domingo, 12 de abril de 2020

"ACOSTUMBRARSE" A JESÚS


En este día de Pascua, en este día de alegría sin fin por el triunfo de la VIDA sobre la Muerte, me apetece poner por escrito algunos sentimientos-reflexiones-…  que llevan revoloteando esta última temporada por la cabeza.
Hay un dicho popular que solemos traer muchas veces a la boca, al menos por mi parte: “somos animales de costumbres”. Lo solemos “revestir” de alguna coletilla tipo “…algunos más que otros”, pero me parece un dicho que, como todos los dichos populares, conviene valorar.
Estas últimas semanas están siendo un ejemplo evidente de que “la sabiduría popular”, una vez más, está cargada de razón. ¿Quién se había imaginado un escenario como el que tenemos y al que “nos vamos acostumbrando”? Confinados, aislados, colas para comprar el pan, distancia de las personas, el silencio de nuestras calles, sin abrazos, sin niños en las calles, sin comercios, sin bares ni terrazas en las que tomar un café, sin celebraciones en la Iglesia, sin visitas ni despedidas de los seres queridos, sin…, hasta sin futbol. Y, aunque el cambio es enorme,… parece que nos vamos acostumbrando.
La pregunta no es nueva ni ha surgido al soportar la pandemia del Covid-19 pero sí que la ha reforzado: ¿cómo es posible que nuestra sociedad se haya acostumbrado a vivir sin Dios, sin Jesús? Pues es verdad. Nos hemos acostumbrado. Como sociedad nos hemos acostumbrado. No digo “contra” sino “sin”.
No es el momento de hacer una análisis sociológico, teológico,… de esta “costumbre adquirida”, ni tampoco de encontrar causas, y menos culpables, ni de… porque hoy es Pascua y es día de mirar adelante y de preguntarnos si merece la pena hacer el esfuerzo de acostumbrarnos a vivir “con” y “desde” Jesús, “con” y “desde” Dios.
Nuestra sociedad más inmediata se ha acostumbrado a cosas que parecen tan inverosímiles… que hemos dejado a Dios, a Jesús, a lo trascendente, a la interioridad, a… que le hemos dejado un espacio casi nulo. Es evidente que hemos optado, queriendo o sin querer, por la economía, por el “dios-dinero”, como el eje sobre el que pivote nuestra sociedad y nuestro ser personas. Por desgracia, digo yo, nos hemos acostumbrado a eso.
Pero, después de lo que estamos viviendo en nuestros pueblos y en el mundo entero… ¿podremos acostumbrarnos a vivir con Jesús Resucitado? ¿Podremos acostumbrarnos a vivir desde el Amor, el Servicio y la Humildad, tal y como recordamos el Jueves Santo? ¿Será posible que nos acostumbremos a destruir todo lo que suponga muerte para quienes nos rodean y para toda la Humanidad? ¿Veis posible acostumbrarnos a no mirar la vida desde la inmediatez de los resultados financieros sino como una bella historia de Amor y Salvación entre Dios y la Humanidad?
¿Será posible que nos acostumbremos a sentir a los vecinos, amigos o no, como verdaderos hermanos? ¿Veis posible acostumbrarnos a dedicar más espacio a escuchar la Palabra de Dios que la palabrería televisiva de los programas del cuchicheo,? ¿Lo veis posible?

¿Podremos acostumbrarnos a juntarnos de vez en cuando con otros vecinos y celebrar y compartir nuestras luchas y nuestros logros, nuestras dudas y certezas, nuestras ganas de conocer lo que Dios espera de cada uno de nosotros y de nuestras Comunidades?
…...
Yo creo que podemos, y debemos, “acostumbrarnos” y estoy seguro que nos irá mejor. ¡Para algo bueno nos tiene que servir esta experiencia que estamos viviendo! Nadie nos lo tiene que contar. ¡Lo estamos viviendo en directo!
¡FELICES PASCUAS!!

1 comentario:

  1. ¡¡ FELIZ PASCUA DE RESURRECCION A TODOS !!. En esta Santa Semana, hemos rezado juntos y juntos hemos seguido las celebraciones litúrgicas a través de TVE-2 o 13 TV. No hemos conectado el portátil y por tanto no habíamos leído los comentarios de Ritxard. ¡¡¡ ESKERRIK ASKO !!!. Tus palabras son verdadero alimento espiritual y estímulo a la reflexión. Muy estimulante el vídeo elaborado para la oración en la noche del Jueves Santo. En relación al comentario sobre el Domingo de Resurrección, constatar que en nuestra sociedad cada vez mas desacralizada no solo muchos viven sin Dios sino "contra" Dios. Los avances científicos, el materialismo, el hedonismo nos hicieron creer que somos los dueños del Universo y, por tanto, Dios sobra. Nosotros solos nos valemos. Estamos en lo que se ha venido en denominar "Antropoceno". El hombre como centro del Universo. De ello se derivan nefastas consecuencias políticas, sociales, económicas y medioambientales. El Dios dinero sustituye en no pocas ocasiones al verdadero verbo encarnado. La persona es valorada por lo que tiene, no por lo que es. El 1% de la población mundial dispone del 50% de la riqueza. Es un escándalo al que también nos hemos acostumbrado. Como a los sin techo (que desgraciadamente para ellos no pueden quedarse en casa), a los sin voz, a las que sufren violencia, a los que son deshauciados o no pueden llegar a final de mes, a los hacinados en campos de refugiados para verguënza de Europa, a que el mar mediterráneo sea uno de los mayores cementerios del mundo, a las guerras por el agua o los recursos naturales esquilmados, a los niños soldados, a la "cultura" del descarte, al individualismo, al "relativismo moral", al fallecimiento de criaturas por desnutrición y/o enfermedades fácilmnte curables, al aborto, al individualismo atroz...etc. No deja de sorprender que mientras en el mundo Occidental se vive de espaldas a Dios, el cristianismo es la mayor religión del mundo y crece en fieles...gracias a países en vías de desarrollo de Africa (verdadera "bomba" demográfica) y Latinoamérica. En mi opinión, una sociedad judeocristiana como la nuestra que renuncia a sus raíces e incluso se avergüenza de ellas es una sociedad enferma. Ha bastado un pequeño virus microscópico para ponerlo todo "patas arriba" y situarnos en nuestra verdadera dimensión. Somos conscientes de nuestra pequeñez, insignificancia y vulnerabilidad. De todo lo negativo se puede sacar algo positivo; tal vez esta pandemia nos sirva para reflexionar y aprender la lección. Y volver a lo esencial; El amor, el servicio, la dignidad intrínseca de cada ser humano por el hecho de serlo. El Evangelio de Jesús es sencillo pero muy exigente para nuestras limitadas fuerzas. Tal vez podremos acostumbrarnos a valorar lo verdaderamente esencial relativizando lo accesorio. Tal vez podamos acostumbrarnos a dedicar unos minutos al día para leer el evangelio, meditar y rezar. Al fin y al cabo el ser humano es capaz de lo peor pero también de lo mejor. Tengamos fe, esperanza y caridad. Confiemos ciegamente en el que todo lo puede y ha vencido a la muerte y al pecado con su resurrección. Felices Pascuas a todos.

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