumbrando.
La pregunta no es nueva ni ha surgido al soportar la pandemia del Covid-19 pero sí que la ha reforzado: ¿cómo es posible que nuestra sociedad se haya acostumbrado a vivir sin Dios, sin Jesús? Pues es verdad. Nos hemos acostumbrado. Como sociedad nos hemos acostumbrado. No digo “contra” sino “sin”.
No es el momento de hacer una análisis sociológico, teológico,… de esta “costumbre adquirida”, ni tampoco de encontrar causas, y menos culpables, ni de… porque hoy es Pascua y es día de mirar adelante y de preguntarnos si merece la pena hacer el esfuerzo de acostumbrarnos a vivir “con” y “desde” Jesús, “con” y “desde” Dios.
Nuestra sociedad más inmediata se ha acostumbrado a cosas que parecen tan inverosímiles… que hemos dejado a Dios, a Jesús, a lo trascendente, a la interioridad, a… que le hemos dejado un espacio casi nulo. Es evidente que hemos optado, queriendo o sin querer, por la economía, por el “dios-dinero”, como el eje sobre el que pivote nuestra sociedad y nuestro ser personas. Por desgracia, digo yo, nos hemos acostumbrado a eso.
Pero, después de lo que estamos viviendo en nuestros pueblos y en el mundo entero… ¿podremos acostumbrarnos a vivir con Jesús Resucitado? ¿Podremos acostumbrarnos a vivir desde el Amor, el Servicio y la Humildad, tal y como recordamos el Jueves Santo? ¿Será posible que nos acostumbremos a destruir todo lo que suponga muerte para quienes nos rodean y para toda la Humanidad? ¿Veis posible acostumbrarnos a no mirar la vida desde la inmediatez de los resultados financieros sino como una bella historia de Amor y Salvación entre Dios y la Humanidad?
¿Será posible que nos acostumbremos a sentir a los vecinos, amigos o no, como verdaderos hermanos? ¿Veis posible acostumbrarnos a dedicar más espacio a escuchar la Palabra de Dios que la palabrería televisiva de los programas del cuchicheo,? ¿Lo veis posible?

¿Podremos acostumbrarnos a juntarnos de vez en cuando con otros vecinos y celebrar y compartir nuestras luchas y nuestros logros, nuestras dudas y certezas, nuestras ganas de conocer lo que Dios espera de cada uno de nosotros y de nuestras Comunidades?
…...
Yo creo que podemos, y debemos, “acostumbrarnos” y estoy seguro que nos irá mejor. ¡Para algo bueno nos tiene que servir esta experiencia que estamos viviendo! Nadie nos lo tiene que contar. ¡Lo estamos viviendo en directo!
¡FELICES PASCUAS!!

viernes, 10 de abril de 2020

VIA CRUCIS EN VIERNES SANTO



Es el Vía Crucis una de esas expresiones de Religiosidad Popular que a lo largo de los siglos se mantiene por ser expresión de la fe de las Comunidades.
Un “ejercicio” que recoge algunas de las escenas de las que nos hablan los Evangelios y otras que son tradiciones recibidas o…
Lo importante, lo que nos debe de animar a recorrer el Vía Crucis es acompañar al Hijo de Dios hasta el Gólgota y sentirnos caminando junto a los crucificados de nuestros días.
Este año bien pueden ser los afectados por la pandemia los “protagonistas” a los que acompañar. Sin embargo, no nos olvidemos de quienes ya están sufriendo los primeros coletazos de una situación económica en la que, como siempre, los más pobres van a ser los que antes, y con más virulencia, van a soportar sus consecuencias.
Solo caminando junto al que sufre podemos sentirnos cerca de ese Jesús que camina hacia el Calvario siendo el hazmerreir de quienes se frotan las manos por quitarse de en medio a un “rey” que habla demasiado de justicia, de libertad, de compartir,…, en definitiva, del AMOR.
Allí derrama su sangre por todos y cada uno de nosotros.
Que ustedes tengan buen recorrido.
Os invito a realizarlo con esta humilde herramienta:
https://parroquiasanpedrodelamuza.org/2020/04/10/viernes-santo-un-via-crucis-para-acompanar-a-jesus-en-su-camino-desde-casa/

jueves, 9 de abril de 2020

A LA ESPERA DE LA CENA...


