“Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella
muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino
que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo
débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.” 1Cor. 1,26-27
“Fijaos en vuestra asamblea”,… seguro que lo hemos hecho en más de
una ocasión. Y seguro que en más de una ocasión nos hemos sentido
desilusionados porque nuestras Comunidades no son multitudinarias, ni son
Comunidades con la fuerza de la juventud, ni los más pequeños son los que “más
ruido” producen en nuestras asamblea, ni… ¿Cuántos recuerdos de los tiempos en
los que era extraño que faltara algún vecino a la celebración dominical y al rosario
de la tarde? ¿Cuántos suspiros en nuestras conversaciones sobre el futuro de
algunas de nuestras celebraciones dominicales? ¡¡¡Por supuesto que nos hemos
“fijado en nuestras asambleas”!!!
Y, por supuesto, que también
hemos hablado sobre las causas de que la realidad sea tan evidente. Hemos
hablado y valorado positivamente que, a diferencia de hace algunos años, nadie
de siente obligado a asistir a las celebraciones, además de que “no está de
moda” expresar la fe en la celebración dominical. Y hemos hablado de que el “ritmo
de vida” de las familias más jóvenes no les deja otro espacio para estar juntos
que el domingo a la mañana, en el mejor de los casos. Nos hemos “fijado en
nuestras asambleas” y hemos descubierto que a pesar de los cambios realizados en
la Iglesia, todavía nos quedan muchos cosas que cambiar y muchos esfuerzos por
realizar para que sean asambleas vivas e iluminadoras de la realidad que vive
nuestro mundo. Pasan los años y los cambios son demasiado lentos.
Y, tal vez equivocadamente, no hemos
sido capaces de descubrir la riqueza de la realidad. Hemos mirado las asambleas
desde la estadística y la “numerología” y no somos capaces de recordar este
trocito de San Pablo que nos dice que “Dios
ha elegido lo débil del mundo para humillar lo poderoso”. ¿Necesitamos unas
Iglesias a rebosar para que el mensaje de Jesús tenga más credibilidad? ¿Es
imprescindible que se llenen las iglesias del mundo entero de grandes
intelectuales y afamadas personalidades?
No es el lugar, ni tampoco soy
capaz, de hacer en unas pocas líneas un detallado estudio teológico-social del
por qué hay tantos “huecos” en nuestras asambleas pero sí me parece importante
que escuchemos detenidamente este trocito de la Carta a los Corintios. No
estaremos muchos “poderosos” en las celebraciones pero si no valoramos lo
pequeño, lo débil, “lo necio del
mundo”,… es señal de que no hemos comprendido ni la “elección” realizada
por Dios” ni la manera de actuar de Jesús ni tampoco el lugar de la Iglesia en
este mundo en el que nos toca vivir.
¿Queremos que llegue la Buena
Noticia de Jesús a todas las personas y a todos los rincones? Por supuesto.
¿Queremos que nuestras asambleas estén compuestas por muchas personas y de
todas las edades y de todas las condiciones? Por supuesto. ¿Queremos que
nuestras Comunidades sean Comunidades dinámicas que den testimonio con valentía
de los valores del reino? Por supuesto. ¿Queremos…? Pero los deseos solo se
harán realidad si partimos de valorar la realidad, de valorar lo pobre, “lo
débil y necio” porque, insisto, esa es la elección de Dios.
Es necesario dejar de “soñar”
con la “iglesia de cristiandad” de hace unos cuantos lustros y valorar, vivir y
buscar la iglesia que vive desde lo débil y lo pobre, la iglesia que ofrece su
Buena Noticia en todas las esferas de la vida del pueblo, la iglesia que
respeta la libertad de todas y cada una de las personas, la iglesia que sufre
con quien sufre y la iglesia que se alegra cuando descubre que el Reino de Dios
no es algo de antaño sino que es una realidad en la vida de cada día. Y también
es la hora de que la iglesia desde su pequeñez cumpla con su función de
denunciar abiertamente, siempre desde el amor, aquellas actitudes y realidades
que impiden el desarrollo de las personas y de los pueblos.
Somos pocos, somos débiles, somos mayores, somos… pero no olvidemos que
somos Hijos de Dios, que somos Iglesia de Dios, que somos Profetas, que somos
Bautizados, que somos… y que solo desde lo pobre, débil y necio podremos
iluminar nuestra realidad, aunque lo poderoso, grandioso, multitudinario,… sea
una tentación también para la Iglesia.
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