Me
parece maravilloso que en una misma jornada nos pongamos de acuerdo en celebrar
la Fiesta de Todos los Santos. De los Santos de nuestro tradicional Santoral,
de los Santos de nuestras familias, de nuestros pueblos y ciudades. Todos “en
un mismo paquete” para agradecerles su vida y sus enseñanzas, para tomar
ejemplo de su manera de actuar y para comprometernos nosotros también a ser
santos, aunque de momento sea con minúsculas.
Es
bastante fácil “reconocer” a algunos de esos Santos en cuanto los vemos
colocados en nuestras altares. Si vemos la imagen de un labrador junto a una
yunta de bueyes enseguida sabemos que se trata de una representación de San
Isidro. Si vemos la imagen de un “santo barbudo” y con unas llaves en su mano reconocemos
con facilidad a San Pedro. O si vemos en algún altar a un personaje con una
llaga y a su lado se encuentra un perro con un pan en la boca no hay duda que
en ese lugar se recuerda a San Roque. Así podríamos ir recorriendo las
representaciones de los Santos de nuestros Iglesias, Ermitas y Santuarios.
Me
gustaría que en esta Fiesta de Todos los Santos fuéramos capaces de hacer el ejercicio
de “representar” en nuestro interior a esos otros Santos conocidos por nosotros.
¿Cómo representar a ese familiar, amigo, vecino,… que ha convivido conmigo y al
que no me supone esfuerzo alguno calificarle como Santo? ¿Haría una imagen con
un personaje con una sonrisa perpetua? ¿Cómo representaría a esa vecina a la
que siempre podías acudir porque dejaba sus labores para echarte una mano? ¿De
qué tamaño harías una imagen de ese compañero de trabajo al que nunca le
escuchaste hablar mal de nadie? ¿Y a la madre que daba todo su tiempo y su
sabiduría a ese hijo que nació enfermo? ¿….?
Creo
que puede ser un ejercicio creativo que nos ayude a empeñarnos en descubrir a
los “santos” que tenemos en nuestros días y ser agradecidos a esos Santos, con
mayúsculas, de los que tantos REGALOS hemos recibido. Ya sé que la tradición es
llevarles al Cementerio unas flores que siempre hablan de vida, y que ojalá
nunca se pierda, pero este “ejercicio” que os propongo no quiere ser sino una
ayuda a celebrar con más cariño y cercanía esta jornada siempre especial…
Un
agradecimiento, una vez más, al que siento como el gran protagonista de esta
Fiesta: Dios Padre, Bueno y Misericordioso que a todos esos Santos les ha
regalado la Vida, con mayúsculas. Recordamos y reconocemos la vida de quienes
nos han precedido pero si no damos el paso de encontrarnos a un Dios que nos
ama mientras vivimos y también después de la muerte, si no gozamos con la
apuesta de Dios por la Vida, si no sentimos su capacidad interminable de
Perdón, si no reconocemos en esta jornada la voluntad salvífica de Dios para
todos y cada uno de sus hijos,… si no damos ese paso nos habremos perdido lo
mejor de la Fiesta y tendremos el peligro de convertir este día en una simple
tradición cuyo futuro puede que, como otras tradiciones, tenga los días
contados.
Feliz Fiesta de todos, todos, los Santos.