“Jueves Santo”. Tanta “sobredosis” de números, explicaciones, ruedas de prensa,… tantas rutinas perdidas por esta pandemia que nadie, creo, sabe muy bien las consecuencias que nos va dejar, tantas precauciones a las que sumarse, tatos aplausos al viento para que lleguen a quienes nos protegen, tantas caceroladas merecidas, tantas relaciones no permitidas, tantas alegrías no compartidas, tantas lágrimas no expresadas,… y nos hemos presentado en el Jueves Santo.
Jueves Santo en el que los que queremos seguir a Jesús, aunque a veces no lo consigamos, estamos invitados a celebrar, no solo recordar, una de las cenas “más famosas” de la historia.
Una cena tradicional para los judíos que se convirtió en la cena de despedida de quien se presentó ante su pueblo como el Mesías esperado y deseado por el pueblo de Israel durante mucho tiempo. Cena en la que no estaba solo sino bien acompañado por sus mejores amigos, sus discípulos, sus elegidos y que se convirtió en “la cena de su despedida”.
Y como despedida que es, Jesús quiere que queden muy claras algunos mensajes. Mensajes que hoy tiene la misma fuerza y la misma actualidad. Jesús lava los pies de sus apóstoles, les invita a que realicen los mismos gestos que Él hace en la cena y nos deja el mensaje central de toda su predicación: el Amor como único Mandamiento.
Merece la pena que miremos con suma atención a lo sucedido por su enorme actualidad. Insisto. No se trata de recordar, no. Se trata de vivir, de nuevo, semejante acontecimiento.
Abrir nuestros corazones para sacar las lecciones oportunas de ese Jesús arrodillado para limpiar los pies de sus discípulos, de ese Jesús que quiere quedarse entre nosotros siempre que nos reunimos a recordar esa Última Cena, de ese Jesús que el Amor sea el “motor” de nuestras vidas.

Esperamos que llegue la “hora de cenar”… pero vayamos haciendo preparativos para que no nos pille andrajosos y sin nuestras mejores galas.. Una buena ducha para quitar los malos olores de las luchas diarias, un buen perfume que haga agradable mi presencia a quien le toque sentarse a mi lado, unos hermosos atavíos, aunque sean muy sencillos,… Abramos nuestros armarios para encontrar la ropa adecuada con la que asistir. ¿Vestido de fiesta para celebrar todo lo compartido o vestido de luto por tratarse de una despedida? Una ocasión como la que se nos ofrece… bien merece la pena que le dediquemos un  tiempo a los preparativos.
Pero, sobre todo, dediquemos un tiempo a los preparativos de nuestro corazón. Abrámosle sin miedo para que todo lo que suceda en “nuestra cena de hoy” sea alimento para nuestro caminar, luz para nuestras tinieblas, energía para nuestras tinieblas y alegría para compartirla con quienes nos rodean. Amor, humildad, servicio, donación,… bien merece que tengamos nuestros oídos bien atentos para no perder ni un solo detalle de todo lo que va a suceder.
¡NOS VEMOS ALREDEDOR DE LA MESA!

domingo, 5 de abril de 2020

"COSQUILLEO"



Comenzamos esta Semana Santa con un cosquilleo especial porque nunca nos hemos visto “en una como ésta”. ¿Cómo celebrar estas grandes fiestas para los creyentes sin algunas expresiones de religiosidad popular como las procesiones?, ¿cómo celebrar la Semana Santa, fiestas de la Comunidad por excelencia, sin la presencia cercana de los compañeros en la fe?, ¿cómo expresar nuestra cercanía a ese Jesús que lava los pies a los discípulos y se queda en la Eucaristía… sin la celebración presencial en la Última Cena?, ¿cómo expresar nuestra fe en la Cruz de Jesús sin poder acercar a besarla junto con la Comunidad y acompañar a la Madre Dolorosa?, ¿cómo voy a vivir la Resurrección de Jesús, el eje central de nuestra fe?,… ¿CÓMO?
Pues tendremos que esperar a responder a todos estos interrogantes a cuando vayan pasando las fechas, las celebraciones en la TV, las reflexiones compartidas en los nuevos medios de comunicación,… No es posible responder a los interrogantes antes de que suceda por inquietos que podamos sentirnos en algunos momentos. De ahí ese cosquilleo, esos “nervios”, esas inseguridades,…
Es bueno que sintamos ese cosquilleo, aunque a veces nos produzca incertidumbre. Es bueno porque quiere decir que tenemos ganas de vivir la Semana Santa… y eso es lo importante. Somos “animales de costumbres” y salirnos de “lo de siempre” nos causa nervios, cuando no agobios. ¿Cómo? Tal vez no sea lo más importante.
Sí nos debiera preocupar si nos sentamos a esperar que pase una semana más de nuestro confinamiento y no nos pusiéramos en actitud de aprovechar esta OPORTUNIDAD que se nos brinda de vivir una Semana Santa diferente. Una Semana Santa que nadie de nosotros ha tenido la oportunidad de vivirla de esta manera y, ojalá, no la tengan que vivir las generaciones que viene por detrás. Aprovechar las oportunidades que se nos brindan en la vida es una actitud que hay que ejercitarla… y esta semana es una buena ocasión.
Una oportunidad para vivir nuestra fe en nuestra casa recordando las palabras de Jesús a la Samaritana: “Créeme mujer: se acerca la hora en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén… Se acerca la hora, o mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y verdad. … Dios es espíritu, y los que lo adoran han de dar culto con espíritu y verdad”. (Juan 3,22-24)
¿Podemos celebrar esta Semana Santa “con espíritu y en verdad”? ¿Podemos hacerlo en familia? Por supuesto que podemos y todos tenemos herramientas para que esto sea así.
Necesitaremos un poco de fidelidad y constancia, nos vendrá bien recordar lo vivido en años anteriores, nos deberemos esforzar en “agarrarnos” con firmeza a la Palabra de Dios, tal vez tengamos que “pedir sopitas” a otros miembros de la Comunidad, tendremos que “bucear” en las redes sociales para encontrar esa página que nos hace más fácil la comprensión de lo que celebramos y que nos haga sentirnos más cerca de los creyentes del mundo entero, tendremos que elegir la programación de las diferentes cadenas de Tv o de celebraciones en streaming,…, en definitiva, esforzarnos un poco más… pero estoy seguro que podemos, ¡cómo no!, gozar de estas jornadas que hoy comenzamos. ¿Necesitaremos más tiempo que cuando hemos podido ir a las celebraciones y procesiones? En esta ocasión “tiempo” es lo que nos sobra…
El Domingo de Ramos es el pórtico de la Semana Santa, pórtico bajo el que hay que pasar para seguir caminando hacia la Pascua. Conviene que demos ese paso a lo largo de este día y no tengamos ningún miedo a zambullirnos en esta experiencia gozosa de descubrir que la Vida es más fuerte que la Muerte y que Dios “sigue empeñado” que también sea así, hoy y aquí.
ASTE SANTUA ZORIONTSUA!
¡FELIZ SEMANA SANTA!

