sábado, 30 de julio de 2016

La paja y el grano

Unas líneas, y un par de imágenes, para “compartir sin prisa” una reflexión ya realizada en otras muchas ocasiones pero que de vez en cuando creo que es necesario volver a realizar para no estancarse y poder abandonar, si fuera necesario, caminos equivocados que nos conduzcan a lugares no deseados.
Pararse un momento y separar el grano de la paja de nuestras vidas nos hace aprovechar lo más valioso de cada uno de los días que se nos regala. Es cierto que cada día tiene ambas cosas e incluso es evidente que si no hay paja tampoco hay grano pero conviene tener claro que lo que nos va “alimentar” es el grano y la paja quedará para otros menesteres, también necesarios pero no imprescindibles. Desde el comienzo de la agricultura el objetivo final es lograr grano. No se renuncia a la paja pero lo valioso, lo ansiado y mimado siempre ha sido el grano.
Es cierto que en nuestras vidas, como en la misma naturaleza, todo está unido. Todos tenemos paja y todos tenemos grano. De eso no hay duda alguna y es necesario saber priorizar para no llevarnos a engaño. Creo que todos somos conscientes que en demasiadas ocasiones malgastamos tiempo y recursos en mimar la paja mientras el grano se nos va escapando entre los dedos o lo guardamos en un saco agujereado. Es bueno pararse y analizar despacio nuestras espigas y hacer el esfuerzo necesario para separar los dos frutos de nuestra cosecha. Digo bien, “esfuerzo”, porque realizar esa separación siempre ha sido a base de esfuerzo. Unas veces esfuerzo físico, hace muchos años, y ahora esfuerzo económico para contar con los medios apropiados. Nunca fue fácil separar el grano de la paja y tampoco ahora.
A veces tengo la sensación de que nuestra sociedad en demasiadas ocasiones ha apostado por la paja, por supuestos valores que se los lleva el viento y dejamos que el grano se desparrame sin aprovechamiento alguno. Tanta insistencia en la imagen, en “la fachada”, en el aparentar,… da la sensación que no nos deja llegar al grano, a lo importante de las personas y de los acontecimientos. Tanto asesor de imagen y técnico en comunicación… no nos deja recoger el verdadero fruto de lo que se cuece en nuestro mundo e incluso en las personas que nos rodean. Conocemos y ponemos todo nuestro interés en la paja y el grano… se nos escurre entre los dedos.
Y algo parecido, por no decir igual, nos pasa con nuestra vida de fe, con nuestro seguimiento de Jesús e incluso en nuestras celebraciones de la Eucaristía. Ponemos toda nuestra atención en si las flores de la iglesia están bien colocadas o si los manteles están milimétricamente dispuestos o si el cura habla bien… y se nos escapan los detalles de la Palabra de Dios dirigida a cada uno de nosotros y el “grano más preciado”, la presencia de Jesús en medio de nuestra reunión, se nos... Claro que es bien recibida toda ayuda para que nos encontremos a gusto en la celebración pero no renunciemos de ninguna de las maneras al grano que es lo que nos convoca alrededor del altar.
Durante siglos, también entre nosotros, el grano ha sido el objeto deseado y perseguido por nuestros antepasados y por él han luchado, han regado nuestros campos con su sudor e incluso con su sangre, han encontrado en el grano el medio con el que sacar adelante las familias y las aspiraciones mínimas de cualquier persona y ha de ser una lección que no tenemos derecho a olvidar para nuestras vidas de hoy, a pesar de los cambios radicales que se han producido en estos pocos años. Tenían paja y la utilizaban para varios servicios del caserío pero sabían que el valor de la cosecha se contabilizaba por la cantidad y la calidad del grano.

