miércoles, 25 de mayo de 2016

VECINO - HERMANO - MAESTRO

Desde pequeños, desde muy pequeños, nuestras generaciones hemos escuchado que "todos somos hermanos" y dudo que seamos plenamente conscientes de lo que esa sencilla afirmación lleva consigo. De hecho, nos lo tienen que recordar a menudo y aún así..... los resultados no son los esperados.
Que nuestro Dios, el Dios que comparte nuestra historia, sea un Dios-Padre nos lanza a creer, aunque no siempre a vivir, en la fraternidad como algo que no tiene duda ni excepción. Nos hace "gritar" la universalidad de esa fraternidad y sus consecuencias prácticas en las pequeñas cosas de cada día y en los grandes retos de la Humanidad.
Esto es así para los creyentes y es el primer paso sin el que no tiene sentido ni nuestra manera de relacionarnos con Dios ni con los hermanos. Nadie lo duda, al menos en su enunciado. De ahí nace la actualidad del único mandato de Jesús hoy, aquí y siempre. Pero esta no es una reflexión cerrada y concluida ni tampoco una creencia que no nos lance a reflexiones y creencias complementarias.
Os invito a reflexionar un momento sobre cuál sería el resultado de nuestra vida social, laboral, religiosa,... si resulta que mi vecino, además de hermano, fuera un maestro.
Sí, un maestro que tiene muchas cosas que enseñarme. Un maestro que está dispuesto a ayudarme en muchos aspectos de la vida. Sí, un maestro porque, muy a mi pesar, no soy el que mejor conoce todo lo que sucede a mi alrededor ni tengo solución a todos los problemas y retos que la vida me va "proponiendo",... Sí, un maestro que sabe cómo tratarme porque la vida le ha hecho madurar en algunos aspectos antes que a mí. Sí,... un maestro.
Seguramente que lo primero que debo hacer es abrir bien los ojos. Ver que no es un extraño, que no es un competidor, no es un enemigo, no es un "monstruo" ni tampoco, seguramente, es la mejor persona del "mundo-mundial". Simplemente es mi vecino. Ni más ni menos. Un personaje que tiene tantos fallos como yo, no más, y tantas virtudes como las mías, no menos. Es un vecino.
Y lo segundo que debo ver en él es un complemento de todas mis virtudes y que debiera convertirse en el mejor de mis alumnos. Porque... quede claro que yo también soy un "maestro".
Pero también lo debiera mirar como la solución a mis miserias que, aunque sean "muy pocas",... algunas también tengo. Él es más hábil que yo para ciertos asuntos pero tiene "mucho que aprender y mejorar" con respecto a algunas de mis habilidades. Me ofrezco para que vaya progresando mientras él me ayuda a eliminar mis "pequeñas o grandes miserias".
No es tan difícil, pero tampoco conviene ser un iluso. Sí, hay que hacer un esfuerzo para ir "contracorriente" de lo que con absoluta desfachatez se nos presenta como el ideal de nuestras relaciones. El vecino es presentado como un competidor por el mejor puesto de trabajo, por el mejor puesto en la oposición o en el examen de la ikastola, por el mejor piso de la zona o para “tontear” con el “mocete o moceta” más resultón del pueblo,... El planteamiento es bien sencillo: se trata de ser primero para poder estar “por encima de...”. Eso es lo realmente importante. Esa es lógica que se nos plantea desde el primer momento de nuestras vidas y algunos hasta intentan que esté presente en el momento de la despedida de este mundo. Creo que sería bueno que en la medida en que nos vamos forjando seamos capaces de decir, y hacer, que "yo me bajo de este ritmo".
No es ese el camino que nos marca Jesús con su mensaje y con su forma de actuar. Somos hermanos, hijos de un mismo Padre que a todos nos quiere por igual y que a todos ofrece una Salvación sin excepción. Sí es verdad que hace una “excepción” hacia quienes más ayuda necesitan, para quienes no han encontrado sus "hermanos" ni sus "maestros" sino que son víctimas de quienes no quieren comprender, ni permitir, esa relación de "vecinos-hermanos" y sí ejercen la visión de las personas como "competidores-enemigos". Haberlos, los hay, y además parece que son los triunfadores de nuestro mundo. "Salen en la TV" y marcan las modas, o al menos esa impresión dan.
No cabe duda de que descubrir a los "vecinos-maestros" nos va ayudar a llevar siempre la cara levantada para poder reconocer cercanos a esos maestros y nos va a llevar a sentirnos realizados porque es una buena manera de regar nuestras "virtudes-lecciones" a todas las personas que nos vamos a ir encontrando a lo largo de nuestra vida.
La vida es más sencilla de lo que la hemos hecho, o nos la han hecho unos pocos, que curiosamente coinciden con quienes más les cuesta llevar la cara levantada no vaya a ser que se les vea que no son más que un amasijo de deficiencias que intentan "taparlas" con un poder que ellos mismos se han otorgado y que lo basan en el dinero o el poder, tantas veces "auto-regalado". Ya saben que esa manera de vivir tiene poco recorrido y que es el principal problema para poder ser felices. Lo saben y lo sufren. No lo pueden decir pero....lo saben.
No estamos hechos para competir sino para "vivir con" (me gusta más que "convivir"), no estamos hechos para luchar sino para amar, no estamos hechos para "estar por encima de" sino para "compenetrarse" y, por supuesto, no estamos hechos para "tener más" sino para "ser más". Es lo que nos sale desde muy adentro, aunque los siglos de "entrenamiento" en las otras formas de plantear la vida...den la sensación de triunfar.

"Bienvenido y bien hallado vecino-hermano-maestro".

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