sábado, 30 de diciembre de 2017

Año viejo/Año nuevo



¡¡Como vino se fue… y, casi sin darnos cuenta, llegó!!
Ese gesto de poner el calendario del nuevo año, esa equivocación a la hora de fechar los primeros escritos del año,… se repiten año a tras año. Hay ocasiones en las que hacemos el gesto porque hay que hacerlo para no vivir en otra “galaxia”, otras lo hacemos con rabia porque nos da la impresión de que se nos ha “esfumado” una oportunidad o de que ha sido un “mal año” porque… Otras veces lo hacemos con ilusión porque creemos que el año que estrenamos va a traer consigo grandes alegrías y la superación de algunos retos,… Un año nuevo. Ni más ni menos. De alguna manera tenemos que contar el tiempo y parece que, una parte de la humanidad, nos hemos puesto de acuerdo en hacerlo de esta manera. Por cierto,… ya es triste que no nos pongamos de acuerdo ni en esto. Lo dejamos para otra ocasión.
Se acaba el 2017 y rápidamente ocupará su espacio el siguiente. Parece que es una transición que siempre se hace como con prisa cuando tampoco, al parecer, se trata de algo tan decisivo. De hecho, cuando la humanidad, los gobiernos o las cuadrillas de amigos vamos a hacer algún cambio en nuestras costumbres u obligaciones nos damos un tiempo de transición, un tiempo para que todos nos acostumbremos a ese cambio. Una de dos: o el cambio de año no es tan importante como algunos nos lo quieren vender o este cambio no se hace como se debiera.
Animaría a quienes viven con intensidad esta fiesta a que propusieran que nuestros calendarios tuvieran un par de jornadas más, festivas por supuesto; una, el “32” de Diciembre, para hacer una evaluación de lo vivido, sufrido y gozado en el año que se cierra, y otra jornada, el “0” de Enero, de estructuración y planificación del nuevo año a punto de comenzar. Seguro que ayudaría a valorar todo lo vivido, a ser agradecidos con los “regalos” recibidos y a no dejarnos llevar como “gallinas sin cabeza” por el nuevo calendario que ponemos en nuestras cocinas. Tal vez cuando los gobiernos se dediquen a creer más en el bien las personas que en edulcorar estadísticas sangrantes, solo tal vez, podrían regalarnos estas dos fiestas.
Mientras no sea así, os propongo que dediquemos un poco de nuestro tiempo a hacer este ejercicio entre el 31 de Diciembre y el 1 de Enero. Nadie, de momento, nos puede quitar la libertad de tener esta experiencia de mirar hacia atrás y hacia delante. Seguro que nos vendrá bien.
Todo ello sin dejar de gozar de la Navidad, del nacimiento del Salvador. Es más, no estaría mal que ese ejercicio lo hiciéramos a la luz que surge desde el pesebre en el que descansa el Salvador y desde la familia que lo arropa. Navidad, la auténtica Navidad, es una noticia demasiado “gorda” como para que se nos olvide en ocho días. Es algo que nos condiciona, o al menos debiera hacerlo, los derroteros de nuestro nuevo año. No estaría mal que nos preguntáramos por los lugares en los que vamos a buscar a Dios en este nuevo año, que no desviáramos la vista al descubrir que los pastores, la gente sencilla, son los primeros que se acercan al establo, que representantes de todas las razas llevan regalos hasta el Niño Dios, que la estrella que les guió aquellos personajes hoy sigue alumbrando nuestros caminos aunque a veces nos empeñemos en mirar solo hacia el suelo, que… Es tan importante, y tan bonita, la Navidad que no entiende entre año viejo y año nuevo pero sí que puede ser decisiva para que nuestra vida esté cargada de felicidad o de angustias. La elección parece fácil.
Termino. Feliz Año 2018. No lo digo porque hay que decirlo… sino porque lo así lo siento. Me apetece desearos lo mejor para vosotros y vuestras familias. Este año que se nos regala como una pizarra en la que escribir tantas y tantas cosas. Una pizarra en la que os invito a evitar los tachones y a escribir, sin prisa pero sin pausa, con tizas de amor, justicia y solidaridad, libertad y respeto. Nosotros seremos felices y Dios estará contento con nosotros.