No nos despistemos y no pongamos todos nuestros esfuerzos en conseguir y amontonar mucha paja porque, hoy como siempre, el valor de las personas y de los pueblos está en el grano.

miércoles, 27 de julio de 2016

Dios es amor

 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1ª Jn. 4,8)

En la historia de las religiones hay miles, millones, de libros escritos sobre cada uno de los “dioses” de las religiones, movimientos religiosos, sectas,... Grandes tratados teológicos sobre la esencia de los dioses, sobre su naturaleza, sus características, sus acciones, sobre la manera de contentar a cada uno de ellos,… y existen también enormes compendios de quienes a lo largo de la historia se han atrevido a señalarlos en lugares y acciones concretas.
La afirmación de San Juan que encabeza estas líneas seguro que no es la definición más extensa ni la más detallada sobre la naturaleza de Dios que se ha hecho a lo largo de la historia pero es difícil “decir tanto” de Dios, imposible diría yo, en tan pocas palabras.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado quién es Dios y cómo es Dios, en dónde podemos encontrarlo y cómo se siente a Dios? Y a buen seguro que nos hemos esforzado en encontrar respuesta a este interrogante como ha hecho la humanidad desde el comienzo de su existencia…
Pues la respuesta, según el autor de la carta es clara, concisa y sin lugar a interpretaciones: “Dios es amor”. Ni más ni menos explicaciones.
Y lo que para algunos puede parecer una definición más o menos lograda, e incluso “graciosa”, a mí me parece que se trata de una las grandes frases que pueden, y deben, despejar nuestros interrogantes en la búsqueda de Dios y en qué consiste nuestra colaboración con ese Dios que quiere lo mejor para todos y cada uno de sus hijos, como “Buen Padre”.
¿En dónde buscamos a Dios? Pues muy sencillo: donde hay amor. No lo busques en las realidades en las que los protagonistas y los motores son otros… porque no lo vas a encontrar. Si Dios es amor, no lo busques donde el objetivo es la consecución de poder o de dinero, no lo busques en donde el hermano es una “herramienta” a utilizar para mis intereses o donde el hermano es despojado de sus derechos por el color de su piel, por su religión o por su género. No lo busques donde no hay amor. Simplemente no está. Está bien claro en las palabras de Juan: “Quien no ama no ha conocido a Dios”. No hacen falta muchas explicaciones. Sin más.
Pero si abrimos los ojos de una manera positiva no nos va a costar demasiado encontrarlo en la familia unida en las alegrías y en las dificultades, en el vecino que dedica tiempo a escucharte cuando estás agobiado, en la vecina que te hace las compras cuando tú no puedes salir de casa, en la asociación que da cauce a los sentimientos de fraternidad con los quienes están pasando una mala situación económica o anímica, en quienes dan sus primeros pasos de relación de pareja y en quienes viven el amor con la serenidad y responsabilidad de llevar toda la vida juntos, en quienes utilizan la cacareada globalización para regar solidaridad por los cinco continentes, en… Seguro que te es fácil hacer un listado muy largo de la cantidad de detalles del día a día que nos hablan de amor. Pues esos, y no otros, son los detalles que nos hablan de Dios. En esos detalles, precisamente ahí, es donde podemos sentir quién y cómo es Dios: Amor en su máxima expresión.
Todos sabemos definir qué es amor porque tenemos experiencia de sentirnos queridos y todos tenemos experiencia de amar y, por tanto, y según la definición de Juan, todos sabemos cómo es Dios. Tal vez nos falte profundizar en la inmensidad y en la concreción de ese Dios-Amor. Probablemente nos convenga hacer un esfuerzo añadido para sentir ese Amor día tras día e incluso buscar oportunidades, y maneras, para celebrarlo pero la definición “Dios es Amor” nos simplifica muchísimo las cosas.
Amemos, dejémonos querer y…

