En aquel
tiempo, dijo Jesús:
Suponed que un
criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo,
¿quién de vosotros le dice:
"Enseguida,
ven y ponte a la mesa"
¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después
comerás y beberás tú"
¿Tenéis que
estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo
vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres
siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer." (Lucas 17,7-10)
¡Qué hermoso terminar cada jornada con esta frase del evangelio de Lucas: "hemos hecho lo que teníamos que hacer"!
Conviene de vez en cuando acercarse a esta página del evangelio de Lucas, porque no habla de teorías vacías y porque nos hace reflexionar sobre el lugar en el que situarse en las decisiones personales, en la valoración de lo que pasa en nuestro mundo y también en las pequeñas decisiones de cada día que, no lo olvidemos, hacen que las personas seamos lo que somos.
Conviene de vez en cuando acercarse a esta página del evangelio de Lucas, porque no habla de teorías vacías y porque nos hace reflexionar sobre el lugar en el que situarse en las decisiones personales, en la valoración de lo que pasa en nuestro mundo y también en las pequeñas decisiones de cada día que, no lo olvidemos, hacen que las personas seamos lo que somos.
Y
digo volver al evangelio, y no solo los bautizados, porque es palabra clara,
contundente y que siempre arroja luz. Las palabras de Jesús son tan claras que
todos podemos comprenderlas y a todos nos vendría bien esforzarnos en aplicarlas
a la realidad.
¿Cuál
es mi labor y mi función? ¿Qué “pinto” en este lugar y en este momento de la
historia? Ésta es una pregunta que a buen seguro nos la habremos hecho en
numerosas ocasiones y a la que constantemente hay que ir dando contestación
porque las circunstancias cambian y las respuestas también han de hacerlo.
Me
parece que solo cumpliendo lo que “se me ha encargado” es como puedo dormir
tranquilo y sentirme satisfecho de lo vivido cada jornada. En este mundo todos
tenemos un espacio y un cometido a realizar y la mayoría de los problemas
vienen cuando aspiramos a apropiarnos del lugar de los demás o cuando
abandonamos nuestra misión y queremos realizar la misión del vecino sin haber
cumplido la nuestra.
Un
encargo que va cambiando según vamos cumplimentando tramos de nuestro caminar, y siempre con la cintura preparada para acomodarnos
a los cambios que la vida lleva consigo y también a la voluntad de Dios para
con nosotros en cada momento.
“Lo
más práctico” de este relato del evangelio me parece que esa llamada que nos
hace a que por cumplir con nuestra misión nunca hemos de sentirnos superiores a
los demás. Nos propone que con el trabajo bien hecho, y solo con el trabajo
bien hecho, proclamemos: "Somos unos pobres
siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
Pongamos
un ejemplo. El médico cumple con su función y el pastor con la suya. ¿Debe
sentirse más orgulloso el médico? ¿Es menos feliz el pastor? ¿Debe mirar por
encima del hombro el médico al pastor? ¿Debe el pastor sentirse apocado ante el
médico?... Parece que la respuesta a estos interrogantes están bien claros en las
palabras de Jesús y no estaría mal que lo tuviéramos igual de claro cada uno de
nosotros en nuestra relación con Dios y con los hermanos, en nuestra manera de
cumplir con la misión encomendada en la sociedad y en la Iglesia.
Sirva
esta reflexión para descubrir nuestro lugar en la sociedad y también en la
Iglesia. En el momento en que el cura, la madre o el padre de familia, quien
asiste a la celebración dominical cuando puede o quien pone las flores en la
Iglesia o quien da catequesis a los más pequeños de la Comunidad o… cumple con
su misión es el momento para poder repetir con orgullo y máxima alegría las
palabras de Jesús: "Somos unos pobres
siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
Es importante que las distintas tareas en la sociedad
y en la Iglesia siempre las leamos desde el servicio y nunca desde la competencia.
Nos irá mejor.
Para Dios todos somos iguales. Y tiene predilección por los pecadores (no necesitan médico los sanos sino los enfermos). Que tranquilidad de conciencia da cumplir con el deber y la misión que cada uno tiene en su vida. La vida está hecha de pequeños detalles. Y, con las prisas, muchas veces no nos damos cuenta. Cada vez aprecio más a los humildes. Son una especie menguante en esta sociedad donde abunda la ostentación, la soberbia, la envidia, el egoísmo y la apariencia. Disfruto de las personas auténticas. Me hacen reencontrarme con la esencia del ser humano. Un saludo a todos.
ResponderEliminar