Que así sea.

viernes, 22 de diciembre de 2017

FELIZ NAVIDAD


FELIZ NAVIDAD
¡¡¡No se puede decir tanto con tan pocas letras!!!
Quiero sentirme feliz estos próximos días para poder compartir y regalar esa felicidad a quienes en estas fechas me voy a encontrar. A mi familia, a mis amigos y también a quienes no lo son tanto, a mis compañeros de batallas, a quienes tengo la suerte de compartir con ellos mi fe y también mis dudas, a quienes se encuentran muy cerca y también a quienes están muy lejos, a quienes les quiero mucho y a quienes debiera amarles más, a quienes día tras día expreso mis sentimientos y a quienes debiera hacérselos llegar más a menudo, a quienes… A todos, sin excepción.
Quiero, y estoy empeñado en vivirlo de esa manera, que la Navidad no sea un día más del año sino la jornada de la auténtica fraternidad, el día de saborear la voluntad insistente de Dios de que seamos felices, de que nos sintamos Salvados y de que esa buena noticia no haya rincón que se quede sin recibirla.
Quiero, y lo voy a hacer, escuchar de nuevo los relatos de los evangelios del nacimiento de Jesús, y pretendo recrearme con cada uno de los detalles que en esas narraciones aparecen y descubrir su actualidad. Quiero gozar también de las tradiciones que nos han llegado de nuestros mayores y también es mi intención, por qué no, denunciar a quien quiere convertir estos días en meras fiestas del consumo y de la sinrazón.
Quiero, unirme a los pastores, a la gente sencilla, y acercarme al establo a presentarme al Salvador y contarle de qué cosas necesito que me salve. Por supuesto que hablaré de otras realidades que necesitan urgentemente de su presencia y salvación: de los inmigrantes y emigrantes, de los parados y los que viven solos, de las familias rotas y abandonadas, de los ancianos arrinconados y de los jóvenes desesperados, de las mujeres golpeadas y de los niños explotados, de... Seguro que me escucha con atención.
Quiero, me apetece, necesito,…invitarte, estimado lector de este blog, a que tú también te empeñes en celebrar la Navidad y en sentir la Felicidad incomparable de saber que Dios comparte tu vida y que llega el Salvador, para ti, no en exclusividad, pero también para ti. Las demás cosas de las navidades, si ayudan y no estorban, sean también bienvenidas.
No puedo, ni quiero, terminar las letras de hoy de otra manera: FELIZ NAVIDAD.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Para leer despacio


Señor, Tú eres Dios-con-nosotros.
Plantaste tu tienda en esta tierra hace más de 2000 años
y no la has levantado ni la levantarás jamás.
Vives en nuestras casas, calles y caminos.
Eres el Dios humano, cercano, solidario, íntimo,
que haces posible lo imposible con la fuerza de tu amor.

Señor, danos la mirada limpia y atenta,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de quienes más sufren y de todas las personas.
Que sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras cargadas de amor:
en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros
tu presencia salvadora.

sábado, 16 de diciembre de 2017

"Vendar corazones desgarrados"


 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. (Isaías 61,1-2a)

