sábado, 31 de diciembre de 2016

Urte berri on!!!

Se acaba el año 2016 y parece que es un buen momento para hacer una evaluación del período que finaliza. Al menos, parece una ocasión propicia para hacer lectura rápida de lo sucedido y lo que quedó por suceder. Cada cual desde su realidad, desde sus aspiraciones, desde sus.. parece un ejercicio que puede ayudar a saber de dónde venimos, en dónde estamos y hacia dónde caminamos. No está mal hacerlo de vez en cuando y tal vez el último día del año sea una buena fecha, aunque tampoco tiene por qué ser la única del calendario.
Una fecha para recoger los frutos buscados, trabajados y también los recibidos como regalos. Una fecha para hacer listados de amigos añadidos a la agenda personal y también para eliminar aquellos que se han perdido por diversas circunstancias. Y también un día indicado para reconocer la imposibilidad de haber conseguido todos los objetivos marcados.
Hoy es el último día del año y también apetece dirigirse a las personas que más quieres para decirles gracias por haber compartido el camino de este año que termina y también para pedirles perdón por las veces en las que la amistad no ha sido suficientemente mimada. Gracias y perdón debieran ser palabras, y sentimientos, que no se queden en los labios y mucho menos que queden olvidadas en el corazón. Se acaba el año y es bueno, y tal vez necesario, ayudarlas a que se alojen en los corazones de los que nos rodean.
Y a buen seguro que es un momento apropiado para hacerle llegar a Dios nuestro agradecimiento por los regalos recibidos por su Bondad Infinita. No vamos a acabar de hacer una lista minuciosa de todo lo recibido pero al menos que volvamos a darle las gracias por la llegada de su Hijo a cada una de nuestras casas y a todos los pueblos de la tierra. Gracias por María a quien mañana recordaremos en las celebraciones de la primera Eucaristía del año. Darle gracias por la cantidad de “ángeles de carne y hueso” que pone en nuestro caminar para indicarnos e iluminar la ruta a seguir. Gracias por la naturaleza que nos rodea y que no siempre cuidamos como debiéramos. Gracias por… podéis seguir con la lista personal…
Y, por último, también es una oportunidad para que vayamos pergeñando los objetivos a cumplir en el año 2017, que vayamos concretando los medios a utilizar y los pasos a dar en este camino a recorrer que es la vida. Sí es bueno que nos engañemos a nosotros mismos y no nos pongamos metas inalcanzables que siempre son causa de frustraciones y no sirven para nada ni para nadie. Y también me atrevo a  indicar que no seamos egoístas y dediquemos un tiempo a descubrir lo que necesitan los que nos rodean y lo que necesita este mundo en el que nos toca vivir. Dedicar “un apartado” a lo que podemos aportar a quienes nos rodean… parece que es una buena opción. Simplemente por dejarlo anotado.
Feliz año nuevo 2017. Que ustedes lo disfruten, que lo llenen de color y que lo podamos compartir con quienes nos quieren y con quienes queremos. Esa será una buena medida de que el nuevo año se va desarrollando según nuestros deseos y de que van desapareciendo nuestros “ardores”.

Que sean felices ustedes, sus familias, sus amigos… y también sus “enemigos”.

lunes, 26 de diciembre de 2016

¡Vamos a Belén!

“Los pastores se decían unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén, y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado. Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.” (Lc. 15 y 16).

