sábado, 9 de mayo de 2020

"YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».            (Juan 14, 1-12)

¡Qué bien nos viene en este momento escuchar Las palabras de Jesús!
Ahora que podemos empezar a “caminar”, a romper esos amarres que durante tantos días nos han tenido sujetos al hogar, “dulce hogar”, escuchamos en el Evangelio que Jesús es “el camino” y es bonito escuchar, hoy de una manera especial, que Jesús es quien nos da la posibilidad de caminar desde la libertad y con un punto de llegada, como tiene todo camino bien trazado. También como todo camino va a suponer esfuerzo y prestar atención para no desviarnos de él y confundir el destino.
Es verdad que puede parecer exclusivista y vanidoso por parte de Jesús el presentarse como “el” camino y no como “uno” de los caminos. En un mundo en el que tenemos abiertos cientos de caminos, por no decir miles, parece que lo más afortunado podía haber sido expresar que Él se presentaba como “un camino” a “competir” con otros posibles caminos. Pero no debemos olvidar desde dónde nace esta proclamación de Jesús como “Camino, Verdad y Vida”.
Jesús les está comunicando a sus discípulos qué es lo que va a hacer: “prepararnos un lugar en la casa de su Padre” y que esa será razón suficiente para que “no tiemble nuestro corazón”. Deberemos preguntarnos si creemos en lo que dice Jesús, pero si lo creemos… ¿tiene sentido que Jesús se presente como “el” camino? Parece que sí.

¿Acaso otros caminos más “modernos”, y muy “en boga”, son más fáciles y más liberadores que “Jesús, el camino”? ¿Son esos otros caminos por quienes estamos “dando la vida” arrinconando el camino marcado por Jesús? Bien merece la pena que, mientras caminamos en estos días de “fases”, reflexionemos sobre el camino vital que estamos recorriendo y si ese camino que marca nuestra vida diaria es el camino elegido tras una opción o nos hemos dejado llevar por caminos por los que “son los que se llevan”.
Algo muy parecido nos ocurre cuando leemos a “Jesús, la Verdad”. Con todo lo que ha evolucionado el pensamiento en los veinte siglos posteriores a Jesús plantear que Él es “la Verdad”, parece muy, muy aventurado. Cuántas corrientes filosóficas, cuántos descubrimientos científicos, cuántas personajes poniendo su reflexión al servicio de la Humanidad, cuántas… Sin embargo, y si nos atrevemos a ir a “lo nuclear” de las personas y los pueblos, tal vez nos demos cuenta que no es tan exagerado proclamar en el año 2020 que el mensaje de Jesús sigue siendo “verdad” y “verdad universal”.
“Verdad” resumida en un valor nada teórico y al alcance de todos: Amor. Amor con dos direcciones que hemos de compaginar siempre: horizontal y vertical, Amor a Dios y al hermano. ¿Hay “Verdad” mayor que ésta? ¿Hay “Verdad” más Universal que ésta? ¿Acaso es más “verdad” la economía, la fuerza, la productividad, el poder y el amontonar? Es cierto que somos libres para elegir “el camino y la verdad” que queramos, Jesús siempre la defendió, pero no es difícil afirmar con rotundidad que la propuesta de Jesús es muy, muy atractiva y, sobre todo, prometedora.
Prometedora porque termina la exclamación de Jesús proclamándose “yo soy… la Vida”. Su propuesta no es una propuesta teórica, no se trata de adhesión a una filosofía o a una serie de conceptos, sino una manera de vivir y de vivir para siempre. Vivir desde el Amor para ser felices en la vida diaria. Creer en el Amor como la fuerza para transitar holgadamente el camino cotidiano. Compartir el Amor para crear Comunidad. Sentir el Amor de un Dios-Padre que te ama y de unos hermanos que te quieren, a pesar de tus miserias. Amor, Amor, Amor,… 
Como dice el evangelio: “Si no, creed a las obras”. ¿Cuáles son las obras del Amor?
En unas pocas líneas es imposible resumir la fuerza y las consecuencias vitales  de las palabras de Jesús pero es evidente que son Buena Noticia para cada uno de nosotros y para nuestro mundo. Éste es el motivo por el que celebramos con especial alegría el Tiempo de Pascua.
¡FELICES PASCUAS! PAZKO ZORIONTSUA!

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