Ojalá pudiéramos nosotros también “vendar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad y proclamar el año de gracia del Señor”. Sería tan diferente nuestro mundo y nuestras relaciones más cercanas pero… me temo que no podemos llegar hasta ahí. No me cabe ninguna duda de que nos apetece poder hacer todas esas cosas de las que nos habla el libro del profeta Isaías y que, siglos después, Jesús lo leería en la sinagoga de Nazaret para presentarse como el Mesías esperado por el pueblo de Israel. (Lucas 4, 18 y 19).
Pero lo que sí podemos hacer es ser buena noticia para las personas con las que vivimos a diario. Eso sí está en nuestras manos y sería bueno que intentáramos ponerlo en práctica en estas pocas fechas que nos quedan antes de celebrar la Fiesta de la Navidad. Yo creo que no  es pedirnos algo excesivamente costoso. Basta con escuchar al que tiene necesidad de expresar lo que vive, basta con abandonar los saludos de cortesía y desear desde el corazón lo mejor para todos los que nos vamos tropezando en este camino que es la vida, basta con decirle a mi “enemigo” que hay amnistía y que, si quiere, podemos empezar a dialogar en la búsqueda de la solución de conflictos, basta con abrir los ojos a quienes esperan que alguien le ofrezca una mano amiga, basta con… vivir como hermanos, con querernos un poco más. Basta con eso. Seguro que se convierte en una Buena Noticia para quien la necesita.
La invitación se nos hace porque también nosotros nos encontraremos “dichosos”, felices, y porque, como Jesús, nosotros también estamos “ungidos”, somos enviados, desde nuestro Bautismo a cumplir con esta encomienda. Es Dios mismo el que confía en cada uno de nosotros para que en este mundo todos podamos vivir dichosos y contentos, para que la fraternidad no sea una palabra bonita sino una realidad en todas nuestras relaciones.
¡¡Esta sí puede ser la verdadera revolución para nuestro mundo!! A mí no se me ocurre mejor forma de acabar con las injusticias de nuestro mundo que tanto daño nos hacen al corazón y a los ojos. No se me ocurre mejor manera de que este mundo deje de pensar solo en que unos pocos vivan bien a costa de que otros muchos no puedan vivir con dignidad. No se me ocurre otra forma de entender el respeto a la naturaleza por parte de quienes solo piensan en explotarla aunque quienes vengan por detrás… Las revoluciones económicas, políticas, y no digamos las bélicas, ya sabemos a dónde han llegado.
Creo que ha llegado el momento de volver a ofrecer y de apostar, una vez más, por la revolución de los corazones que Jesús nos propuso. La revolución que comience, como dice el profeta Isaías, por “vendar corazones”, por ofrecer libertad en lugar de poner ataduras y de apostar por la reconciliación y el perdón sin excepciones. “Eso es de ilusos”, pueden decir muchas personas, incluso nosotros también lo podemos sentir en ocasiones. Pero, ¿no es de ilusos pensar que con la economía y el “dios del dinero” vamos a mejorar nuestro mundo? ¿Acaso lo estamos logrando desde que le dimos poder “plenipotenciario” a la cacareada economía de mercado? ¿Quién cree que con mejores “máquinas de matar” vamos a hacer un mundo mejor? ¿Confiamos que llegará a través de una justicia hecha a medida de los intereses de unos pocos?...



¿Complicado? Claro que es complicado. Es muy difícil porque los intereses que ahora predominan están muy enraizados y “reciben riego diario", pero nadie dijo que fuera fácil la verdadera fraternidad. Pero no olvidemos algo muy importante: no estamos solos, recordemos que hay muchas personas que piensan, sienten y creen como nosotros y a los que hemos sentirnos unidos.
Y para terminar, jamás dejemos pasar por alto que “el Espíritu del Señor” está sobre ti. No solo son mis energías, mis habilidades, mis esfuerzos, mis… sino que está Dios-con-nosotros y por eso Navidad es Fiesta y por eso, y solo por eso, merece la pena que no nos perdamos ni un solo detalle de lo que pasa en Belén y, sobre todo, en tu casa, a tu vecino y en nuestro mundo. Hay muchos corazones desgarrados pero no estamos solos para vendarlos. Es una buen momento para preparar vendas suficientes antes de la gran fiesta.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Témporas y Aniversario de Zaraobe


