sábado, 16 de diciembre de 2017

"Vendar corazones desgarrados"


 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. (Isaías 61,1-2a)

Ojalá pudiéramos nosotros también “vendar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad y proclamar el año de gracia del Señor”. Sería tan diferente nuestro mundo y nuestras relaciones más cercanas pero… me temo que no podemos llegar hasta ahí. No me cabe ninguna duda de que nos apetece poder hacer todas esas cosas de las que nos habla el libro del profeta Isaías y que, siglos después, Jesús lo leería en la sinagoga de Nazaret para presentarse como el Mesías esperado por el pueblo de Israel. (Lucas 4, 18 y 19).
Pero lo que sí podemos hacer es ser buena noticia para las personas con las que vivimos a diario. Eso sí está en nuestras manos y sería bueno que intentáramos ponerlo en práctica en estas pocas fechas que nos quedan antes de celebrar la Fiesta de la Navidad. Yo creo que no  es pedirnos algo excesivamente costoso. Basta con escuchar al que tiene necesidad de expresar lo que vive, basta con abandonar los saludos de cortesía y desear desde el corazón lo mejor para todos los que nos vamos tropezando en este camino que es la vida, basta con decirle a mi “enemigo” que hay amnistía y que, si quiere, podemos empezar a dialogar en la búsqueda de la solución de conflictos, basta con abrir los ojos a quienes esperan que alguien le ofrezca una mano amiga, basta con… vivir como hermanos, con querernos un poco más. Basta con eso. Seguro que se convierte en una Buena Noticia para quien la necesita.
La invitación se nos hace porque también nosotros nos encontraremos “dichosos”, felices, y porque, como Jesús, nosotros también estamos “ungidos”, somos enviados, desde nuestro Bautismo a cumplir con esta encomienda. Es Dios mismo el que confía en cada uno de nosotros para que en este mundo todos podamos vivir dichosos y contentos, para que la fraternidad no sea una palabra bonita sino una realidad en todas nuestras relaciones.
¡¡Esta sí puede ser la verdadera revolución para nuestro mundo!! A mí no se me ocurre mejor forma de acabar con las injusticias de nuestro mundo que tanto daño nos hacen al corazón y a los ojos. No se me ocurre mejor manera de que este mundo deje de pensar solo en que unos pocos vivan bien a costa de que otros muchos no puedan vivir con dignidad. No se me ocurre otra forma de entender el respeto a la naturaleza por parte de quienes solo piensan en explotarla aunque quienes vengan por detrás… Las revoluciones económicas, políticas, y no digamos las bélicas, ya sabemos a dónde han llegado.
Creo que ha llegado el momento de volver a ofrecer y de apostar, una vez más, por la revolución de los corazones que Jesús nos propuso. La revolución que comience, como dice el profeta Isaías, por “vendar corazones”, por ofrecer libertad en lugar de poner ataduras y de apostar por la reconciliación y el perdón sin excepciones. “Eso es de ilusos”, pueden decir muchas personas, incluso nosotros también lo podemos sentir en ocasiones. Pero, ¿no es de ilusos pensar que con la economía y el “dios del dinero” vamos a mejorar nuestro mundo? ¿Acaso lo estamos logrando desde que le dimos poder “plenipotenciario” a la cacareada economía de mercado? ¿Quién cree que con mejores “máquinas de matar” vamos a hacer un mundo mejor? ¿Confiamos que llegará a través de una justicia hecha a medida de los intereses de unos pocos?...



¿Complicado? Claro que es complicado. Es muy difícil porque los intereses que ahora predominan están muy enraizados y “reciben riego diario", pero nadie dijo que fuera fácil la verdadera fraternidad. Pero no olvidemos algo muy importante: no estamos solos, recordemos que hay muchas personas que piensan, sienten y creen como nosotros y a los que hemos sentirnos unidos.
Y para terminar, jamás dejemos pasar por alto que “el Espíritu del Señor” está sobre ti. No solo son mis energías, mis habilidades, mis esfuerzos, mis… sino que está Dios-con-nosotros y por eso Navidad es Fiesta y por eso, y solo por eso, merece la pena que no nos perdamos ni un solo detalle de lo que pasa en Belén y, sobre todo, en tu casa, a tu vecino y en nuestro mundo. Hay muchos corazones desgarrados pero no estamos solos para vendarlos. Es una buen momento para preparar vendas suficientes antes de la gran fiesta.

1 comentario:

  1. Metafóricamente, podemos contribuir con nuestro granito de arena a "vendar" algunos corazones. Al menos los mas próximos. Y no hablo sólo de bienes materiales. Es cuestión de tener los ojos y los oídos bien abiertos. Atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. Que el Dios dinero no da la felicidad es una obviedad. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y no espabilamos. Muchas de las ideas geniales que cambiaron el mundo fueron tildadas de utópicas e irrealizables en su momento. Véase la esclavitud o el sometimiento de la mujer. No desesperemos. No sabemos el mundo que está por venir. De lo que tenemos plena certeza es de que el camino depredador que llevamos tanto con los iguales (el hombre es lobo para el hombre) como con el medio ambiente nos lleva directamente al abismo. Todo se mercantiliza y es susceptible de ser consumido. La gratuidad es una aparente quimera. Pero como muy bien dices, estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo y no estamos solos. Muchos pensamos que, aunque sea pasito a pasito, otro mundo es posible. Como decía el mandatario norteamericano; "No piense en lo que América puede hacer por Vd. sino en lo que Vd. puede hacer por América". Felices fiestas a todos y preparémonos para "aprehender" cada detalle de la Navidad, por pequeño que sea. Vivámosla con la mayor plenitud posible. Dios siempre provee.

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