Belén. Representación de pastores.
No es mal ejercicio para estas jornadas recorrer el mismo camino que hicieron los pastores. Tras la sorpresa de la Navidad, tras la sorpresa de escuchar que Dios insiste en compartir nuestro caminar y tras la sorpresa de que quiere comenzar ese acompañamiento desde estar acostado en un pesebre, estaría bien que siguiéramos a los pastores que se acercan hasta Belén. 
Ahora que ya hemos sobrellevado la primera gran oleada de mensajes consumistas, ahora que ya hemos podido celebrar con los cristianos del mundo entero la gran noticia del “Nacimiento del Salvador, del Mesías, del Señor”, es bueno que dediquemos estas jornadas a acercarnos, junto con los pastores, a ver si lo anunciado es cierto o…
Es bueno, y necesario, que busquemos en los “establos” de nuestro mundo a ese “Dios que se hace carne”. Es importante que lo busquemos en los “pesebres”, no en los “palacios”, porque acertar con el lugar sí es importante. Es importante que lo busquemos en las familias sencillas de nuestros pueblos y ciudades, en las familias migrantes como la familia de Jesús, en las familias que no tienen “sitio en la posada”, en las familias que sufren la soledad, el abandono o el dolor.
Belén. Basílica de la Natividad
No es tan complicado realizar este “camino hacia Belén”. ¿Quién de nosotros no conoce alguna familia que está sufriendo porque la enfermedad de un ser querido? ¿Quién no conoce alguna familia que se las ve y se las desea para llegar a fin de mes? ¿Quién no conoce alguna familia de emigrantes que añora a su familia y sus tradiciones en estas jornadas? ¿Quién no conoce a alguna familia que lo está pasando mal porque se está resquebrajando la convivencia por cualquier motivo? No nos empeñemos en buscar a ese Salvador en otros lugares “más modernos y apetecibles pero menos acogedores”. Se equivocaron los judíos que esperaban un Mesías poderoso y “palaciego” y sería una pena que también nosotros cayéramos en el mismo error.
¡¡Vayamos a Belén siguiendo a los pastores!! Nos vendrá bien el “ejercicio”, nos ayudará a comprender la profundidad de la Navidad frente al “sinsentido de las navidades” y nos ayudará a sentir la alegría profunda del Nacimiento de Jesús como Salvador, como Mesías, como Señor. Celebraremos la Navidad no como un aniversario sino como una realidad festiva  en nuestras familias, pueblos y naciones.
¡¡¡Buen viaje!!!

lunes, 19 de diciembre de 2016

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!


Cada vez se escucha más en nuestras calles que “la navidad es un tostón”:
A mí me trae recuerdos tristes porque echo en falta a personas queridas”. “A mí me supone un esfuerzo para la cartera que no me puedo permitir y…”. “A mí me da pereza tanta comida y tanto andar de una casa para otra”. “A mí me aburren las “felices navidades” dichas con la boca pero sin corazón”. “A mí me molestan estos días de máxima expresión del consumismo”. “A mí me molesta el despilfarro delas luces, de la lotería y de los fuegos artificiales”. “A mí…”.
No puedo menos que expresar que a mí me encantan las fiestas alrededor del portal de Belén, alrededor del nacimiento del Salvador. Me gustan y las gozo. No entiendo demasiado bien la fiesta de fin de año pero tampoco me “hace daño”. Disfruto de la fiesta de los Magos de Oriente, aunque el tema de los regalos consumistas, y demás estorbos, no me aportan nada especial.
Vivir el Nacimiento de “el Salvador”, celebrar y sentir de nuevo que nuestro Dios es un ”Dios-con-nosotros”, que es acostado en un pesebre y adorado por los pastores me parece que es tan Buena Noticia, también para nosotros, que merece vivirlo con la mayor alegría que seamos capaces.
Me fastidia que la sociedad consumista haya impregnado tanto la auténtica Navidad que produzca hartazgo y frustración en muchos de nuestros hogares. Lo siento de verdad. En primer lugar, porque no me gusta ver agobiado al personal por algo tan artificial como la “felicidad a cambio de cosas” y, en segundo lugar, porque la “navidad de los regalos y de la lotería”, año tras año, nos demuestra que no aporta nada a la auténtica Navidad ni nunca produce la felicidad publicitada. Me da pena de verdad. ¡¡Eso sí me produce insatisfacción!!
Sirva la imagen de arriba para expresar mis mejores deseos para todos vosotros y para vuestras familias y también sirva como invitación a “acercarnos a Belén”, junto con los pastores, a ver qué es lo que ha sucedido. Abramos los ojos y no nos asustemos de que el Salvador se encuentre acostado en un pesebre y hagamos todo lo posible para que no se haga realidad la frase del evangelio de Juan: “Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron”. ¡¡Sería un absurdo error!!
EGUBERRI ON!!!!!!!!

viernes, 16 de diciembre de 2016

"Molienda pre-navideña"