Ayer, 13 de diciembre, Fiesta de Santa Lucía, cuando dice el refrán popular que “acorta la noche y alarga el día”, en una edificante charla con una de las siempre interesantes personas mayores de nuestros pueblos, surgió la conversación de las “famosas” témporas. Hubo un tiempo de las que tan solo hablaban los mayores, los sabios, de nuestros pueblos, pero cuando los medios de comunicación descubrieron que existía ese saber popular, no siempre valorado, y encontraron a algunas personas que hablaron de ellas ampliamente… ahora a todos nos parece un tema interesante y todos traemos el tema a nuestras conversaciones.
No deja de ser curioso que en este momento en el que cada vez hay menos personas que “miran al cielo” para poder lograr su sustento, ahora se le dedica un espacio enorme, exagerado diría yo, en televisiones y radios. Es curioso o al menos a mí me lo parece.
En la conversación arriba referida recordé que hace ya muchos años, 1.996, dediqué algún tiempo a entrevistar a los mayores de Ayala para que me contaran cómo recordaban las noticias de las témporas en sus casas, si se tenían en cuenta o no, si se fijaban en ellas o no, si habían escuchado hablar a sus mayores de este tipo de cabañuelas,… Recuerdo, a pesar de los más de 20 años transcurridos, muchas de aquellas entrevistas y los buenos ratos compartidos con los sabios de nuestros pueblos.
Al final de esos encuentros, verdaderas clases magistrales de sabiduría popular, escribí un sencillito artículo en la que por entonces era una Revista muy viva en nuestro Ayuntamiento: “Zaraobe”. Encontré el artículo y reproduzco el “cuadrito” que hace tantos años me atreví a plasmar en aquella publicación añorada por tantas personas de nuestros pueblos. Es fácil que en la casa de algunos de vosotros se recuerden de otra manera o simplemente se mire el tradicional “Calendario zaragozano”, pero es lo que yo obtuve como “conclusión” entonces y lo sigo firmando tantos años después.
Seguro que tantos años después volverá a ser tema de conversación en nuestros pueblos: “ha quedado norte pero el viernes hubo un rato de oeste”, pues a mí me parece que a las 12 de la noche salió el sur durante un rato”, “pues ha dicho el fraile de Arantzazu que…”. Me gusta escuchar esos comentarios en nuestros pueblos. Es una de las señales que seguimos aprendiendo de los ciclos naturales como lo hicieron nuestros antepasados.

Y cuando me puse a buscar el artículo me surgió la pregunta de cuándo nació aquella sencilla publicación y, mira por dónde, me encuentro con que corría el año 1987 (hasta el 2.004 que concluyó como Revista Popular) cuando salió a la luz su primer número. ¡¡¡Hace 30 años!!! No he escuchado a nadie que lo haya recordado y mucho menos celebrado o agradecido, lo cual sí que me ha dado un poco de pena porque se trató de la primera publicación de la zona de carácter municipal en nuestro entorno. Una publicación municipal pero que se elaboraba desde una Asociación Cultural pequeña, sencilla, libre de las ataduras políticas de turno, sin medios económicos ni materiales, pero muy, muy, entusiasta, abierta a todos los pareceres e ideologías,… y con un objetivo tan sencillo, tan difícil y tan amplio como “informar, formar y entretener”, según aparece en el editorial del primer número.
Es cierto, y no me importa reconocerlo, que aquella revista me trae recuerdos muy “frescos”, muy comprometidos con los pueblos ayaleses, muchas luchas ganadas por puro brío, algunas batallas perdidas pero una guerra ganada de pluralidad y de libertad en la elaboración de aquella humilde publicación ayalesa.
Desde esta actual manera de escribir y de hacer llegar los pensamientos y las creencias… sirvan estas líneas como recuerdo agradecido a todas las personas que hicieron posible que Zaraobe llegara a todas las casa del Ayuntamiento de Ayala porque las repartíamos pueblo por pueblo, casa por casa,… Gozamos mucho y me apetece recordar aquellos buenos momentos y también los malos, que los hubo, pero vividos en un grupo heterogéneo y luchador y siempre con ganas de ofrecer lo que entonces no existía y ahora, a pesar de tener tantos medios, se sigue añorando,… al menos yo.
Atentos al miércoles, viernes y sábado de la semana que viene que… y también Felicidades a la revista Zaraobe que aunque “aparcada” en nuestras estanterías sigue estando “viva”. ¡¡¡¡Zorionak y Feliz Trigésimo Aniversario!!!!

