miércoles, 9 de noviembre de 2016

¡¡¡También en ti!!!

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1ª Cor. 3,16)

Hoy se celebra en la Iglesia  la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán. Una fiesta que difícilmente podremos encontrarla en la lista de fiestas populares de nuestro entorno pero me gustaría aprovecharla para hacer un breve comentario sobre la segunda lectura que se leerá hoy en las Eucaristías del mundo entero. Una lectura en la que San Pablo dirigiéndose a los cristianos de Corinto les recuerda algunos asuntos y de los que me ha parecido oportuno remarcar el que tenéis al principio de este comentario.
¿Nosotros templo de Dios? ¿El Espíritu habita en mí? Sin duda, más de uno diréis que San Pablo se equivoca o habla de otros tiempos y de otras personas. Tal vez sean “templo de Dios” esas personas, muchas, que dedican toda su vida a los demás, tal vez “el Espíritu de Dios habite” en quienes renuncian a muchas cosas por conocer y amar cada día un poco más a Dios, tal vez “es Espíritu habite” en quienes dan testimonio continuado de la fuerza de los valores del Mensaje de Jesús, tal vez en quien…, pero ¿también en mí con mis dudas e incongruencias? San Pablo acierta, también en ti.
Ser consciente y vivir esa realidad nos debe de hacer vivir de una manera alegre y confiada, humilde y solidaria, pacífica y amante, agradecida y cuidadosa con nuestro interior,…¿También en ti?. ¡¡¡Sí!!!
Pero también en todas, todas, las personas que tienes a tu alrededor y por tanto has de tratarlas como tales, como “templo de Dios”. ¿A todas? Por supuesto que sí, ¿o es que tú eres más que… o estás por encima de …? Y no solo has de tratarlas y respetarlas como “templo de Dios que son” sino que has de denunciar todas las situaciones en las que no se respeten a todas y cada una de las personas o sean atropellados sus derechos fundamentales o sean marginados por cualquier circunstancia.
A todos nos es fácil hacer el ejercicio de hacer una lista de personas que no son respetadas como “templos vivientes de Dios”: ¿se respeta el templo de Dios cuando ponemos vallas llenas de concertinas o dejamos que se ahoguen miles de personas en nuestros mares? ¿Respetamos los “templos sufrientes de Dios” cuando se aniquilan sin miramientos pueblos enteros por intereses ocultos? ¿Son honrados los “templos dolientes de Dios” en esas mujeres víctimas de una violencia que no parece tener fin? ¿Son dignificados los “tiernos templos de Dios” de todos esos menores que son explotados en las guerras y en trabajos que nadie quiere hacer?... Podéis seguir con la lista cada uno de vosotros.
Da la sensación de que este templo de Dios que todos somos, según San Pablo, lo hemos cuidado por “el exterior” con este boom de gimnasios, estilismos, modas y “coloretes” pero se nos ha olvidado cuidar el Templo en su parte más importante: en sus cimientos para que no tiemble cada vez que se produce cualquier imprevisto, en su confortabilidad para poder vivir en paz y en un escrupuloso cuidado de su “habitante”. Está bien cuidar la “fachada” pero es muy triste tener una presencia pulcra y arregladita pero con mucha humedad y frío en la sala de estar y en el dormitorio.
Termino con un agradecimiento a ese Dios que quiere compartir mi existencia dentro de mí y en las personas que me rodean. A pesar de estar tan cerca no siempre es fácil sentirlo y reconocerlo pero dedicando un tiempo a mirarnos “por los adentros” y teniendo los ojos bien abiertos para descubrirlo en “otros templos”… tampoco es tan complicado que haya, al menos , cierta connivencia, cooperación y complicidad.

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