martes, 14 de noviembre de 2017

Nos irá mejor


En aquel tiempo, dijo Jesús:
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"Enseguida, ven y ponte a la mesa"
¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer." (Lucas 17,7-10)

¡Qué hermoso terminar cada jornada con esta frase del evangelio de Lucas: "hemos hecho lo que teníamos que hacer"!
Conviene de vez en cuando acercarse a esta página del evangelio de Lucas, porque no habla de teorías vacías y porque nos hace reflexionar sobre el lugar en el que situarse en las decisiones personales, en la valoración de lo que pasa en nuestro mundo y también en las pequeñas decisiones de cada día que, no lo olvidemos, hacen que las personas seamos lo que somos.
Y digo volver al evangelio, y no solo los bautizados, porque es palabra clara, contundente y que siempre arroja luz. Las palabras de Jesús son tan claras que todos podemos comprenderlas y a todos nos vendría bien esforzarnos en aplicarlas a la realidad.
¿Cuál es mi labor y mi función? ¿Qué “pinto” en este lugar y en este momento de la historia? Ésta es una pregunta que a buen seguro nos la habremos hecho en numerosas ocasiones y a la que constantemente hay que ir dando contestación porque las circunstancias cambian y las respuestas también han de hacerlo.
Me parece que solo cumpliendo lo que “se me ha encargado” es como puedo dormir tranquilo y sentirme satisfecho de lo vivido cada jornada. En este mundo todos tenemos un espacio y un cometido a realizar y la mayoría de los problemas vienen cuando aspiramos a apropiarnos del lugar de los demás o cuando abandonamos nuestra misión y queremos realizar la misión del vecino sin haber cumplido la nuestra.
Un encargo que va cambiando según vamos cumplimentando tramos de nuestro caminar,  y siempre con la cintura preparada para acomodarnos a los cambios que la vida lleva consigo y también a la voluntad de Dios para con nosotros en cada momento.
“Lo más práctico” de este relato del evangelio me parece que esa llamada que nos hace a que por cumplir con nuestra misión nunca hemos de sentirnos superiores a los demás. Nos propone que con el trabajo bien hecho, y solo con el trabajo bien hecho, proclamemos: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
Pongamos un ejemplo. El médico cumple con su función y el pastor con la suya. ¿Debe sentirse más orgulloso el médico? ¿Es menos feliz el pastor? ¿Debe mirar por encima del hombro el médico al pastor? ¿Debe el pastor sentirse apocado ante el médico?... Parece que la respuesta a estos interrogantes están bien claros en las palabras de Jesús y no estaría mal que lo tuviéramos igual de claro cada uno de nosotros en nuestra relación con Dios y con los hermanos, en nuestra manera de cumplir con la misión encomendada en la sociedad y en la Iglesia.
Sirva esta reflexión para descubrir nuestro lugar en la sociedad y también en la Iglesia. En el momento en que el cura, la madre o el padre de familia, quien asiste a la celebración dominical cuando puede o quien pone las flores en la Iglesia o quien da catequesis a los más pequeños de la Comunidad o… cumple con su misión es el momento para poder repetir con orgullo y máxima alegría las palabras de Jesús: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
Es importante que las distintas tareas en la sociedad y en la Iglesia siempre las leamos desde el servicio y nunca desde la competencia. Nos irá mejor.

1 comentario:

  1. Para Dios todos somos iguales. Y tiene predilección por los pecadores (no necesitan médico los sanos sino los enfermos). Que tranquilidad de conciencia da cumplir con el deber y la misión que cada uno tiene en su vida. La vida está hecha de pequeños detalles. Y, con las prisas, muchas veces no nos damos cuenta. Cada vez aprecio más a los humildes. Son una especie menguante en esta sociedad donde abunda la ostentación, la soberbia, la envidia, el egoísmo y la apariencia. Disfruto de las personas auténticas. Me hacen reencontrarme con la esencia del ser humano. Un saludo a todos.

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