sábado, 11 de junio de 2016

Espectador agradecido y actor

En estas jornadas en las que la lluvia ha dado una tregua y los primeros calores de junio se han hecho sentir, basta abrir los ojos para encontrar en nuestras carreteras y en nuestras campas más intensidad de vehículos agrícolas laboreando con sus aparejos: segadoras, rastros, empacadoras,… Normalmente con un ritmo más acelerado del habitual, con los conductores con caras concentradas y cansadas,… Hay un ambiente especial, diferente, y es que nos encontramos en unas semanas importantes en las explotaciones ganaderas. Semanas en las que se mira al cielo, a los hombres-mujeres del tiempo-y a los móviles-, porque es importante contar con la máxima información posible a la hora de comenzar los trabajos de recolección y almacenaje de la hierba que la naturaleza ha ido madurando. Ha llegado el momento de comprobar si el abonado realizado ha cumplido su función o si se nota mucho la “tacañería forzosa” a la que se ve obligado el ganadero ante la espectacular subida de los abonos en los últimos años.
Sin embargo, no quisiera escribir hoy sobre la situación actual de la ganadería, sus aciertos y equivocaciones, sus alegrías y sus miserias, su pasado, presente y futuro, su… Seguro que habrá ocasión para ello. Hoy quisiera “compartir sin prisa” con vosotros otra reflexión diferente, aunque íntimamente relacionada con la vida y el trabajo de quienes se dedican al noble y sacrificado trabajo de la agricultura y ganadería. Una reflexión que me surge estos días y… ¡qué mejor que compartirla!.
Una reflexión que comienza con una pregunta sencilla: ¿cómo sería el paisaje que nos envuelve si no existieran estas personas que dedican sus vidas a la tierra y a sus animales? Este espectáculo diario al que tenemos la suerte de asistir día tras día, ¿sería una comedia o una tragedia o un melodrama? Estos días de tanta actividad, sin duda, son jornadas para reflexionar despacio sobre los actores de esta “expresión artística” de la que tenemos la suerte de gozar, día tras día. No me atrevo a calificarlos como los “actores protagonistas” pero que son actores importantes… de eso no hay duda. Es cierto que hay otros actores también necesarios, actores con mayor o menor papel en la “obra maestra”,… y sin olvidar que los “técnicos de sonido”, los “acomodadores”,… y el “personal de limpieza” son imprescindibles para que la obra se pueda representar en todo su esplendor.
Y entre los agradecimientos a todos estos actores que nos regalan la “función diaria y continuada” me surge la necesidad de expresar mi felicitación más cordial al Director de la obra por su generosidad al regalarnos entradas a quienes tenemos la suerte de estar en la primera fila del patio de butacas. Un Director al que unos llamamos Dios, o el “soplo de Dios”, o “el Creador”, o… y otros llaman proceso evolutivo o casualidades o causalidades o …
Lo que hoy quiero compartir con vosotros es la necesidad de ser agradecidos todos los días por el espectáculo del que tenemos la suerte de disfrutar. Nos va a ayudar a comprometernos en su mantenimiento, nos va a unir en objetivos comunes,… y, sobre todo, nos va a ayudar a vivir más felices y saber compartir esa felicidad con quienes viven a mi lado. Ser agradecidos también nos ayudará a solidarizarnos con quien se ha quedado “sin entradas” pero al que puedo “relatarle la “representación” con todo tipo de “pelos y señales”. ¿Cómo no ser agradecidos ante semejante regalo diario? Solo se me ocurre una: pasar demasiado tiempo mirándonos el ombligo, poniendo toda nuestra concentración en analizar si el tornillo de la butaca de delante tiene los tornillos de latón o de acero inoxidable.
Gracias al Director, gracias a los actores principales y también a los secundarios, al diseñador del decorado, gracias camarero de la cafetería,… y al encargado del marketing. A todos. No quiero perderme la función de hoy porque tiene pinta de ser otra agradable obra de arte en la que necesito descubrir que no solo soy espectador sino también… ¡¡¡¡ACTOR!!!!.
Que ustedes lo disfruten y sean agradecidos.

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