¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en
vosotros? (1ª Cor. 3,16)
Hoy
se celebra en la Iglesia la fiesta de la
dedicación de la Basílica de Letrán. Una fiesta que difícilmente podremos
encontrarla en la lista de fiestas populares de nuestro entorno pero me
gustaría aprovecharla para hacer un breve comentario sobre la segunda lectura
que se leerá hoy en las Eucaristías del mundo entero. Una lectura en la que San
Pablo dirigiéndose a los cristianos de Corinto les recuerda algunos asuntos y
de los que me ha parecido oportuno remarcar el que tenéis al principio de este
comentario.
¿Nosotros templo de Dios? ¿El Espíritu habita en mí? Sin duda, más de uno diréis que San
Pablo se equivoca o habla de otros tiempos y de otras personas. Tal vez sean
“templo de Dios” esas personas, muchas, que dedican toda su vida a los demás,
tal vez “el Espíritu de Dios habite” en quienes renuncian a muchas cosas por
conocer y amar cada día un poco más a Dios, tal vez “es Espíritu habite” en
quienes dan testimonio continuado de la fuerza de los valores del Mensaje de
Jesús, tal vez en quien…, pero ¿también en mí con mis dudas e incongruencias?
San Pablo acierta, también en ti.
Ser
consciente y vivir esa realidad nos debe de hacer vivir de una manera alegre y
confiada, humilde y solidaria, pacífica y amante, agradecida y cuidadosa con
nuestro interior,…¿También en ti?. ¡¡¡Sí!!!
Pero
también en todas, todas, las personas que tienes a tu alrededor y por tanto has
de tratarlas como tales, como “templo de Dios”. ¿A todas? Por supuesto que sí,
¿o es que tú eres más que… o estás por encima de …? Y no solo has de tratarlas
y respetarlas como “templo de Dios que son” sino que has de denunciar todas las
situaciones en las que no se respeten a todas y cada una de las personas o sean
atropellados sus derechos fundamentales o sean marginados por cualquier
circunstancia.
A
todos nos es fácil hacer el ejercicio de hacer una lista de personas que no son
respetadas como “templos vivientes de Dios”: ¿se respeta el templo de Dios
cuando ponemos vallas llenas de concertinas o dejamos que se ahoguen miles de
personas en nuestros mares? ¿Respetamos los “templos sufrientes de Dios” cuando
se aniquilan sin miramientos pueblos enteros por intereses ocultos? ¿Son
honrados los “templos dolientes de Dios” en esas mujeres víctimas de una
violencia que no parece tener fin? ¿Son dignificados los “tiernos templos de
Dios” de todos esos menores que son explotados en las guerras y en trabajos que
nadie quiere hacer?... Podéis seguir con la lista cada uno de vosotros.
Da
la sensación de que este templo de Dios que todos somos, según San Pablo, lo
hemos cuidado por “el exterior” con este boom de gimnasios, estilismos, modas y
“coloretes” pero se nos ha olvidado cuidar el Templo en su parte más
importante: en sus cimientos para que no tiemble cada vez que se produce
cualquier imprevisto, en su confortabilidad para poder vivir en paz y en un escrupuloso
cuidado de su “habitante”. Está bien cuidar la “fachada” pero es muy triste
tener una presencia pulcra y arregladita pero con mucha humedad y frío en la
sala de estar y en el dormitorio.
Termino con un agradecimiento a ese Dios que quiere
compartir mi existencia dentro de mí y en las personas que me rodean. A pesar
de estar tan cerca no siempre es fácil sentirlo y reconocerlo pero dedicando un
tiempo a mirarnos “por los adentros” y teniendo los ojos bien abiertos para
descubrirlo en “otros templos”… tampoco es tan complicado que haya, al menos ,
cierta connivencia, cooperación y complicidad.
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