viernes, 3 de abril de 2020

MADRE DE DOLORES

     
       La Madre piadosa estaba
        junto a la cruz y lloraba
        mientras el Hijo pendía;
        cuya alma, triste y llorosa,
        traspasada y dolorosa,
        fiero cuchillo tenía.
        …

Este es el comienzo del texto que Lope de Vega (Siglo XVI) tradujo de forma poética del “Stabat Mater” ("Estaba de pie la Madre", en latín). Una oración que es datada en el siglo XIII y que todavía recordamos en alguna celebración litúrgica, como por ejemplo el 15 de septiembre en la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores.
Una oración que he recordado en esta Fiesta Popular del Viernes de Dolores que se celebra en Laudio/Llodio. Digo se celebra porque a pesar de la realidad que a todos nos afecta hoy también debiéramos empeñarnos en celebrar esta jornada festiva para todo el pueblo.
Es cierto que no es posible celebrar la renombrada Feria ni su mercado de productos, ni… ni la celebración litúrgica alrededor de la figura de María. Sin embargo, esta realidad no es óbice para que cada uno en nuestra casa, acompañada de los nuestros, nos empeñemos en que sea un día especial en nuestra vida de familia.
Posibilidades… cientos. Gastronómicamente, recordando los orígenes, preguntando a los aitites cómo lo vivieron en su juventud o preguntando a los jóvenes de hoy cómo debiera celebrarse este día. Como siempre: “la imaginación al poder”.
A mí también me apetece celebrar esta jornada y Compartir sin prisa con vosotros lo que siento y oro: las madres dolorosas, las madres que lloran, estos días y todos los días del año bajo la mirada de la Virgen de los Dolores, representada en la hermosa imagen que hay en la Parroquia de San Pedro de Lamuza.
Hago un listado de estas madres dolorosas que cada uno de vosotros podéis completar. Os invito.
Madres que esto días están perdiendo a sus hijos sin poder despedirse de ellos.
Madres que no son respetadas por sus esposos ni por sus propios hijos.
Madres que visitan a sus hijos tras unas rejas colocadas por delante de la libertad de sus seres queridos e incluso por delante de la justicia.
Madres que sufren orgullosas al ver a sus hijas e hijos jugarse la vida por el bien de los demás.
Madres que abandonan a su familia en sus países de origen y se encuentran con que nadie comprende su esfuerzo y su dolor.
Madres sufrientes al verse relegadas en sus puestos de trabajo por encontrarse embarazadas.


Madres que lloran al no poder aportar el sustento diario a sus retoños soñados.
Madres que ven a sus hijos derrotados por no poder encontrar un trabajo digno.
Madres que mueren en esa trampa llamada “Mediterráneo” después de haber dejado todo, hasta lo insospechado, en el camino.
Madres dolidas por un salario injusto aunque necesario y sin posibilidad real de elevar su protesta.
Madres que por capricho de leyes injustas no son nadie en su nuevo destino, sin papeles, sin empadronamiento, sin hogar, sin…
Madres preocupadas por perder su puesto de trabajo que era un aporte importante o tal vez crucial a la economía familiar.
Madres solas, demasiado solas, absolutamente solas,…Esa soledad que mata poco a poco y que no la cura la medicina.
Madres que han perdido su fe y la echan de menos.

Madres agotadas por realizar demasiadas funciones sin descanso.
Madres necesitadas de cariño porque han agotado sus “depósitos” con los sufrientes cercanos.
Madres… Seguid con el listado que… aún le queda recorrido.
………
Madres Dolorosas, de hoy y de aquí, a quienes podemos, y debemos, hacer un homenaje a las puertas de esta Semana Santa también especial y a las que deseamos que cuanto antes se encuentren con esta María Dolorosa para que les regale un bálsamo para sus dolores. Estoy seguro que será así.

¡Feliz Viernes de Dolores!