C. Los soldados,
cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para
cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de
una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la
rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».
C. Así se cumplió
la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto
hicieron los soldados.
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su
madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
╬ «Mujer, ahí
tienes a tu hijo».
C. Luego, dijo al
discípulo:
╬ «Ahí tienes a tu
madre».
C. Y desde aquella
hora, el discípulo la recibió como algo propio.
C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
╬ «Tengo sed».
C. Había allí un
jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña
de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
╬ «Está cumplido».
C. E, inclinando
la cabeza, entregó el espíritu.
………
José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque
oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo
de Jesús. Y Pilato lo autorizó.
Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también
Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una
mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre
los judíos.
Había un huerto en el sitio donde lo
crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido
enterrado todavía.
Y como para los judíos era el día de la
Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. (Juan 19,23-30. 38-42)
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