Hace pocos días, y en compañía de un buen número de amigos y conocidos, tuve la ocasión de acercarme una vez más a un molino “de los de siempre”. A uno de esos lugares en los que tantas cosas han sucedido a lo largo de los siglos mientras se esperaba con ansiedad la harina para poder comer un poco de pan o para alimentar a los ganados siempre hambrientos de las humildes cuadras de nuestros caseríos.
Y una vez más, se volvieron a repetir reflexiones personales, y también en pequeños grupos, alrededor de estos lugares siempre especiales y que en pocos años nos hemos deshecho de ellos como si nada pasara por perder el molino del pueblo o de la sociedad de propietarios. Me da pena porque nos desprendemos de un patrimonio recibido y es una demostración palpable de que, en demasiadas ocasiones, solo valoramos “lo que produce”, lo que proporciona “rendimiento económico”,… Son edificios sencillos y se debería hacer un esfuerzo por mantener en pie los pocos que aún quedan junto a nuestros ríos. No me parece algo anecdótico poder explicar a las generaciones futuras que el molino en el que tantas horas pasaron sus antepasados fue uno de los elementos importantes en la organización de la vida del pueblo, de su alimentación y, también, de confraternización.
Al ponerme delante de la tolva del molino cargada de trigo sentí los mismos “nervios” de siempre y volví a tener sensaciones ya vividas al dar paso al agua retenida y encauzada para que cumpliera su labor de hacer girar la pesada piedra que “escupiría” la fina y blanca harina. ¿Sencillo? Muy sencillo pero muy perfeccionado con el paso de los grandes ingenieros “sin título” de nuestros pueblos. ¿Eficaz? No había manera más eficaz de convertir el grano en la base de un buen pan, de un buen talo, de un “ecológico” pienso para las gallinas o el cerdo. Hoy tenemos métodos más “eficaces”, más rápidos, más higiénicos, más… pero también sabemos que la harina que ha pasado entre las dos pesadas piedras tiene una textura, un olor y un sabor diferente.
Pero al ponerse en marcha el molino me surgía otra reflexión que me apetece “compartirla sin prisa” con los lectores. Una reflexión que comenzaba cuando veía el trigo colocado en la tolva y que me hacía recordar los trabajos necesarios para que el grano estuviera en el molino en aquella mañana. Y no solo agradecía todos los esfuerzos realizados y la sabiduría milenaria recopilada en aquellos granos de trigo sino que me surgía una pregunta: ¿cuántos granos personales, "granos de mi vida", y de qué calidad, podría poner yo en la “tolva”? Y no solo me preguntaba por la cantidad y la calidad sino también me brotaba el siguiente interrogante: ¿Cuál es la tolva en la que debo echar mis granos? Es evidente que si te equivocas de tolva nunca vas a conseguir la harina deseada.
Una vez que el trigo se encontraba en la tolva el molinero abrió la compuerta que daba paso al agua. Agua que comenzó a golpear eficazmente sobre el rodete con la fuerza apropiada de tal manera que la piedra superior comenzó a moverse acompasadamente y cayeron los primeros granos de trigo en el lugar predispuesto. Sencillo de ver, sencillo de entender, no tan sencillo que todo funcione como debe. La pericia de Ángel, que así se llama el molinero, no daba lugar a dudas. Todo perfecto. Pero en ese ambiente que olía ricamente a pasado me volvía a surgir una nueva pregunta: ¿cuál es el agua que mueve “mi rodete”, mi vida? Se oye con frecuencia decir a la gente que la vida es “muy pesada y muy dura”? ¿Tanto como la rueda del molino? Estaba viendo con mis propios ojos que si hay “agua suficiente”, que si el agua “está bien encauzada y dirigida” al lugar preciso, que si la piedra está “bien colocada y centrada”,… la piedra gira sin aparente dificultad y cumple su misión a la perfección. No puedo evitarlo. Siempre me quedo absorto viendo girar y girar la piedra del molino y escuchando su sonido incomparable. ¿Cuál es el sonido de mi vida y cuál la velocidad con la que se mueve “mi piedra?
Y termino, para no aburriros, compartiendo con vosotros la sensación de gozo contenido, de misión cumplida, de… cuando ves salir el grano convertido en harina tras haber hecho el recorrido angosto entre las dos piedras del molino. Éste, y no otro, es el motivo por el que nuestros antepasados levantaron a golpe de riñón estos edificios que ahora dejamos caer con indiferencia. Éste, y no otro, es el objeto buscado en tantos y tantos viajes, algunos cercanos y otros no tanto, con los burros cargados y con la ilusión de regresar con la harina necesaria y deseada. Y, ¿cuál es mi harina? ¿Cuál es el fruto de mis granos echados en la tolva que son machacados por la piedra de la vida que, a su vez, es movida por “mi agua elegida”?
¿En dónde voy a levantar el molino y quién me va acompañar a hacerlo? ¿Cómo voy a diseñar el cauce y dónde conseguir la piedra para el cubo? ¿Qué grano voy a sembrar y cómo lo voy a mimar para que me dé el fruto apetecido y pueda llevarlo a moler? Sin grano no hay harina pero tampoco si no hay molino o si el molino no tiene un buen “servicio de mantenimiento”. Es así y no hay “atajos”.

