lunes, 30 de enero de 2017

"Un buzo colgado al sol"

Hace ya unos años, en la visita a un pequeño pueblo castellano, tomé esta fotografía y estuve un rato pensando sobre los posibles significados de aquel buzo puesto al sol para que Helios secase su sudor después de una dura jornada de trabajo.
Y me hizo pensar sobre el esforzado trabajo del labrador y del ganadero, del mecánico y del transportista, del…, de quienes sudan el buzo día tras día para poder llevar un jornal digno a casa. No digo que quienes no usan el buzo en su trabajo no deban esforzarse para lograr el mismo jornal, simplemente digo que aquel buzo, en aquel momento y en aquel lugar, me hizo recordar a quienes usan el típico buzo de la imagen.
Hoy, buscando otra imagen en el archivo fotográfico, ha vuelto a salir ésta en la pantalla del ordenador y de nuevo me ha hecho reflexionar sobre el trabajo, la falta del mismo y su futuro en nuestra sociedad y me apetece “compartir sin prisa” con vosotros esta breve reflexión porque la imagen, una vez más, “habla más que mil palabras”.
 Ver ese buzo colgado me ha hecho recordar a quienes luchan día tras día para poder conseguir una “ropa de trabajo”, me ha hecho recordar a quienes se sienten engañados cuando les dicen que “ya tienen trabajo” pero siguen sin poder terminar el mes con dignidad. Me ha traído a la memoria a quienes el mundo laboral ha prescindido de ellos cuando aún no tienen la edad para jubilarse pero son “demasiado mayores” para buscar un nuevo puesto de trabajo. Esa imagen me hace recordar a las mujeres que, por tan solo por el hecho de serlo, son apartadas de ciertos puestos de trabajo. Viendo la imagen no puedo evitar tener un recuerdo de quienes trabajan sin derechos porque no tienen “un papel”, un simple papel, en regla. Se me hace fácil poner cara y ojos a muchas personas concretas para quienes el trabajo es el valor máximo de su vida y el único sostén de todas sus aspiraciones. Un buzo colgado al sol. No es más, pero a veces las imágenes provocan abundantes cavilaciones.
La reflexión con el buzo de protagonista me provoca algunos interrogantes sobre el trabajo que en más de una ocasión son centro de reflexión. ¿Es posible y necesario que el trabajo sea el bien último perseguido o se trata de un instrumento en lugar de un objetivo final? ¿No seremos capaces de hacer que todo trabajo tenga una remuneración justa y suficiente? ¿No seremos capaces de eliminar esos sueldos insultantes de unos pocos frente a una mayoría de sueldos escasos o simplemente ridículos?
¿Cuál es el futuro deseado? ¿Es el objetivo final que todas las personas puedan trabajar 8 horas diarias o que se trabajen menos horas y haya más horas para el enriquecimiento personal? ¿No seremos capaces de crear las condiciones o la maquinaria suficiente como para que las personas se dediquen a ser personas y no esclavas del trabajo? ¿No seremos capaces de darle “la vuelta a la tortilla”? Producir, producir, producir,… barato, barato, barato,… consumir, consumir, consumir,… ¿para qué?
A mí me gustaría que el futuro fuera muy diferente a la realidad de hoy. Me gustaría que cada vez se trabajaran menos horas y hubiera más horas para el desarrollo de las personas, para el disfrute familiar, para el cultivo de las amistades, para el crecimiento espiritual y para mimar el interior de las personas, para el cuidado y disfrute de la naturaleza, para que el trabajo no fuera el objetivo final sino un medio para sentirse realizado y para aportar mis habilidades al mundo. Es un sueño, lo sé, pero, ¡¡dejadme soñar!!
Deberíamos ser suficientemente inteligentes como para ver a las máquinas, robots y demás inventos de este tipo no como competidores que hacen desaparecer puestos de trabajo sino como “liberadores” de horas a dedicar para ser más felices. Deberíamos esforzarnos en que la generación de tecnología no fuera para producir más, a bajo precio, para poder consumir más… sino que fuera la tecnología la que nos evitara “sudar el buzo” con el solo objetivo del consumo. Si dedicamos los esfuerzos de la ciencia a producir mucha cantidad y barato nosotros mismos nos estamos “tendiendo una telaraña” de la que no vamos a poder escapar. No parece inteligente que la ciencia, la tecnología, sea una “espada de Damocles” en lugar de un instrumento evolucionado por la humanidad para ser más personas.
Apostar por la tecnología, sin duda, parece lo más inteligente, pero no para producir más y más barato, sino para liberar a las personas de trabajos peligrosos, repetitivos y duros que perfectamente lo pueden hacer las máquinas y para que las personas puedan tener más espacios para crecer como lo que son. Un robot hace el trabajo de cien personas… que trabaje veinticuatro horas diarias, siete días a la semana y que las horas liberadas por “la máquina” sean repartidas entre las personas a las que la máquina ha sustituido. Y, por supuesto, que pague los impuestos, o más, que generaban los cien trabajadores sustituidos. No digo que sea fácil pero me niego a decir que no sea posible.
No debiera ser tan complicado sustituir “trabajo-producción-consumo” por “ciencia-realización personal-felicidad”.