domingo, 24 de julio de 2016

Imagen para leer 1


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Una puerta vieja, un cerrojo sencillo, una mazorca de maíz “del de siempre”,…
¿Qué guardará esa puerta y qué custodiará ese sencillo cerrojo? ¿Para qué la mazorca de maíz? ¿Por qué ese maíz tan difícil de encontrar hoy y… en ese lugar concreto?
¿Y si esa puerta fuera la entrada al interior de alguna persona tras la cual guarda su tesoro? Podría haber puesto un cerrojo más seguro, pero… ¿igual quiere que sea fácil de abrir y está esperando que alguien se rinda a la curiosidad? Y, entonces, ¿qué sentido tendría la mazorca cuidadosamente colocada?
¿Y si la puerta estuviera ocultando la realidad de un pueblo? Un pueblo antiguo, un pueblo que oculta sus tesoros, un pueblo pobremente custodiado pero orgulloso de sus orígenes, un pueblo al que le cuesta mostrarse pero que exige poco esfuerzo para conocerlo, un pueblo… ¿Cómo abrir la puerta si no dedicas un tiempo a retirar la mazorca con sus pelandrinas? ¿La vas a destruir o la vas a guardar para que vuelva al lugar en el que alguien la colocó?
………
Te invito a “leer” despacio la imagen.
Agradecer a quien ha cuidado la puerta y el cerrojo y ha regalado su sensibilidad para adornar un sencillo “hierro” con un maravilloso producto de nuestra tierra prácticamente olvidado.
Basta acercar la máquina de fotos y…

jueves, 21 de julio de 2016

"Las humanidades"

Hace ya tiempo que tenía ganas de sentarme a escribir unas líneas sobe la evidencia de que las carreras universitarias de “humanidades” (filosofía, psicología, pedagogía, teología,…), así se han llamado durante mucho tiempo, han perdido, y siguen perdiendo, interés entre los nuevos universitarios. Las carreras “técnicas” y las relacionadas con “la salud” parece que son las que más “éxito” tienen entre quienes optan por comenzar una carrera universitaria.
Evidentemente no tengo nada en contra sobre esos estudios, ni mucho menos por quienes optan por ellos, pero sí que en más de una ocasión me han surgido una serie de interrogantes que hoy me apetece “compartir sin prisa” con vosotros. En estas fechas pasadas en las que ha habido que hacer la selectividad, esperar el resultado de la misma, ver si la nota alcanzada permite elegir los estudios deseados, realizar matrículas,… son temas que están en la boca de los jóvenes y también de sus familias.
El interrogante que hoy quería compartir con vosotros es el siguiente: ¿a qué se debe que las carreras técnicas sean las preferidas, deseadas,… y las carreras de humanidades cada vez tengan menos presencia a la hora de plantearse una preparación para el futuro?
Busco respuesta a esta cuestión y en lugar de encontrar respuestas me surgen más interrogantes: ¿estaremos creando una sociedad técnicamente avanzada y descuidada de la persona? Si las “mentes más preclaras” de nuestros jóvenes son dedicadas, prácticamente en su totalidad, a la técnica, ¿quiénes se dedicarán a la filosofía, al estudio de la personalidad o a la educación de nuestros pequeños? Parece que lo más lógico sería dedicar el máximo de esfuerzos, y también de “mentes prodigiosas”, a las “humanidades” puesto que en ello nos va el futuro de la sociedad.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. Ya lo siento, pero me parece que algo no va bien cuando es mucho más fácil, accesible, menos “exigente”, -pongámosle el nombre que más nos apetezca-, alcanzar una carrera universitaria dedicada a la educación de nuestros pequeños que acceder a una carrera dedicada, por ejemplo, a las telecomunicaciones. ¿Es importante el desarrollo de las comunicaciones? Por supuesto y no tenemos más que mirar un poco hacia atrás y descubrir los grandes avances realizados en este campo y lo que nos ha ayudado a las personas y a los pueblos. ¿Pero es menos importante o hay que estar menos preparado para ayudar a superar problemas, por ejemplo, de personalidad a quienes no encuentran un lugar en esta sociedad? Algo no va bien cuando es menos exigente cursar estudios de Filosofía que la mayoría de las Ingenierías. ¿Será más importante realizar una “herramienta perfecta” que encontrar el sentido de la vida y ser “amante de la sabiduría” y preguntarse por las cuestiones de la existencia o de la verdad y la ética…?
Sin “técnica” dicen que no hay progreso… pero sin “humanidad” no tienen ningún sentido los “avances técnicos” ya que podemos convertirlos, muchas veces sin querer, en motivo de disputas, de explotación de unos hombres a otros, de… Mentiría si no dijera que éste tema me preocupa desde hace algún tiempo y tampoco le veo fácil solución.
¿Será una moda? ¿Será que la sociedad no tiene falta de dedicar esfuerzos a quienes la componen sino a “la producción”? ¿Será que es más rentable una opción universitaria que otra? ¿Será que…? No tengo respuestas para tantos interrogantes y por eso me apetece compartirlos con vosotros.