Os invito a realizar “una molienda” de “vuestras vidas” antes de que llegue la Navidad. A mí me ha venido bien y espero, y deseo, que también os vaya bien a todos vosotros. Ya queda poco para la Navidad y merece la pena aprovechar estas jornadas sin que nos despistemos con “las navidades”.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Justicia/Legalidad

Mañana será noticia en los medios de comunicación el aniversario de la aprobación, por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y puede ser una buena ocasión para leerlos despacio, “sin prisa”. Éste es el enlace por si queréis acercaros a ellos: http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/index.html
Hoy, aprovechando el aniversario mencionado, me apetece compartir con vosotros una reflexión que de vez en cuando se repite y que creo que es bueno hacerla  a menudo para no perder el “norte” en las pequeñas cosas de cada día, y también en las realmente importantes.
Hoy, aunque parezca mentira, no es difícil que nos encontremos con situaciones injustas pero amparadas por la “legalidad vigente” y es importante tener criterios sólidos para no equivocar nuestras “apuestas y esfuerzos”. La ley, la legalidad, es necesaria para poder organizar mínimamente la vida de la sociedad, la ley se va adaptando a los cambios en la vida de los pueblos y naciones y es un instrumento necesario en la estructura de los mismos. La ley, por definición, es cambiante y varía según la realidad de cada momento, la voluntad política, los intereses,…
Pero, además, la legislación, el “cuerpo de leyes”, por mucho que así se anuncie, no está al alcance de la mayoría de quienes la tienen que cumplir sino que es de “uso prácticamente exclusivo” de unos pocos profesionales que la conocen, la aplican y, llegado el caso, la interpretan y defienden según sus intereses o los intereses de quienes les contratan.
Tener la legalidad como el “criterio último y verdadero” es muy peligroso para quien en ella pone su “cimiento” ya que en muy pocas “reuniones de unos pocos políticos” le pueden cambiar lo que uno tenía como base de su forma de actuar. Además, y creo que todos estaremos de acuerdo en ello, hay leyes vigentes que son esencialmente injustas, leyes que están hechas para el beneficio de unos intereses concretos, leyes que no son igualmente aplicables para todas las personas, leyes que no respetan los derechos humanos sino que están al servicio de unos pocos, leyes que… Leyes injustas.
¿Ponemos algunos ejemplos? ¿Es justa la ley que permite acabar con la vida de una persona? ¿Es justa le ley que permite bombardear sin descanso? ¿Es justa la ley que reparte pasaportes dependiendo de su “cuenta corriente”? ¿Es justa la ley que discrimina según la raza, el sexo o la religión?... El listado sería muy grande y por eso es necesario cambiarlas cada poco y, tampoco seamos ingenuos, porque cada uno que alcanza el poder quiere ponerse “cómodo”, además de querer responder a las necesidades de los ciudadanos, que tampoco lo dudo.
A mí me produce tristeza, no puedo evitarlo, cuando veo que las personas se dejan guiar exclusivamente por la legalidad. Me dan tristeza porque, antes o después, van a tener que “lidiar”, y defender, en sus vidas alguna ley injusta, antes o después les van a quitar “su cimiento” y se lo van a cambiar por otro al que se va a tener que aferrar hasta que se lo vuelvan a cambiar… En definitiva, toda la vida “dando tumbos” al albur de lo que otros decidan que va a ser “tu cimiento”.
Y, además de tristeza, me dan miedo porque se convierten en “extremistas” de nuestra realidad. Se sienten seguros con las leyes escritas por otros y no son capaces de leer la realidad, de escuchar a las personas y a los hechos, no son capaces de reconocer que por encima de la ley existe otra realidad llamada Justicia que es de “mayor rango” que los textos más o menos acertados, más o menos interesados.
Me da miedo porque esta realidad “extremista” es aplicable a todos los órdenes de la sociedad: civil, religiosa, política, administrativa,… Quienes ponen la legalidad por encima de la Justicia, quienes ponen la ley por encima de las personas, quienes toman la ley como la seguridad última de todas sus decisiones, quienes… se convierten, antes o después, en un peligro real para la paz, para la libertad, para la igualdad,… y para la propia Justicia.
Esta realidad no es algo nuevo que nos hayamos inventado en el último siglo, aunque sí lo hayamos “perfeccionado”. Jesús, sí, Jesús de Nazaret, fue crítico hasta la “extenuación” con aquellos escribas y fariseos que proclamaban el cumplimiento de la ley como la mejor manera de “agradar a Dios”. Podéis leer el capítulo 23 del evangelio de San Mateo y encontraréis algunas “perlas” que Jesús regaló a los “defensores y cumplidores” de la ley de su tiempo.
Algunos ejemplos: “¡Ay de ustedes hipócritas!, han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad, Sepulcros blanqueados, Camada de víboras,…”  Os pongo el enlace por si acaso os da pereza buscarlo en el Nuevo Testamento: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+23&version=NVI
Viene bien, de vez en cuando, descubrir a un Jesús enfadado y hablando claro y contundente. Y tampoco está mal que nosotros, sus seguidores, hablemos alto y claro de lo que sucede en nuestro mundo.
Termino con la invitación a reflexionar sobre la justicia como uno de los pilares de nuestra vida y como un ejercicio más a realizar en este tiempo de Adviento en el que toda la Iglesia camina hacia la llegada del Salvador.

