sábado, 3 de diciembre de 2016

María y Juan

Si hay dos personajes a los que conviene mirar en este tiempo de Adviento en el que nos encontramos todos los cristianos son María y Juan, el Bautista. Si así lo hacemos nunca nos equivocaremos, ni en los objetivos ni en los medios, en la vivencia de este tiempo siempre especial.
Ein Karem. Representación del encuentro entre Isabel y María
María en cuanto que, sin duda alguna, fue quien mejor preparó el nacimiento de Jesús como madre y como elegida por Dios para hacernos llegar el Salvador y Juan el Bautista como el que “lo señaló entre nosotros”.
Hay un lugar en las afueras de Jerusalén (Ein Karem) en el que la tradición cristiana “coloca” el nacimiento de Juan Bautista y en el que se recuerda y venera el encuentro de María con su prima Isabel que, ya mayor, se encuentra esperando su primogénito, Juan. Una María que deja su pueblo de Nazaret y sube a la montaña a ayudar a su prima, como hemos escuchado que se hacía con toda normalidad en nuestros pueblos hasta no hace muchos lustros.
En ese lugar hay un moderno lugar de culto en el que se recuerda y celebra el encuentro de ambas mujeres y otro, muy cercano, en el que se “sitúa” el nacimiento de Juan. Son expresiones populares seguramente cargadas con múltiples aderezos a lo largo de la historia pero sí es un lugar en el que te encuentras a gusto a pesar del ambiente social reinante, como en tantos lugares de Israel y Palestina.
Hoy quiero “compartir” con vosotros estas breves líneas para haceros una invitación a gozar de ambos personajes en este tiempo de Adviento, en este tiempo de preparación para celebrar la Navidad en mi cocina, en mi casa, en mi pueblo y en este mundo en el que nos toca vivir.
Ein Karem. La tradición "coloca" en este lugar el nacimiento de Juan.
Gozar con la esa figura de Juan que sabe muy bien cuál es su papel en el plan salvador de Dios (“el que viene detrás de mí…”), aprender del Juan que es claro y duro al referirse a los “mandamases” de aquel tiempo (“raza de víboras”, llama a los fariseos y saduceos) y actualizar su predicación en nuestros días y en nuestras familias (“convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”). Escuchar a ese Juan que recordaba las palabras de Isaías y que son actuales para nosotros: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Es tiempo, en definitiva, de tomar con ilusión estas jornadas que nos quedan antes de gozar de la gran noticia de que ha nacido el Salvador que, Dios mediante, celebraremos junto con toda la Iglesia el próximo día 25 de este mes.
Y gozar, como no, con la figura de María, con aquella mujer sencilla, de un pueblo pequeño, que antepuso los planes de Dios a los planes propios y aceptó cumplir el “encargo” de Dios. Gozar con la mujer que fue capaz de “guardar en su corazón” todo lo que iba sucediendo alrededor de su hijo y que recibió el encargo de su hijo, clavado en una cruz como un bandido, de ser madre de todos los creyentes. También de ti y de mí. Escribiremos muchas más veces de María, de nuestra amatxo.
Termino estas breves líneas con una nueva invitación a disfrutar de este tiempo de esfuerzo y espera, de conversión y alegría, de reflexión y acción, de oración y expectación, de…
¡¡¡Que ustedes lo disfruten!!!

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