sábado, 16 de julio de 2016

"Marta, Marta,..."


En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó:
«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán». (Lucas 10, 38-42)

¡Qué llamada de atención más vigente entre nosotros!
No sé si a ti también te suena como algo actual, yo sí me siento interpelado por las últimas palabras del evangelio que vamos a leer este fin de semana en todas las Eucaristías. No es que se trate de una llamada de atención que no lo haya escuchado otras veces pero viene bien de vez en cuando volver a recordarlo.
Es cierto que intentamos compaginar las actitudes de las dos hermanas en nuestro día a día pero también hemos de reconocer que no siempre es fácil nivelar fuerzas entre las dos posturas. Tenemos el peligro real de no saber equilibrar suficientemente la balanza: o dedicar el máximo de nuestras fuerzas a “hacer”, a querer estar en todas las partes, a no querer perdernos nada de lo que pasa cerca de nuestras vidas o a dedicar nuestra vida viendo pasar cualquier acontecimiento sin implicarnos en ninguno de ellos.
Las palabras de Jesús hacia Marta no creo que fueran una crítica a la actividad, al servicio de un Jesús cansado y sudoroso de andar por aquellos caminos polvorientos de Palestina. Habló mucho del servicio como para criticarlo y siempre lo puso como una de las características inherentes de sus seguidores. Pero sí las leo como una reprimenda a una mujer que, con la mejor de las intenciones, no se dio cuenta que en aquel momento era más importante escuchar a Jesús que “hacer muchas cosas”. El encuentro con Jesús nos debe lanzar al compromiso y al servicio pero no es menos cierto que sin escucha y reflexión tenemos el peligro de convertirnos en “gallinas sin cabeza” corriendo sin saber muy bien el objetivo a conseguir.
Acción, compromiso, agitación por llegar a todos los rincones, multiplicar esfuerzos hasta la extenuación,… tienen que tener un contrapunto de escucha, reflexión, paz,… Lo importante, “la parte mejor”, no es “hacer por hacer” sino comunicar la Buena Noticia de Jesús y eso parece complicado poder realizarlo desde el nerviosismo, la agitación, el estrés, y la hiperactividad. Jesús parece animarnos con claridad a dedicar tiempo y esfuerzo a la escucha, a compartir, a planificar, a revisar,… a saber repartir la acción y la reflexión. Habrá momentos de nuestra vida que necesiten de más acción y otros en los que la reflexión deba ocupar más espacio pero siempre hemos de verlos y vivirlos íntimamente unidos. Uno sin el otro, el otro sin el uno,… nuestra vida se descompensará y sabemos a dónde nos llevan estas situaciones.
Marta, María. María, Marta. Dos hermanas que acogen a Jesús. Hagamos nosotros lo mismo y seguro que recibiremos “lecciones” del Maestro.