sábado, 3 de diciembre de 2016

María y Juan

Si hay dos personajes a los que conviene mirar en este tiempo de Adviento en el que nos encontramos todos los cristianos son María y Juan, el Bautista. Si así lo hacemos nunca nos equivocaremos, ni en los objetivos ni en los medios, en la vivencia de este tiempo siempre especial.
Ein Karem. Representación del encuentro entre Isabel y María
María en cuanto que, sin duda alguna, fue quien mejor preparó el nacimiento de Jesús como madre y como elegida por Dios para hacernos llegar el Salvador y Juan el Bautista como el que “lo señaló entre nosotros”.
Hay un lugar en las afueras de Jerusalén (Ein Karem) en el que la tradición cristiana “coloca” el nacimiento de Juan Bautista y en el que se recuerda y venera el encuentro de María con su prima Isabel que, ya mayor, se encuentra esperando su primogénito, Juan. Una María que deja su pueblo de Nazaret y sube a la montaña a ayudar a su prima, como hemos escuchado que se hacía con toda normalidad en nuestros pueblos hasta no hace muchos lustros.
En ese lugar hay un moderno lugar de culto en el que se recuerda y celebra el encuentro de ambas mujeres y otro, muy cercano, en el que se “sitúa” el nacimiento de Juan. Son expresiones populares seguramente cargadas con múltiples aderezos a lo largo de la historia pero sí es un lugar en el que te encuentras a gusto a pesar del ambiente social reinante, como en tantos lugares de Israel y Palestina.
Hoy quiero “compartir” con vosotros estas breves líneas para haceros una invitación a gozar de ambos personajes en este tiempo de Adviento, en este tiempo de preparación para celebrar la Navidad en mi cocina, en mi casa, en mi pueblo y en este mundo en el que nos toca vivir.
Ein Karem. La tradición "coloca" en este lugar el nacimiento de Juan.
Gozar con la esa figura de Juan que sabe muy bien cuál es su papel en el plan salvador de Dios (“el que viene detrás de mí…”), aprender del Juan que es claro y duro al referirse a los “mandamases” de aquel tiempo (“raza de víboras”, llama a los fariseos y saduceos) y actualizar su predicación en nuestros días y en nuestras familias (“convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”). Escuchar a ese Juan que recordaba las palabras de Isaías y que son actuales para nosotros: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Es tiempo, en definitiva, de tomar con ilusión estas jornadas que nos quedan antes de gozar de la gran noticia de que ha nacido el Salvador que, Dios mediante, celebraremos junto con toda la Iglesia el próximo día 25 de este mes.
Y gozar, como no, con la figura de María, con aquella mujer sencilla, de un pueblo pequeño, que antepuso los planes de Dios a los planes propios y aceptó cumplir el “encargo” de Dios. Gozar con la mujer que fue capaz de “guardar en su corazón” todo lo que iba sucediendo alrededor de su hijo y que recibió el encargo de su hijo, clavado en una cruz como un bandido, de ser madre de todos los creyentes. También de ti y de mí. Escribiremos muchas más veces de María, de nuestra amatxo.
Termino estas breves líneas con una nueva invitación a disfrutar de este tiempo de esfuerzo y espera, de conversión y alegría, de reflexión y acción, de oración y expectación, de…
¡¡¡Que ustedes lo disfruten!!!