Me ha enviado para dar la buena noticia a los que
sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los
cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del
Señor. (Isaías 61,1-2a)
Ojalá pudiéramos nosotros también “vendar
los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los
prisioneros la libertad y proclamar el año de gracia del Señor”. Sería tan diferente
nuestro mundo y nuestras relaciones más cercanas pero… me temo que no podemos
llegar hasta ahí. No me cabe ninguna duda de que nos apetece poder hacer todas
esas cosas de las que nos habla el libro del profeta Isaías y que, siglos
después, Jesús lo leería en la sinagoga de Nazaret para presentarse como el
Mesías esperado por el pueblo de Israel. (Lucas 4, 18 y 19).
Pero lo que sí podemos hacer es ser
buena noticia para las personas con las que vivimos a diario. Eso sí está en
nuestras manos y sería bueno que intentáramos ponerlo en práctica en estas
pocas fechas que nos quedan antes de celebrar la Fiesta de la Navidad. Yo creo
que no es pedirnos algo excesivamente
costoso. Basta con escuchar al que tiene necesidad de expresar lo que vive,
basta con abandonar los saludos de cortesía y desear desde el corazón lo mejor
para todos los que nos vamos tropezando en este camino que es la vida, basta
con decirle a mi “enemigo” que hay amnistía y que, si quiere, podemos empezar a
dialogar en la búsqueda de la solución de conflictos, basta con abrir los ojos
a quienes esperan que alguien le ofrezca una mano amiga, basta con… vivir como
hermanos, con querernos un poco más. Basta con eso. Seguro que se convierte en
una Buena Noticia para quien la necesita.
La invitación se nos hace porque
también nosotros nos encontraremos “dichosos”, felices, y porque, como Jesús, nosotros
también estamos “ungidos”, somos enviados, desde nuestro Bautismo a cumplir con
esta encomienda. Es Dios mismo el que confía en cada uno de nosotros para que
en este mundo todos podamos vivir dichosos y contentos, para que la fraternidad
no sea una palabra bonita sino una realidad en todas nuestras relaciones.
¡¡Esta sí puede ser la verdadera
revolución para nuestro mundo!! A mí no se me ocurre mejor forma de acabar con
las injusticias de nuestro mundo que tanto daño nos hacen al corazón y a los
ojos. No se me ocurre mejor manera de que este mundo deje de pensar solo en que
unos pocos vivan bien a costa de que otros muchos no puedan vivir con dignidad.
No se me ocurre otra forma de entender el respeto a la naturaleza por parte de
quienes solo piensan en explotarla aunque quienes vengan por detrás… Las
revoluciones económicas, políticas, y no digamos las bélicas, ya sabemos a
dónde han llegado.
¿Complicado? Claro que es complicado.
Es muy difícil porque los intereses que ahora predominan están muy enraizados y
“reciben riego diario", pero nadie dijo que fuera fácil la verdadera fraternidad.
Pero no olvidemos algo muy importante: no estamos solos, recordemos que hay
muchas personas que piensan, sienten y creen como nosotros y a los que hemos
sentirnos unidos.
Y para terminar, jamás dejemos pasar
por alto que “el Espíritu del Señor” está sobre ti. No solo son mis energías,
mis habilidades, mis esfuerzos, mis… sino que está Dios-con-nosotros y por eso
Navidad es Fiesta y por eso, y solo por eso, merece la pena que no nos perdamos
ni un solo detalle de lo que pasa en Belén y, sobre todo, en tu casa, a tu
vecino y en nuestro mundo. Hay muchos corazones desgarrados pero no estamos
solos para vendarlos. Es una buen momento para preparar vendas suficientes antes
de la gran fiesta.
Metafóricamente, podemos contribuir con nuestro granito de arena a "vendar" algunos corazones. Al menos los mas próximos. Y no hablo sólo de bienes materiales. Es cuestión de tener los ojos y los oídos bien abiertos. Atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. Que el Dios dinero no da la felicidad es una obviedad. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y no espabilamos. Muchas de las ideas geniales que cambiaron el mundo fueron tildadas de utópicas e irrealizables en su momento. Véase la esclavitud o el sometimiento de la mujer. No desesperemos. No sabemos el mundo que está por venir. De lo que tenemos plena certeza es de que el camino depredador que llevamos tanto con los iguales (el hombre es lobo para el hombre) como con el medio ambiente nos lleva directamente al abismo. Todo se mercantiliza y es susceptible de ser consumido. La gratuidad es una aparente quimera. Pero como muy bien dices, estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo y no estamos solos. Muchos pensamos que, aunque sea pasito a pasito, otro mundo es posible. Como decía el mandatario norteamericano; "No piense en lo que América puede hacer por Vd. sino en lo que Vd. puede hacer por América". Felices fiestas a todos y preparémonos para "aprehender" cada detalle de la Navidad, por pequeño que sea. Vivámosla con la mayor plenitud posible. Dios siempre provee.
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