Esto dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan. (Isaías 58, 9b-11)
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan. (Isaías 58, 9b-11)
Suena bien escuchar “luz en las tinieblas” que rodean algunas
de las bases de nuestra sociedad, ser “huerto
bien regado” cuando al asomarse a los medios de comunicación te encuentras
con tanta sequía, incluso de organizaciones que todos las teníamos como
“supuestamente modélicas”. Suena bien oír hablar de “aguas que no engañan” cuando hablamos con frecuencia de aguas
tormentosas y revueltas en diferentes escenarios que nos rodean en el día a
día. Personalmente, me siento invitado a tener como telón de fondo, entre
otros, esta propuesta del profeta Isaías en el camino cuaresmal que la Iglesia
entera recorre de una u otra manera.
Y
para conseguirlo… tampoco parece que se nos exige superar un camino durísimo e inalcanzable.
Algunas cosas que ya hacemos, o lo intentamos hacer, todos los días… y poca
cosa más. ¿Lo recordamos?
“Alejar la opresión”, o lo que es lo
mismo, sentir, y demostrar, en las pequeñas cosas de cada día que quien se
encuentra cerca de ti, y también quien se encuentra lejos, todos, sin
excepción, son hermanos y por tanto no tenemos motivos para sentirnos ni más
importantes ni “señores” de nadie. Tan solo hermanos. Ni más ni menos. Parece
fácil de cumplirlo y así lo hacemos en la casi totalidad de los casos. Solo nos
queda quitar ese “casi” y convertirlo en actitud inalterable. Sí, también con
ese pequeño grupo de personas con los que consideramos que es muy difícil
sentir y vivir la fraternidad.
Lo
siguiente de lo que habla Isaías tampoco es tan complicado. Si de verdad hemos
conseguido ver en el vecino un hermano y no un enemigo… no tiene sentido que
nos dediquemos a usar el “dedo acusador y
la calumnia” en nuestras relaciones vecinales, familiares, laborales,... Es
verdad que no lo hacemos con asiduidad y también es verdad que a veces lo
hacemos sin querer hacer daño, pero el texto nos habla de lo importante que es
desterrar estas actitudes y comentarios que tanto daño hacen a nuestras roces
diarios. No nos aporta nada, no conseguimos nada,… y nos puede pasar que por esa
pequeña cosa dejemos de ser “luz en las
tinieblas” de nuestro mundo. Mejor dejar de hacerlo.
La
tercera cosa que aparece en el texto nos suele costar bastante más pero tampoco
es como para asustarse. Nos dice Isaías que compartamos lo que nos sobra sino “lo tuyo”. Hoy, muchos siglos después de
que se escribiera el libro de Isaías hemos “avanzado mucho”, por desgracia, en
este tema de “lo mío”. Considerar “lo mío como tuyo” eso nos fastidia un poco
más. Nos es más fácil “lo mío, mío y lo tuyo también”. Éste sí es un reto
fuerte para quienes somos parte de una sociedad que confía demasiado su
libertad, su felicidad, su seguridad, en “lo mío” y cree poco en el “partir,
repartir y compartir”. Y nosotros somos parte de esta sociedad. Creo que
conviene no cerrar los oídos al texto que hemos leído al comienzo. “Ofrecer al hambriento lo tuyo” es una de
las condiciones para poder ser “luz o manantial” para quienes lo necesitan.
Y,
por último, pero no menos importante, también se nos indica la necesidad de “saciar el alma afligida”. Otra de las
cosas que hacemos habitualmente pero que no está mal que se nos recuerde la
importancia de convertirla en actitud de vida. Parece increíble que en nuestra
sociedad de las nuevas tecnologías, que en nuestro mundo “supuestamente organizado”
para el trabajo, el descanso y las relaciones humanas, que nuestra sociedad que
dice que valora la familia como lugar de crecimiento de las personas, que…
tengamos tanta gente con necesidad de que alguien les escuche, tanta gente con “el alma afligida” sin que nadie le
dedique un tiempo para celebrar las buenas noticias y también para compartir los
malos momentos,… Parece mentira que así sea… pero lo es y todos lo sabemos
porque conocemos situaciones dolorosas o/y porque lo hemos vivido en nuestras
propias carnes.
Porque
es un buen camino a recorrer por todos los que componemos esta sociedad,
creyentes o no, porque la cuaresma es para vivirla y no para aprender verdades
teóricas, porque estamos de acuerdo en que en este momento de la historia necesitamos
“luz en las tinieblas o manantial de
aguas que no engañan”, porque… os invito a volver a leer despacio esas
pocas líneas que encabezan este comentario…, a vivirlas y a gozarlas.
Que
así sea.
Considerar a TODOS hermanos. Fácil de decir. Extremadamente difícil de llevarlo a la práctica por mucho que nos esforcemos. Al menos para mí. La gran mayoría tenemos personas "en la lista negra" por distintas razones. La justicia es dar a cada uno lo suyo. Y, si has sido ofendido, en mi opinión, lo mínimo que se puede pedir es que el "ofensor" pida perdón o disculpas de corazón. También Jesús sacó a los mercaderes del Templo como los sacó. ¿Podemos pedir a una mujer maltratada que considere a su maltratador como un hermano?. Cada uno tendrá su respuesta. Una cosa muy importante; No juzgar. No somos nadie para hacerlo. Ya lo dice el evangelio; No juzguéis y no seréis juzgados. Para un cristiano, el juicio final es el que vale. Compartir "lo nuestro"; Muchos lo hacemos en mayor o menor medida, si bien es cierto que siempre se puede hacer un poquito más. Y no sólo compartir bienes materiales sino por ejemplo nuestro tiempo. Es una verdad como un templo que en esta sociedad hiperconectada e hiperinformada, cada vez hay mas personas que se sienten solas aun estando rodeadas de otras personas. Parece una paradoja, pero es la realidad. Por ejemplo en nuestros mayores. Nos tendría que hacer reflexionar y apostar mas por la calidad de las relaciones humanas que por la cantidad. Es muy útil estar en silencio, sin el ruido que nos atenaza. Silencio exterior e interior, que puede aprovecharse para la pequeña pero consciente oración diaria (por ejemplo leyendo cada día el Evangelio y reflexionando sobre el. ¿No tenemos 10 minutos al día?). Intentar tomarnos la vida con mas calma, sin ir corriendo a todos los sitios y valorando lo realmente importante en la vida (al final son muy poquitas cosas las que necesitamos para vivir en plenitud). Distinguir la paja del grano, centrándonos en lo sustantivo y no en lo circunstancial. Un saludo a todos.
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