No todos los días los Salmos de la Liturgia son tan
claros y “provocadores” como el que hoy utilizamos entre las dos lecturas de la
Palabra de Dios en la Eucaristía: “Buscad continuamente el rostro del Señor”. Hay ocasiones en las que el lenguaje es un
poco más difícil de comprenderlo sin algún tipo de explicación, hay otras veces
en las que hay que tener cierta “culturilla” bíblica e histórica para poder
gozar de la belleza de su mensaje o de su misma redacción literaria.
La invitación que se nos hace
es tan evidente que bien merece la pena que la convirtamos en actitud de vida: Pasear
por la vida con los ojos y el corazón abiertos para encontrar el rostro de Dios
en lo que pasa a nuestro alrededor. No se trata de hacer un ejercicio una serie
de veces a la semana o unas horas al día. No es lo mismo ir dos veces a la
semana a clase de yoga, por ejemplo, o tres veces a correr con los amigos o…
que “buscar continuamente el rostro del Señor”. Viene bien diferenciar entre “hacer
ejercicios” y tener una “actitud de vida”.
¿Y en dónde busco a Dios? Podríamos
hacer un elenco de “lugares” en los que encontrar a Dios y de los que hemos
escuchado hablar muchas veces: en la naturaleza, en los pequeños y mayores de
casa, en los pobres y marginados, en el amor de quienes nos quieren y en las personas
a las que queremos, en los gestos de solidaridad de tantas gentes, en la
celebración de los Sacramentos, en… Lo importante es que cada uno de nosotros
tengamos la actitud de encontrar ese rostro de Dios. Buscar y buscar para llegar
a tener la experiencia de que Dios está junto a mí y en mi mundo, que comparte
codo a codo mis alegrías y mis angustias, que no es “algo” que se diluye en la
distancia de las nubes sino que “viste y calza” mi realidad. Y para algunos
será más fácil en un lugar y de una determinada manera y para otros será otra,
pero lo que no puede faltar por nuestra parte es la actitud de búsqueda
continuada.
¿Y para que quiero, o
necesito, encontrar el rostro de Dios? Tal vez pensemos que no es necesario
encontrar a Dios, que lo importante es que encontremos otras cosas: “salud,
dinero y amor”, afirma el dicho popular, por ejemplo. El orden de estas tres
cosas las podemos discutir… pero que no falte ninguna de ellas, y si es en
abundancia, mejor. ¡¡¡Eso sí que es importante!!!
¿Y si el encuentro con el “rostro
del Señor” fuera la mejor experiencia de amor que nunca hayas imaginado? ¿Y si
al encontrar ese rostro del Señor alcanzarías el mayor grado de “salud”, de bienestar,
de paz, de satisfacción,… al que jamás has aspirado? ¿Y si ese Dios que camina
junto a ti fuera el mayor tesoro por el que suspirar y con “réditos”
insospechados? Son muchas las personas que así lo han vivido a lo largo de la
historia y también hoy hay muchas que así lo afirman, que así lo viven, que así
lo comunican, que…, ¿serán todas ellas unas farsantes?
“Buscad continuamente el
rostro del Señor” no es un peso que se nos echa encima sino una oportunidad
que se nos brinda. Somos libres para aceptar dicha oportunidad o no pero como
creo que merece la pena aprovecharla me atrevo a compartirla con vosotros en
esta jornada.
Dios Padre, Dios de los
Pobres, Dios Misericordioso, Dios Creador, Dios Trinidad, Dios…, seguid
vosotros mismos poniéndole adjetivos a medida que vayáis reconociendo su rostro
en vuestro caminar.
¡¡¡¡Que haya suerte, que no
desistáis en la búsqueda y que nos contéis los resultados del esfuerzo para que
de esa forma el gozo sea aún mayor!!!!
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