“Un buzo colgado al sol”,… podría ser el título de una canción.

martes, 24 de enero de 2017

"Lo pobre, débil y necio"

“Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.” 1Cor. 1,26-27

Fijaos en vuestra asamblea”,… seguro que lo hemos hecho en más de una ocasión. Y seguro que en más de una ocasión nos hemos sentido desilusionados porque nuestras Comunidades no son multitudinarias, ni son Comunidades con la fuerza de la juventud, ni los más pequeños son los que “más ruido” producen en nuestras asamblea, ni… ¿Cuántos recuerdos de los tiempos en los que era extraño que faltara algún vecino a la celebración dominical y al rosario de la tarde? ¿Cuántos suspiros en nuestras conversaciones sobre el futuro de algunas de nuestras celebraciones dominicales? ¡¡¡Por supuesto que nos hemos “fijado en nuestras asambleas”!!!
Y, por supuesto, que también hemos hablado sobre las causas de que la realidad sea tan evidente. Hemos hablado y valorado positivamente que, a diferencia de hace algunos años, nadie de siente obligado a asistir a las celebraciones, además de que “no está de moda” expresar la fe en la celebración dominical. Y hemos hablado de que el “ritmo de vida” de las familias más jóvenes no les deja otro espacio para estar juntos que el domingo a la mañana, en el mejor de los casos. Nos hemos “fijado en nuestras asambleas” y hemos descubierto que a pesar de los cambios realizados en la Iglesia, todavía nos quedan muchos cosas que cambiar y muchos esfuerzos por realizar para que sean asambleas vivas e iluminadoras de la realidad que vive nuestro mundo. Pasan los años y los cambios son demasiado lentos.
Y, tal vez equivocadamente, no hemos sido capaces de descubrir la riqueza de la realidad. Hemos mirado las asambleas desde la estadística y la “numerología” y no somos capaces de recordar este trocito de San Pablo que nos dice que “Dios ha elegido lo débil del mundo para humillar lo poderoso”. ¿Necesitamos unas Iglesias a rebosar para que el mensaje de Jesús tenga más credibilidad? ¿Es imprescindible que se llenen las iglesias del mundo entero de grandes intelectuales y afamadas personalidades?
No es el lugar, ni tampoco soy capaz, de hacer en unas pocas líneas un detallado estudio teológico-social del por qué hay tantos “huecos” en nuestras asambleas pero sí me parece importante que escuchemos detenidamente este trocito de la Carta a los Corintios. No estaremos muchos “poderosos” en las celebraciones pero si no valoramos lo pequeño, lo débil, “lo necio del  mundo”,… es señal de que no hemos comprendido ni la “elección” realizada por Dios” ni la manera de actuar de Jesús ni tampoco el lugar de la Iglesia en este mundo en el que nos toca vivir.
¿Queremos que llegue la Buena Noticia de Jesús a todas las personas y a todos los rincones? Por supuesto. ¿Queremos que nuestras asambleas estén compuestas por muchas personas y de todas las edades y de todas las condiciones? Por supuesto. ¿Queremos que nuestras Comunidades sean Comunidades dinámicas que den testimonio con valentía de los valores del reino? Por supuesto. ¿Queremos…? Pero los deseos solo se harán realidad si partimos de valorar la realidad, de valorar lo pobre, “lo débil y necio” porque, insisto, esa es la elección de Dios.
Es necesario dejar de “soñar” con la “iglesia de cristiandad” de hace unos cuantos lustros y valorar, vivir y buscar la iglesia que vive desde lo débil y lo pobre, la iglesia que ofrece su Buena Noticia en todas las esferas de la vida del pueblo, la iglesia que respeta la libertad de todas y cada una de las personas, la iglesia que sufre con quien sufre y la iglesia que se alegra cuando descubre que el Reino de Dios no es algo de antaño sino que es una realidad en la vida de cada día. Y también es la hora de que la iglesia desde su pequeñez cumpla con su función de denunciar abiertamente, siempre desde el amor, aquellas actitudes y realidades que impiden el desarrollo de las personas y de los pueblos.
Somos pocos, somos débiles, somos mayores, somos… pero no olvidemos que somos Hijos de Dios, que somos Iglesia de Dios, que somos Profetas, que somos Bautizados, que somos… y que solo desde lo pobre, débil y necio podremos iluminar nuestra realidad, aunque lo poderoso, grandioso, multitudinario,… sea una tentación también para la Iglesia.

