El Papa Francisco, hace 8 años, instituyó la "Jornada Mundial de los Pobres". Una Jornada que no es para recoger fondos y compartir con quienes lo más necesitan (ya hay otras ocasiones a lo largo del año) sino para Orar "por y con ellos" y para Orar en todas las Comunidades Cristianas por esta realidad sangrante de nuestra sociedad. Una sociedad a la que a una parte le sobra tanto y a otra parte no le alcanza para vivir con dignidad.
Cuando escuchamos el número de personas que mueren cada día por no tener lo mínimo para vivir nos entran escalofríos... El Papa nos invita a rezar porque cree firmemente en la fuerza de la oración, más aún si es compartida en Comunidad. Claro que las movilizaciones en las calles, las ONGs,... las decisiones de los poderosos de la tierra son indispensables pero ¿alguien cree que la pobreza será desterrada por los que la provocan? ¿Alguien cree que quienes tienen como "dios el amontonar" van a vaciar "sus almacenes" para que otros tengan una "pequeña despensa"?
Recuerda el Papa en su hermoso Mensaje de este año 2024 las palabras de la Madre Teresa de Calcuta en la Asamblea General de la ONU de 1985 a la que se dirigió diciendo: “Yo solo soy una pobre monja que reza. Rezando, Jesús pone su amor en mi corazón y yo salgo a entregarlo a todos los pobres que encuentro en mi camino…”
A creyentes y no creyentes que se acerquen a esta página os invito a rezar o a leer despacio o a reflexionar o…, junto a personas de todo el mundo, esta pequeña oración que quiere convertirse en un humilde lazo de unión para las personas de buena voluntad.
Que paséis buen domingo.
Señor, escucha la oración de los pobres
que llega hasta tu presencia
con la fuerza de la fe y la esperanza.
Haznos capaces de vivir con humildad,
reconociendo que todos somos necesitados de tu amor.
Danos un corazón generoso,
dispuesto a compartir el sufrimiento
de los que menos tienen
y a ser instrumentos de tu justicia y misericordia.
Que nuestra oración no se quede en palabras,
sino que se transforme
en acciones concretas de caridad,
acercándonos a los pobres como hermanos
y compartiendo con ellos el don de tu paz.
Haz que nunca olvidemos
que en los rostros de los que sufren,
vemos el rostro de tu Hijo Jesús,
quien nos invita a amarlos
con el mismo amor que Tú nos regalas.
Por intercesión de María,
Madre de los Pobres y de los humildes,
te pedimos que nos guíes
en este camino de oración, servicio y entrega.
Amén.
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