sábado, 9 de diciembre de 2017

"Una voz grita"



“Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.” (Isaías 40, 3 y 4) 

Un breve comentario sobre la primera lectura que leeremos en todas las Eucaristías de este fin de semana en nuestras celebraciones. Una lectura que no puede faltar en este tiempo de Adviento en el que todos los creyentes debiéramos estar dispuestos a gozar con los preparativos propios para favorecer la llegada de Dios a nuestras vidas.
Un texto del profeta Isaías que es recogido en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas y proclamado por Juan Bautista, por el “anunciador” de la llegada del Mesías. Un texto con una actualidad indiscutible si aceptamos la invitación que se nos realiza: “Preparadle un camino al Señor”.
Actualidad porque hoy, tal vez más que en otros tiempos, es necesario realizar un esfuerzo para preparar el camino, para dejar un hueco en nuestras vida y en la sociedad a ese Hijo de Dios que quiere hacerse presente en nuestra historia. No corren buenos tiempos para dejar un hueco a ese Mesías, a ese Salvador,… están prácticamente ocupados todos los huecos por otras realidades a las que, al parecer, les hemos dado más importancia y a las que hemos dejado todas las puertas abiertas y todos los caminos bien embreados. No quiero hacer un elenco de esa realidad pero recordemos la facilidad que hemos dado a las vacaciones, a los regalos, a las decoraciones, al consumo, a las apariencias,… Evidentemente los caminos que mejor se preparan son diferentes a los caminos que Jesús “utiliza” para llegar hasta nuestras casas.
Da la impresión que esos caminos utilizados por Jesús están sin las “señales bien visibles”, con demasiados “baches” y con cunetas “repletas de zarzas” que hacen difícil la llegada de Jesús a nuestro mundo. Hemos apostado por las carreteras que nosotros hemos considerado que llevan a mejores destinos y nos hemos olvidado de cuidar los caminos realmente importantes, los caminos que llevan a la felicidad y a esa paz interior anhelada por una parte importante de nuestra sociedad.
Bien. Imaginemos que nos ponemos manos a la obra y nos empeñamos en preparar ese camino al Señor. ¿Y cómo? Es fácil preparar el camino al dinero (lotería, horas extras, injusticias,…), es sencillo preparar el camino al consumo (dejarse llevar por la publicidad, dar rienda suelta al deseo de cosas,…), no es complicado preparar el camino a las apariencias (dejarse llevar por las modas, dar importancia a lo exterior,..) y ¿en qué consiste la “preparación del camino al Señor”?
Es bueno que la respuesta la busquemos en el mismo texto con el que encabezamos estas líneas: “que los valles se levanten y las colinas se abajen”, “que lo torcido se enderece y lo escabroso de iguale.” Parece que se nos indica que aprovechemos este tiempo para adecuar nuestra manera de vivir a lo que el mismo Jesús nos fue indicando a lo largo de la predicación de su mensaje.
El texto de la Palabra de Dios nos indica la necesidad de realizar algunos cambios en nuestras vidas. Que enderecemos aquellas cosas que están torcidas en nuestra manera de vivir el mensaje de Jesús. A cada uno de nosotros nos toca descubrir cuáles son esas cosas torcidas que necesitan enderezarse, a cada uno nos toca mirarnos hacia dentro y descubrir cuáles son esos “valles a levantar” y esas “colinas que necesitamos abajar”.
¿Será el no ser Buena Noticia para quienes viven a mi lado? ¿Será confiar en los bienes materiales como mis “salvadores”? ¿Será que veo en quien vive a mi lado un enemigo en lugar de un hermano? ¿Será que vivo mi fe como una carga en lugar de como una liberación? ¿Será que dejo a Dios solo para los momentos en los que no tengo otros asideros? ¿Será que…? 
El Adviento es una buena ocasión para responder a este tipo de preguntas, o parecidas, y también para lanzarnos a vivir desde la esperanza, el amor y la confianza en un Padre que nos abraza a diario y que quiere que le preparemos un ambiente agradable a su Hijo para que acampe entre nosotros. No es una mala invitación y merece la pena responder a la misma.

jueves, 30 de noviembre de 2017

¡¡"Velad" y gozad!!


