viernes, 1 de mayo de 2020

DESESCALADA Y/U OPORTUNIDAD

Es cierto que la palabra “de moda” en estas últimas jornadas es esa, fea, palabra “desescalada”. Hasta la Real Academia de la lengua la desaconseja, pero aun así suena y suena y suena. No tenía intención de comentar lo que hay detrás de “ese palabro” porque bastante estamos escuchando de fases, tantos por ciento, territorios,…
Pero sí que me gustaría Compartir con vosotros una pequeña reflexión sobre cómo este momento puede ser una Oportunidad para crecer en muchas cosas como personas, como familias, como sociedad, como humanidad, como Iglesia,… Sería una pena que lo vivido hasta ahora se quedara en una serie de estadísticas de enfermos, curados y fallecidos, números de la macroeconomía, críticas de unos políticos a otros,… y poco más.
Un momento adecuado, creo yo, para descubrir tantas experiencias positivas que hemos podido vivir “en directo” y que debemos saber aprovechar. Experiencias en los propios hogares cuando nos hemos dado cuenta de que la “casa no se nos cae encima”, como hemos dicho tantas veces, de que la familia sigue siendo un pilar fundamental en la organización social, de que la distancia de los seres queridos es lo que más nos ha hecho sufrir, de que los vecinos también tienen cosas buenas que hemos podido compartir estos días en las ventanas y balcones, de que los más pequeños tienen una capacidad de adaptación enorme, de que los mayores necesitan la calle y la socialización, como todas las demás edades,… Y así muchas experiencias vividas, no teóricas, que debiéramos saber leer con esperanza ante la desesperanza cacareada tantas veces.
Otra realidad que hemos de reconocer es la suerte de vivir en un lugar en el que hay medios (aunque siempre pediríamos más) para luchar contra una pandemia como la que estamos viviendo, que tenemos unos profesionales de la Salud implicados hasta lo insospechado por el bien de los demás. Hemos de reconocer el privilegio de tener unos medios de comunicación de los que solo pueden disfrutar una pequeña parte de la humanidad. Medios que nos han ayudado a estar informados puntualmente, interconectados con la familia y con el mundo, a hacer llegar las materias educativas de los más pequeños, a expandir el tele-trabajo, a tener acceso a contenidos de ocio,… Medios que los apreciamos de verdad si intentamos imaginarnos una situación de confinamiento sin acceso a internet, al móvil, a…
Podríamos hacer un elenco muy, muy largo....
También debemos saber aprovechar esta Oportunidad que la pandemia nos ha obligado a vivir de una manera novedosa nuestra Fe, nuestro seguimiento de Jesús. Tras esta experiencia debiéramos haber aprendido que cualquier lugar es apropiado para encontrarse con Dios (tal y como insistió Jesús), que podemos y debemos hacerle un hueco en cada una de nuestras casas a la Palabra de Dios, para leerla pausadamente, para reflexionarla, para iluminar lo que vivo y siento, para… Debiéramos haber sentido la inmensa suerte que tenemos de poder compartir con asiduidad nuestra fe alrededor de la Eucaristía. No me cabe ninguna duda que la hemos echado en falta como también hemos añorado el encuentro con los amigos y las personas queridas. Esa es una “buena señal” de que nos vamos acercando a la “esencia” de la Eucaristía como encuentro con Jesús y con nuestros hermanos. Y también debiera habernos servido esta experiencia para haber comprobado la fuerza del Amor cuando nos hemos sentido solidarios con todas las personas que han sufrido la enfermedad o han tenido que despedirse de sus seres queridos sin poder siquiera regalarles un beso. Creo que todos hemos comprendido su dolor y sufrido con ellos. No estamos haciendo tan mal las cosas, aunque podemos hacerlas mejor… y en ello hemos de empeñarnos. Si nos dicen hace tan solo unas pocas semanas que íbamos a celebrar la Semana Santa desde casa, con la tele y el teléfono o la tablet en la mano…
No quiero terminar sin tener muy presentes a los que más han sufrido esta pandemia y a los que más van a seguir sufriendo. También la pandemia debemos vivirla como una Oportunidad para abrir bien nuestros ojos y descubrir que hay muchas personas que no han tenido, ni van a tener, una casa digna en la que cumplir el confinamiento o lo han vivido demasiado solos, y así van a continuar, o la convivencia ha sido causa de enfrentamientos o... Abrir los ojos y estar muy atentos a quienes ahora van a recibir el “coletazo mortal” del Covid-19. Nos dicen que todos vamos a recibir “nuestra correspondiente dosis” pero hay que estar muy atentos para que lo que se ha vivido desde las ventanas y balcones no se quede en una “expresión folclórica” sino una experiencia de hermandad solidaria.
Hemos recibido muchas lecciones en poco tiempo y es el momento de recogerlas, valorarlas, reflexionarlas, ponerlas en práctica,… y esta experiencia que nunca hubiéramos querido tener aprovecharla para crecer como personas, como sociedad y como seguidores de Jesús.
La liebre cuando pasa”… y los dichos populares no suelen fallar.

3 comentarios:

  1. Muy acertado, aunque éste es un solo un nuevo inicio de vida.... Saludos

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  2. A la paz de Dios hermanos. Después del Covid-19 me temo que nada volverá a ser como antes durante bastante tiempo. Como bien dices, somos inmensamente afortunados en líneas generales de vivir donde vivimos y contar con los medios de que disponemos. Pero muy cerca de nosotros hay personas y familias que lo están pasando muy mal y lo que es peor, no tienen buenas expectativas a futuro mas allá de las buenas palabras. La crisis económica que se avecina va a ser tremenda. En lo que discrepo es en el papel de los medios de comunicación en general. Cada vez son menos y concentrados en menos manos. La libertad de prensa y opinión está "de facto" limitada y cercenada. Nos cuentan lo que les interesa y omiten lo que no sirve a sus intereses. No olvidemos que una prensa libre es uno de los pilares de la democracia. Y eso por no hablar del otro palabro de moda; "fake news" o noticias falsas que abundan y nos inundan por doquier. La sobreinformación "de parte" conduce a la desinformación. El sufrimiento por y de nuestros mayores ha sido y es tremendo. Sobre todo de aquellos que viven en Residencias (con honrosas excepciones). Hay personas que opinan que de esta saldremos mejores como seres humanos. Me gustaría creerlo pero soy poco optimista al respecto aunque no pierdo la esperanza. Lo que ha quedado claro es que la familia es el pilar social por antonomasia. Esta situación pandémica ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Esperemos haber aprendido la lección; apostar por la sanidad pública, gratuita y universal (sin recortes ni privatizaciones), potenciar la investigación científico - técnica y ponderar en sus justos términos al sector agroalimentario, personal sanitario, cuidadoras, transportistas, cajeras, reponedores, comercio local, autónomos y tantos otros grandes olvidados. Me parece muy oportuna la invitación a la oración y a la reflexión. Como dijo Jesucristo; " Donde dos o mas se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Somos Iglesia doméstica. Y aunque, de momento, no podemos participar físicamente de los sacramentos, si lo podemos hacer espiritualmente. Un recuerdo especial para San José el carpintero que crió a Jesús y para todos los trabajadores/as. Cuidaros y mucho ánimo.

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  3. Una civilización que no respeta a sus muertos está condenada a autodestruirse.
    Ahí la dejo, bailala ;)

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