domingo, 21 de junio de 2020

"TIEMPO DE MIEDOS... Y CONFIANZA"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo.

¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Mateo 10, 26-33

 

 

No tengáis miedo…”. Suena bien en este momento que nos está tocando vivir y es bueno que manifestemos nuestro agradecimiento por recibir estas palabras de Jesús.

Hemos pasado mucho miedo mientras la enfermedad se ha mostrado virulenta. Pasamos miedo cuando nos aturdían con números que se convertían en “cuchillos” lanzados directamente a nuestra sensibilidad y seguimos pasando miedo cuando vamos a poder asistir, e incluso participar, en algunas aglomeraciones de gente con poco respeto a la “lógica pandémica”.


La palabra miedo ha sido una de las palabras clave en la experiencia alrededor del “famoso bitxo”. Es por esto que escuchar en el Evangelio una llamada a “no tener miedo” debiera convertirse en un “halo de aire fresco” que hemos de dejar correr en nuestro interior. “Aire freso” que nos comprometa a compartirlo con quienes estamos inaugurando esta “nueva normalidad”.

Tal vez sea una buena ocasión para analizar y reconocer cuáles son nuestros miedos, de dónde nacen y cómo evitarlos. Nos decían de pequeños que “con miedo” no se podía aprender a andar en bicicleta, cosa cierta, y no parece exagerado afirmar que “con miedo” no es posible acercarnos a Jesús, seguir sus pasos, gozar de su mensaje, compartirlo con quienes nos rodean,… 

¿Cuál es la “enfermedad” que nos da más miedo? ¿Será la “enfermedad del cuerpo” unida al dolor propio o de nuestros seres queridos? ¿Será la “enfermedad del interior” que nos inquieta y no nos deja ser felices? ¿Será la “enfermedad social” que sigue confiando en el “vil dinero” como el “salvador” de nuestro mundo? ¿Será la “enfermedad eclesial” que no le deja ser altavoz de los sin voz de nuestro mundo? ¿Será la “enfermedad política” cuya obsesión es el poder por encima del servicio a los ciudadanos? ¿Será la “enfermedad de los medios de comunicación” plegados a los intereses de grupos cerrados en lugar de relatar de manera fehaciente la realidad? ¿Será la “enfermedad de la justicia” que usa herramientas diferentes para hechos delictivos iguales dependiendo de los reos? ¿…?

¿De dónde y por qué nacen mis miedos, nuestros miedos? ¿Cuál es el camino para hacerlos desaparecer?

Dice Jesús: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre” Somos Hijos de Dios, de un Dios que es Padre que nos ama “hasta el extremo” a cada uno de nosotros, de un Dios en el que podemos confiar sin excepción, de un Dios cuya obsesión es el bien de sus hijos, de un Dios que insiste en compartir nuestro éxitos e iluminar nuestros fracasos, de un Dios que respeta la libertad de sus hijos aunque nos equivoquemos, de un Dios… que Jesús nos lo presentó con absoluta claridad.

Las palabras de Jesús del Evangelio pueden sonar a “canto a la retórica” y a nosotros nos toca demostrar que no es así, que sentir la cercanía de Dios Padre es Seguridad para nuestros miedos y la Confianza que nunca falla.

Es la Confianza en la Bondad de Dios es la mejor “medicina contra el miedo”. La prescripción es muy clara. La podemos tomar en pequeñas grageas o en inyecciones intramusculares pero la “medicación” está a nuestro alcance. Ahora hay que demostrar que aceptamos ajustar las dosis a nuestra realidad.

Hace pocos días leí esta frase que puede servir para terminar estas líneas: “Confiar no es saberlo todo de alguien, es NO necesitar saberlo”.

“No tengáis miedo…”.


1 comentario:

  1. Todos los miedos a los que aludes están de alguna forma presentes en casi todos nosotros en algún momento de nuestras vidas. Es algo humano y animal que ayuda a sobrevivir. El miedo es libre como suele decirse. El valiente no es el que carece de miedos, sino el que se enfrenta a ellos. Y las palabras de Jesús son una buena medicina para ello. Muy acertada tu reflexión final; "Confiar no es saberlo todo de alguien sino NO necesitar saberlo". Ante el misterio insondable de la Santísima Trinidad, y aunque nuestras limitadas capacidades nos impidan comprenderlo en su integridad....CONFIEMOS EN EL AMIGO QUE NUNCA FALLA!!.

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