Comenzamos este próximo domingo en la Iglesia un nuevo Año Litúrgico, una nueva oportunidad para conocer el mensaje de Jesús más de cerca, una nueva oportunidad para dejar iluminar nuestro discurrir por este mundo desde la Palabra de Dios, una nueva oportunidad, en definitiva, para vivir tal y como Jesús nos va a indicar en su mensaje dirigido a todos y cada uno de nosotros. Por tanto, y al igual que hacemos el 1 de Enero de cada año en las casas y en las plazas de muchos pueblos, creo que debiéramos estar radiantes al recibir este nuevo año litúrgico.
Un año litúrgico que comienza con un tiempo que llamamos Adviento y que se extiende desde este mismo domingo hasta el día de Navidad. Tiempo en el que se nos ofrecen diferentes herramientas para prepararnos a celebrar el Nacimiento del Salvador, ni más ni menos. Atención porque no es lo mismo “prepararnos” que “preparar”. Un período de tiempo siempre especial y cargado de esperanza.
Unas pocas semanas en las que se nos van a hacer una serie de invitaciones que sería bueno que nos pillaran con los oídos bien abiertos y, sobre todo, con el corazón dispuesto a recibir buenas noticias. Un tiempo con fuerte presencia de personajes como Juan Bautista y como María que, sin duda, fue quien mejor preparó el nacimiento de su hijo y que seguro que nos ayudará a que nosotros también hagamos nuestros propios preparativos. Un tiempo de espera activa en el que sentirnos también llamados a reconocer nuestras miserias, delante de Dios y de los vecinos, y también dispuestos a recibir el perdón de manos de un Padre siempre dispuesto al abrazo.
Un tiempo en el que conviene estar atentos para no despistarnos y confundir “Navidad” con “navidades”. Tiempo para centrarnos en lo importante, el Nacimiento de Jesús, y añadirle a ello otras tradiciones que solo tienen sentido pleno si hay una gran noticia como la auténtica Navidad. Es complicado abstraerse de la llamada al consumo sin sentido de estos días y es peliagudo enfrentarse a las llamadas premeditadas y perfectamente orquestadas de la sociedad del despilfarro que estos días vive sus mayores “días de gloria”. Es cierto y no reconocerlo es equivocarse, pero no es menos cierto que el esfuerzo merece la pena y poder sentir la verdadera Navidad, recibir la gran noticia de que nace el Salvador para ti y para mí, para vosotros y nosotros, sin excepción alguna,… Se requiere un esfuerzo importante para no equivocarse de llamada… pero merece la pena.
Es importante que desde el banderazo de salida nos pongamos en actitud de aprovechar estas fechas previas a la Navidad y que lo hagamos con la intención de disfrutarlo, de aprovecharlo,… de gozarlo. Cuando se nos plantea un reto en cualquier aspecto de nuestra vida y lo asumimos con ganas, e incluso con alegría, el reto ya ha comenzado a ser superado. Y al revés, cuando ese mismo reto es afrontado desde la falta de confianza y como un peso difícil de llevarlo a la espalda… hemos comenzado a perder la partida.

