domingo, 3 de julio de 2016

¡¡¡Poneos en camino!!!

¡¡¡¡¡No os confundáis!!!!!!! No. No he abierto ninguna agencia de viajes, ni ninguna gasolinera, ni tengo acciones en los últimos modelos de radares que salen a las cunetas o se suben a los helicópteros, ni soy representante de zapatillas de running, ni… Solamente quiero ser un humilde altavoz de un trocito del evangelio que hoy se lee en todas las Eucaristías del mundo: “Poneos en camino” (Lucas 10,3).
Una invitación que hace Jesús a los discípulos que envía, “de dos en dos”, por delante de  él para que vayan proclamando que “el Reino de Dios está cerca de vosotros”. Les anuncia las dificultades con las que van a tropezar (“os mando como corderos en medio de lobos”) y la magnitud de la empresa a la que son enviados: “La mies es abundante y los obreros pocos”. Les muestra otras muchas cosas que podéis leer en el texto completo (Lucas 10, 1-12)… pero hoy me apetece “compartir sin prisa” la indicación que considero fundamental: “poneos en camino”.
Me parece una llamada muy clara, muy concreta, muy directa,… muy actual. ¿Es posible que sea actual un texto tan antiguo y un encargo realizado hace tantos siglos? Yo lo siento tremendamente actual. Me da la sensación de que la iglesia está demasiado estancada y también quienes la componemos nos encontramos demasiado cómodos, excesivamente asentados. Todos, o al menos la mayoría, nos alegramos con algunos de los pasos que va dando la iglesia, nos felicitamos con algunos de los gestos del Papa Francisco que hablan de renovación y “aire fresco”, nos admiramos con las vidas entregadas por tantas personas que dan su vida, literalmente, por tomarse en serio el “trabajo en la mies”, nos sentimos orgullosos del trabajo de organizaciones como Cáritas cuando la crisis salpica con dureza,… pero queda tanto por avanzar que es bueno que escuchemos el evangelio: “poneos en camino”.
Tenemos que caminar. Ni la iglesia institución ni la iglesia Pueblo de Dios podemos quedarnos anclados en lo que nos da “mucha seguridad” pero “poca vida”. No es posible que ser seguidor de Jesús lo convirtamos en la celebración de ritos y en el mantenimiento de estructuras que evidentemente no responden a las necesidades de la iglesia, ni a las del mundo, por mucho que valoremos su valor en el pasado. Es hora de salir de la seguridad y, si es necesario, “equivocarnos”, pero solo poniéndonos en camino avanzaremos.
También es cierto que “ponerse en camino”, hoy como en tiempos de Jesús, no nos exime de problemas y dificultades, al contrario, las tenemos aseguradas si somos fieles al Reino de Dios que tenemos que presentar. Vocear hoy que el amor es el único motor que nos va a hacer realmente felices, convencer a nuestro mundo de que la libertad de los Hijos de Dios no es comparable con otras libertades cacareadas, proclamar que es más importante saber perdonar que humillar a tus hermanos, animar a nuestros coetáneos a esforzarse en el “ser” aun a costa de perder en el “tener”,… No nos engañemos. La “mies” además de ser mucha es muy complicado de convertirla en una cosecha abundante y a buen recaudo. Es más. Si nos encontramos solos con nuestras únicas fuerzas…, entonces…, lógico que no nos pongamos en camino porque el encargo asusta.
 Sin embargo, y no es un detalle baladí, no nos aventuramos a proclamar el Reino de Dios porque nos apetece o porque nos parece que es un reto más o menos interesante sino porque somos enviados por Jesús. Y si somos enviados por Él sabemos que no estamos solos en el encargo y que a nuestras propias fuerzas hay que saberse acompañados de los esfuerzos de tantas y tantas personas que se han tomado en serio la invitación de Jesús y hacen de sus vidas un testimonio para todos nosotros. Conviene volver a recordar en este momento que el envío que hace Jesús a sus discípulos se lo hace para que vayan “de dos en dos”. No es lucha “mía contra el mundo” sino un anuncio que se hace en grupo, en comunidad y entonces sí tienen sentido aquellas otras palabras de Jesús que merece la pena recordar con frecuencia: “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18,20). Él está con nosotros.
Que no tengamos dudas: “pongámonos en camino”… y sin miedo a nada ni a nadie.

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