jueves, 30 de noviembre de 2017

¡¡"Velad" y gozad!!


Comenzamos este próximo domingo en la Iglesia un nuevo Año Litúrgico, una nueva oportunidad para conocer el mensaje de Jesús más de cerca, una nueva oportunidad para dejar iluminar nuestro discurrir por este mundo desde la Palabra de Dios, una nueva oportunidad, en definitiva, para vivir tal y como Jesús nos va a indicar en su mensaje dirigido a todos y cada uno de nosotros. Por tanto, y al igual que hacemos el 1 de Enero de cada año en las casas y en las plazas de muchos pueblos, creo que debiéramos estar radiantes al recibir este nuevo año litúrgico.
Un año litúrgico que comienza con un tiempo que llamamos Adviento y que se extiende desde este mismo domingo hasta el día de Navidad. Tiempo en el que se nos ofrecen diferentes herramientas para prepararnos a celebrar el Nacimiento del Salvador, ni más ni menos. Atención porque no es lo mismo “prepararnos” que “preparar”. Un período de tiempo siempre especial y cargado de esperanza.
Unas pocas semanas en las que se nos van a hacer una serie de invitaciones que sería bueno que nos pillaran con los oídos bien abiertos y, sobre todo, con el corazón dispuesto a recibir buenas noticias. Un tiempo con fuerte presencia de personajes como Juan Bautista y como María que, sin duda, fue quien mejor preparó el nacimiento de su hijo y que seguro que nos ayudará a que nosotros también hagamos nuestros propios preparativos. Un tiempo de espera activa en el que sentirnos también llamados a reconocer nuestras miserias, delante de Dios y de los vecinos, y también dispuestos a recibir el perdón de manos de un Padre siempre dispuesto al abrazo.
Un tiempo en el que conviene estar atentos para no despistarnos y confundir “Navidad” con “navidades”. Tiempo para centrarnos en lo importante, el Nacimiento de Jesús, y añadirle a ello otras tradiciones que solo tienen sentido pleno si hay una gran noticia como la auténtica Navidad. Es complicado abstraerse de la llamada al consumo sin sentido de estos días y es peliagudo enfrentarse a las llamadas premeditadas y perfectamente orquestadas de la sociedad del despilfarro que estos días vive sus mayores “días de gloria”. Es cierto y no reconocerlo es equivocarse, pero no es menos cierto que el esfuerzo merece la pena y poder sentir la verdadera Navidad, recibir la gran noticia de que nace el Salvador para ti y para mí, para vosotros y nosotros, sin excepción alguna,… Se requiere un esfuerzo importante para no equivocarse de llamada… pero merece la pena.
Es importante que desde el banderazo de salida nos pongamos en actitud de aprovechar estas fechas previas a la Navidad y que lo hagamos con la intención de disfrutarlo, de aprovecharlo,… de gozarlo. Cuando se nos plantea un reto en cualquier aspecto de nuestra vida y lo asumimos con ganas, e incluso con alegría, el reto ya ha comenzado a ser superado. Y al revés, cuando ese mismo reto es afrontado desde la falta de confianza y como un peso difícil de llevarlo a la espalda… hemos comenzado a perder la partida.

Desde estas sencillas líneas me atrevo a invitaros a gozar de este tiempo de Adviento, a llenar de color estas preciosas jornadas. Os invito a escuchar sin filtros la Palabra de Dios, a estar más cerca que nunca de los necesitados de nuestras casas y pueblos, a sentir y gozar del perdón de Dios y de nuestros hermanos, a que, con pequeños detalles, demostremos nuestra ilusión por el Nacimiento de Jesús en nuestra casa y en nuestro mundo,… a gozar de las fechas previas de la Navidad sin que necesariamente tengamos que ser parte de las “navidades” del consumo y la sinrazón.
El domingo leeremos en las celebraciones el evangelio en el que Jesús hace una llamada de atención a sus discípulos y también a nosotros: “Velad”. Velemos pues para que las pocas fechas que nos quedan antes de la Navidad sean jornadas de preparativos profundos que nos hagan disfrutar, gozar, porque nos disponemos a celebrar algo que puede ser trascendental si nos preparamos con ilusión y con ganas.

¡¡Que ustedes lo disfruten!!

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