martes, 17 de enero de 2017

San Antonio, Abad

En nuestros pueblos todavía quedan algunas manifestaciones populares alrededor de la Fiesta de San Antonio Abad: Patrón de alguno de los pueblos, rifas de patas, comida de ganaderos,… No es que sea el santo más recordado pero ahí está “soportando” el paso de los siglos en esa religiosidad popular olvidada por tantos y denigrada por algunos.
Un San Antonio que se ha ido convirtiendo en el patrón de las mascotas que inundan nuestras ciudades y que está siendo olvidado como patrón de los ganaderos y sus ganados. Nada de extrañar en esta sociedad en la que se da más importancia a un perro de “compañía” que a un “compañero de trabajo”, que no es lo mismo ni parecido. Creo que hay que reivindicar la fiesta de San Antonio como Fiesta de los ganaderos, conseguir que sea una jornada de poner en común los retos y los logros de la ganadería actual y de reflexionar juntos sobre el futuro de la ganadería en nuestros pueblos.
Creo necesario dedicar al menos un día al año a abrir los ojos a la realidad de la ganadería en nuestro entorno, dedicar un espacio de tiempo a hablar despacio sobre sus retos actuales, a descubrir la causa de su dependencia de las decisiones desde lugares lejanos, de la falta de relevo generacional, de la profesionalidad de nuestras explotaciones, de cómo compaginar tradición y modernidad, apego a la tierra y apertura al mundo,…
Es una pena que las reflexiones vengan realizadas desde fuera sin contar con la implicación de los ganaderos de nuestros pueblos y que las soluciones se impongan como “medicinas universales” sin prestar atención a las realidades concretas.
Tal vez, la fiesta de San Antonio pudiera ser un momento apropiado y, además, hacerlo en ambiente festivo, aunque la realidad no esté “para echar cohetes”.
Seguramente es complicado hacer una biografía detallada de la vida del Antonio que nació en Egipto hacia el año 250, en el seno de una familia bien asentada. Tampoco son los detalles de su vida los que más nos interesan, lo que más nos interesa es lo que para nosotros puede valer de ejemplo o de luz en nuestro caminar. Cuando pasan tantos años suele confundirse con facilidad lo histórico con las tradiciones implementadas, una sobre otra, a lo largo de los siglos. Nos dice la tradición que llegado un determinado momento se marchó al desierto una vez se había desprendido de todos los bienes y se los entregó a los pobres. Allí se dedicó a la oración y a recibir a muchos seguidores suyos que encontraron en aquel personaje un maestro de oración y ejemplo de santidad.
Dicen las tradiciones que vivió en un sepulcro que estaba vacío, que después vivió en un castillo en ruinas, que…, Incluso nos han llegado escritos de algunas de sus frases más famosas cuando abandonaba su estancia para predicar a los “herejes” de su tiempo: “esforcémonos en no poseer nada que no nos podamos llevar a la tumba, es decir, la caridad, la dulzura y la justicia”. A pesar de los siglos transcurridos, suena como un mensaje apropiado para este mundo nuestro tan preocupado por amontonar… de todo, menos de lo realmente importante.
Feliz día de San Antonio, Abad, para los ganaderos y para todos los que hayamos escuchado su llamada a compartir nuestros bienes con los pobres y a que la oración ocupe un lugar importante en nuestras vidas.

miércoles, 4 de enero de 2017

Imagen para leer 7


Después de tantas prisas por parte de algunos por cambiar de año porque “este 2016 ha sido muy malo”, después de “espantar” el año viejo a base de todo tipo de artefactos pirotécnicos, después de disfrutar en familia de ciertos manjares cuasi prohibidos durante el año y después de haber hecho el cambio de calendarios en nuestras cocinas… ya estamos en el 2017.
Se nos brinda una nueva oportunidad para crecer como personas y como creyentes, al menos para los que lo somos, y conviene ponernos en marcha desde los primeros días para que no perdamos ni una sola de las oportunidades que vamos a tener en los 365 días que tenemos por delante,… si es que tenemos esa suerte.
Llevamos pocas horas todavía y nos cuesta acostumbrarnos a poner 2017 en los escritos en los que es preceptiva colocar la fecha y nos encontramos como cuando estrenamos una prenda que necesitamos un tiempo para hacerla a nuestro cuerpo y a nuestros movimientos. Un abrigo o una camisa o… siempre necesita de un “período de adaptación” a nuestro cuerpo, a nuestra manera de andar y a nuestra manera de sentarnos. Ahora nos toca “adaptarnos” al nuevo año, nos toca ir haciendo realidad los planes preparados, nos toca hacer realidad las ilusiones soñadas y afrontar los desafíos que se nos van a ir planteando en este espacio de tiempo al que llamamos año 2017, al menos en estas latitudes.
Entremos con ilusión y con energía para poder disfrutarlo, entremos con humildad para gozar de todas y cada una de las pequeñas cosas que van a suceder, entremos con determinación para que nadie que no deseemos nos planifique nuestros pasos, entremos con el corazón abierto para encontrarnos con personas de las que aprender y de las que recibir cariño, entremos con ganas de hacer realidad planes cuyos destinatarios sean “los demás”, entremos con ánimo suficiente y renovado para denunciar las injusticias que “campean libremente” en nuestras relaciones, entremos… con la luz del Salvador y la compañía de María.
Tenemos una nueva oportunidad… vamos a aprovecharla.