Desde estas sencillas líneas me atrevo a invitaros a gozar de este tiempo de Adviento, a llenar de color estas preciosas jornadas. Os invito a escuchar sin filtros la Palabra de Dios, a estar más cerca que nunca de los necesitados de nuestras casas y pueblos, a sentir y gozar del perdón de Dios y de nuestros hermanos, a que, con pequeños detalles, demostremos nuestra ilusión por el Nacimiento de Jesús en nuestra casa y en nuestro mundo,… a gozar de las fechas previas de la Navidad sin que necesariamente tengamos que ser parte de las “navidades” del consumo y la sinrazón.
El domingo leeremos en las celebraciones el evangelio en el que Jesús hace una llamada de atención a sus discípulos y también a nosotros: “Velad”. Velemos pues para que las pocas fechas que nos quedan antes de la Navidad sean jornadas de preparativos profundos que nos hagan disfrutar, gozar, porque nos disponemos a celebrar algo que puede ser trascendental si nos preparamos con ilusión y con ganas.

¡¡Que ustedes lo disfruten!!

sábado, 25 de noviembre de 2017

"Benditos de mi Padre"


"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." (Mateo 25, 34-40)

Para las Eucaristías de este último domingo del ciclo litúrgico se nos ofrece como Palabra de Dios este evangelio que, como siempre, pretende ser luz para quienes nos acercamos a ella con el corazón abierto a escuchar su mensaje y dispuestos a que tenga consecuencias concretas en nuestra manera de hacer las cosas y de relacionarnos con nuestros hermanos.
Dejando para otra ocasión las explicaciones exegéticas, siempre interesantes y necesarias, me parece que es un texto que los creyentes debiéramos ofrecerlo como un regalo a quienes siguen creyendo que con poder y “cartillas con muchos ceros” van a alcanzar la perseguida felicidad. Duele descubrir a diario cómo las personas nos vamos amoldando a la llamada de la sociedad del dinero y del poder y nos vamos alejando cada vez más de la fraternidad y el apoyo mutuo. Da la impresión de que hemos dejado que sean las instituciones las que atiendan a las personas necesitadas sin asumir nuestra responsabilidad, personal e intransferible, de acompañar en el dolor al que sufre o paliar sus necesidades en la medida de nuestras posibilidades. “Ya pago mis impuestos… ahora es la Diputación o el Gobierno o…”.
Lo que más me sorprende de esta situación es que todos tenemos experiencia, no es que nos lo hayan contado, que cada vez que atendemos al hermano necesitado encontramos la paz interior y la felicidad y, también desde la experiencia, cuando nos mecemos en la hamaca del dinero y del amontonar los sobresaltos y los problemas son reincidentes y los queremos arreglar con más dinero y hacemos cosas insospechadas por solucionar esos problemas con más bienes materiales y más, y más… y entramos en una espiral sin salida cuyos resultados también conocemos. Y sabemos, porque lo sabemos, que el bolsillo nunca nos va a conseguir la felicidad pretendida. Nadie nos lo tiene que contar, lo vemos todos los días a poco que dediquemos unos segundos a analizar nuestro mundo y también en personas concretas, conocidos nuestros, incluso lo hemos podido padecer en nuestras propias casas y en nuestras propias carnes.
Si es cierto, si tenemos experiencia, que nos hace ser más felices atender al que tiene hambre o sed, o le falta casa o vestido, o está enfermo o preso,… ¿por qué nos empeñamos en insistir en otros caminos de breve recorrido satisfactorio? ¿Será porque nuestro mundo “está engrasado” con el vil dinero? ¿Será que es “la moda”, lo que se lleva? ¿Será que nos creemos “lo más importante del universo” y no nos hace falta nadie alrededor más que “mis servidores”? ¿Será que…? ¿Qué será?
“Benditos de mi Padre”, conviene hacer caso a la llamada de Jesús a “dar de comer, beber, vestir,…” no solo como una exigencia sino, sobre todo, como una oferta para alcanzar la felicidad buscada y deseada por cada una de las personas que componemos la humanidad. ¿Sólo es una oferta para los cristianos? No, no. Se trata de una oferta universal, es un camino abierto para todos, nada exclusivista.
Cuando las líneas del evangelio son tan claras, contundentes y prácticas sobra hacer muchos más comentarios pero sí merece la pena encontrar momentos para analizar nuestra vida, para descubrir en dónde nos encontramos, hacia dónde nos dirigimos y si el camino en el que estamos es el que realmente queremos recorrer…