miércoles, 13 de julio de 2016

La araña que quiso ser mariposa... y lo consiguió

Lo que hoy quiero “compartir sin prisa” sucedió en un jardín enorme y precioso.
Es prácticamente imposible hacer un listado de todas las especies de árboles leñosos y frutales, flores silvestres y de viveros, pequeños regatos que recogían las limpias aguas de dos manantiales y en la parte baja del mismo un precioso estanque en el compartían espacio los nenúfares con algunas especies de peces y varios anfibios que lo alegraban con sus algarabías.
Semejante lugar, como no podía ser de otra manera era reclamo de no pocos moradores. Los pájaros tenían sus nidos albergados en las ramas más fuertes de los enormes robles, castaños, hayas,... y surcaban el cielo libremente con sus vuelos imposibles. Las abejas buscaban el néctar de las innumerables flores y se afanaban en su doble función de polinizadoras y de fabricantes infatigables de ese alimento siempre especial que es su miel. Y así… especie tras especie, todas eran felices en aquel maravilloso vergel.
Bueno. Todas no. Había una araña que, a pesar de ser una magistral tejedora de telas y de que nunca le faltó un bocado que llevarse a la boca, no era feliz con su situación en la escala del gran jardín. Su aspiración era ser mariposa, sin saber muy bien por qué, se le había metido en la cabeza que era mejor ser mariposa que ser araña.
Tal era su obsesión que en una mañana de verano entró en conversación con una mariposa que se posó cerca de su tela. Llamó a la mariposa y, tras asegurarle que no iba a convertirse en el primer plato de su comida, comenzó a hacerle algunas preguntas a la grácil mariposa.
- ¿Cómo has logrado tener esos colores tan llamativos? Yo estoy harta de tener este color tan plano. ¿Cómo has conseguido esos ojos al final de esas antenas? A mí no me gustan nada estos ojos tan pegados a la cabeza. ¿Cómo has…? Y le lanzó toda una retahíla de preguntas que durante tiempo había ido royendo en su interior.
La sencilla mariposa no daba crédito a las preguntas que desembuchaba la araña por su boca abierta como si fuera la de un gran tiburón blanco. Y en vez de ir contestando de una en una a sus interrogantes le contestó de una manera bien sencilla.
- ¿Para qué quieres saber tantas cosas de mí? ¿Acaso quisieras ser mariposa y dejar de ser una de las criaturas más afanosas y mejores cazadoras de este jardín? ¿No será mejor que intentes hacer cada día una tela más bella, más fuerte y más efectiva que pasar el tiempo fijándote en las demás criaturas del vergel?
La araña le contestó de inmediato:
- No me comprendes porque tú eres muy bella, puedes ir de flor en flor, puedes volar y admirar el jardín desde las alturas mientras yo tengo que estar siempre pegado a mi tela esperando que algún bicho se despiste… ¡¡¡Mi vida es muy triste comparada con la tuya!!!
La mariposa viendo que su declaración era equivocada de raíz le contestó:
- No comparto tu aspiración pero si lo quieres es ser mariposa has de conseguir realizar algunos cambios sin los cuales nunca podrás ser mariposa: la primera es que tienes que convertir ese cuerpo cuadradote, musculoso y potente en un cuerpo estilizado y fino que pueda ser elevado hasta el cielo.
La mariposa quedó tranquila porque estaba segura de que la araña enseguida se daría cuenta de que ese cambio era imposible de realizar y, por tanto, se le pasarían esas ínfulas de querer ser mariposa. Sin embargo, eran tales las ansias de la araña de convertirse en mariposa que se puso a la labor.
