sábado, 22 de abril de 2017

Vivir desde la Resurrección


Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén.
Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando. (Hechos de los Apóstoles 2,42-47)

Evidentemente la Resurrección es una cuestión de fe, de creer que la muerte de Jesús clavado en la Cruz no fue el final de su historia sino que tuvo una continuación en un sepulcro vacío y en unas apariciones a sus discípulos. La fe es fe… y no “matemática pura y dura”.
¿Hay motivos para creer en ella? Quien sí cree dirá que abundantes, para quien no cree todos los motivos serán pocos. Unos dirán que queda reflejado en los evangelios y los otros dirán que “la letra aguanta todo”. Para unos será la consecuencia lógica de un Dios que apuesta por la Salvación de todos y cada uno de sus hijos y para otros será una manera de manipular a los mortales. Unos… otros… La fe es fe y la fe cree y no demuestra, pero tampoco es apuntarse a una teoría porque es bonita y “asunto concluido”.
El texto de los Hechos de los Apóstoles arriba anotado debe hacernos reflexionar a los creyentes sobre las consecuencias de la fe en la Resurrección de Jesús. La fe en la Resurrección es una creencia que condiciona irremediablemente nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás.
¿Es posible que alguien que cree en la Resurrección viva triste y afligido como estilo de vida? Parece que quien ha descubierto la fuerza de la Resurrección debiera tener la alegría por insignia en su manera de vivir. ¿Puede ser compatible creer en la Resurrección y hacer imposible la vida a quien me rodea? ¿Es posible cerrar los ojos a quienes sufren a mi alrededor si creo en la Resurrección de Jesús?... Y así podríamos seguir haciéndonos preguntas generales y también mucho más concretas…
No se trata solo de creer sino de vivir desde la Resurrección. Hemos de empeñarnos en descubrir esa fuerza de la Resurrección. La fe en la Resurrección no es una bandera que se ondea cuando alguien ha muerto en nuestra lista de personas queridas y que se pliega y guarda hasta la siguiente ocasión. Me parece que es una utilización demasiado reduccionista y equivocada de algo tan maravilloso.
Creer en la Resurrección conlleva un estilo concreto de vida y de hacer las cosas. Una manera de vivir en el que la apuesta por todo lo que suponga vida es prioritario y que también lanza a la denuncia de aquello que vaya en contra de la misma. Un estilo de vida en el que la obsesión es ser Buena Noticia para quienes más están sufriendo y necesitan un poco de luz en su realidad. Una forma de relacionarse con Dios en la que nunca falta la acción de gracias ni tampoco la confianza en su Bondad inagotable. Creer en la Resurrección es aproximar a Dios a quienes tienen “falta de luz y de calor” y que descubran al Padre que abraza sin necesidad de escuchar nuestras miserias… La Resurrección de Jesús no es una teoría a la que sumarse o no sino una creencia que condiciona totalmente nuestra manera de vivir.
Estamos en tiempo de Pascua y tenemos una oportunidad que no debiéramos desaprovechar: gozar de la Resurrección de Jesús y descubrir las consecuencias de la misma en nuestra vida diaria y en todas nuestras relaciones. Seguro que el esfuerzo merece la pena.
No me canso de desearos, una vez más ¡¡¡Felices Pascuas!!!

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