“Black friday”, “ciber monday”, “Lotería”,
“campaña del triángulo verde”, “burbujas”,… He de reconocer que estoy aburrido
y, además, cabreado. Estoy harto de tanto bombardeo, de tanta mentira, de tanta
extorsión y… de tanta presión sin corazón. Estoy harto de que este mundo
consumista ponga en funcionamiento toda su maquinaria sin piedad alguna, sin
mirar alrededor y pensando en su único beneficio. Estoy harto de que se quiera
engañar a toda una humanidad que se merece un respeto. Una humanidad que,
aunque lo intenta, no puede zafarse de esta constante presión a tener más, a
comprar más, a ser más que el vecino, a soportar las mentiras de quienes se
creen que pueden manejar la vida de las personas a través de las técnicas
mentirosas del marketing, de la publicidad,… de la mentira oficial, permitida y
aplaudida por las “cuentas de resultado” de unos pocos.
Permitidme expresar mi malestar y mi hartazgo
porque lo necesito por puro desahogo y para poder centrarme en la preparación
de la auténtica Navidad. Prepararme, junto con los hombres de buena voluntad del mundo entero, para
poder gozar del Nacimiento del Salvador. De ese Salvador que nace en un establo
y es adorado, en primer lugar, por los humildes pastores, de ese Salvador que
no presiona sino salva, de ese Salvador que no nos propone crecer a través del
amontonar sino del compartir, de ese Salvador que viene con una sola regla
común: el amor, de ese Salvador…
Os invito, estimados lectores, a que expreséis
también vuestra disconformidad con esa manera cruel y vergonzante, además de
mentirosa, de plantear el logro de la felicidad que nos hacen las agencias de
publicidad pagadas por los que ni tienen corazón ni les importa la Navidad ni
tienen vocación de “salvadores” sino todo lo contrario.
Pero también os invito a que no os quedéis en la
pura “pataleta” sino que demos un paso más y nos empeñemos, en cuerpo y alma,
en la preparación de la llegada del Salvador a cada uno de nosotros, en cada
una de nuestras cocinas y en cualquier rincón de nuestro mundo.
En estos días estoy leyendo de nuevo un discurso
del papa Francisco que me está ayudando y que me apetece compartirlo con
quienes queréis también preparar la Navidad. Es el Discurso del papa en Bolivia
este pasado mes de julio (9 de julio de 2016 en Santa Cruz de la Sierra) dirigiéndose
a los Movimientos Populares. Lo leí en aquellas fechas pero ahora me parece que
es una buena herramienta para conseguir el objetivo de unir lo que sucede hoy
en nuestra sociedad y el Adviento, la preparación de la Navidad. Éste es el
enlace desde el que podéis leerlo o descargarlo en vuestros ordenadores o
móviles:
Os advierto que no es un discurso breve, ni un
discurso “soso”, ni unas palabras “suaves”, ni unas líneas fuera de la
realidad,… Es un discurso al que hay que dedicarle un tiempo pausado de lectura
porque, aunque su estructura es muy sencilla de comprender, creo que es un
texto que nos plantea muchos interrogantes y nos lanza a una manera realista de
ver la realidad.
El esquema del discurso es muy sencillo. Se
divide en tres partes. Primero, “reconocer que necesitamos un cambio”. Segundo,
“Ustedes son sembradores de cambio” y, Tercero, “algunas tareas
importantes: poner la economía al servicio de los pueblos, unir nuestros
pueblos en el camino de la paz y la justicia y , por último, defender la madre
tierra”. Concluye con este párrafo que bien puede convertirse en “nuestra”
oración del Adviento: “cada uno, repitámonos desde el corazón: ninguna
familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin
derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún
niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una
venerable vejez. Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la madre
tierra.”
No quiero olvidar el título del blog, “Compartir
sin prisa”. A mí me está ayudando volver a leer despacio las palabras del papa
en Bolivia y me apetece “compartirlas con ustedes” y también me atrevo a
indicaros que lo hagáis “sin prisa”. Desde mi humilde opinión, y por eso
mi invitación, merece la pena dedicarle un tiempo de lectura serena y reflexiva.
Que ustedes disfruten y ojalá os ayude a
preparar la Navidad. ¡¡¡¡¡La de verdad!!!!!