Comenzó a trenzar una tela enorme y con hilos por triplicado para que su abdomen perdiera peso y volumen al desprenderse de los kilómetros y kilómetros de hilo que tenía almacenada. Y una vez que consiguió trenzar semejante tela, y de tal fortaleza, comenzó la casi imposible tarea de esculpir su cuerpo casi redondo en un fino y alargado tronco. Para ello comenzó a colgarse una y otra vez de la tela de manera que su cuerpo adquiriera una forma más alargada. Con esfuerzo, con mucho esfuerzo, colgada y haciendo ejercicios para aprovechar la ley de la gravedad… la araña empeñista consiguió que su cuerpo no se pareciera en nada al que la naturaleza le había regalado y se pareciera algo más al cuerpo de la añorada mariposa. Agotada por los esfuerzos realizados durante semanas, la araña dedicó un tiempo a descansar meciéndose en la super-tela que había realizado.
Estaba descansando la araña cuando con un sutil movimiento se acercó la mariposa a ver si se le había pasado a la araña las ganas de convertirse en mariposa. ¡¡Cuál fue la sorpresa de la mariposa al encontrar a la desfigurada araña recostada en su tela!! ¡Estaba falseada y, además, triste, muy triste! La mariposa le preguntó:
- ¿Cómo has podido realizar este cambio tan enorme? ¡Ya no te pareces en nada a la araña que yo conocí! Pero… ¡estás más triste que un mejillón en el desierto!
 Y la araña le contestó:
- ¡Cómo no estar triste si todavía me falta hacer el cambio más importante!
La mariposa, asombrada, le increpó diciendo:
- ¿Qué más cambios quieres hacer? Estás dejando de ser araña y a pesar de todos tus esfuerzos nunca llegarás a ser una delicada mariposa. ¿Cómo vas a volar si no tienes alas? ¡Eso no crece como le crece el pelo a los perros que corretean por el jardín!
Se quedó pensando la araña y le pidió a la mariposa que le dejara ver despacio sus maravillosas alas. Terminada la inspección minuciosa le dijo:
- Seguramente no lo conseguiré pero lo voy a intentar porque aunque tú no hayas oído hablar de la evolución de las especies…
Comenzó la araña a hacer ejercicios indescriptibles con su nuevo cuerpo, recurrió a todas las técnicas conocidas para convertir sus múltiples patas y antenas en el forjado de sus alas, recurrió a la naturaleza circundante para agenciarse materiales a modo de velas,.. y fruto de tantos esfuerzos y tanto ingenio… la araña inconformista del jardín consiguió unas alas no muy grandes, tampoco muy bonitas,… pero alas. Eso sí, dejo en el cambio todas las características propias de las arañas que la naturaleza le había regalado.
¡¡¡¡Por fin!!!! Tras no pocos esfuerzos, tras no pocas argucias, tras no pocas renuncias,… había conseguido lo deseado. Podía iniciar su vuelo de flor en flor y catar la dulzura del polen, por fin podía ayudar a que las flores sean polinizadas,… ¡¡¡¡Por fin!!!!

Tras un descanso reparador en su flamante tela, llegó el momento de emprender la aventura deseada, el momento de enseñar a todos los vivientes del jardín que sus esfuerzos habían dado lugar el resultado perseguido, que ya no era araña sino mariposa. Era el momento tantas veces soñado. Sin embargo,… había olvidado algo muy importante: las mariposas se quedan pegadas en la telas que tejen las arañas, en las telas como la suya,y no pueden volar. Ella optó por ser mariposa pero se olvidó de que su propia tela era tan fuerte que nunca podría volar mariposa alguna desde ella.
Y éste fue el fin de una araña que quiso ser mariposa y… lo consiguió, pero ni voló, ni cató el dulzor de las hermosas flores, ni fue la más bella del jardín, ni… sino que quedó atrapada en su envidia y en su desmedido inconformismo. No fue feliz siendo una araña, no apreció lo suyo, codició lo de los demás y acabó “pegada” a la inmensa obra de ingeniería que la naturaleza le enseñó a tejer y nunca supo valorar.

Y esta es la historia de la araña que consiguió ser mariposa pero... no voló. ¡Cuántas personas y pueblos quieren ser lo que no son y... nunca son felices!