miércoles, 6 de julio de 2016

¡Que haya suerte...!

No todos los días los Salmos de la Liturgia son tan claros y “provocadores” como el que hoy utilizamos entre las dos lecturas de la Palabra de Dios en la Eucaristía: “Buscad continuamente el rostro del Señor”. Hay ocasiones en las que el lenguaje es un poco más difícil de comprenderlo sin algún tipo de explicación, hay otras veces en las que hay que tener cierta “culturilla” bíblica e histórica para poder gozar de la belleza de su mensaje o de su misma redacción literaria.
La invitación que se nos hace es tan evidente que bien merece la pena que la convirtamos en actitud de vida: Pasear por la vida con los ojos y el corazón abiertos para encontrar el rostro de Dios en lo que pasa a nuestro alrededor. No se trata de hacer un ejercicio una serie de veces a la semana o unas horas al día. No es lo mismo ir dos veces a la semana a clase de yoga, por ejemplo, o tres veces a correr con los amigos o… que “buscar continuamente el rostro del Señor”. Viene bien diferenciar entre “hacer ejercicios” y tener una “actitud de vida”.
¿Y en dónde busco a Dios? Podríamos hacer un elenco de “lugares” en los que encontrar a Dios y de los que hemos escuchado hablar muchas veces: en la naturaleza, en los pequeños y mayores de casa, en los pobres y marginados, en el amor de quienes nos quieren y en las personas a las que queremos, en los gestos de solidaridad de tantas gentes, en la celebración de los Sacramentos, en… Lo importante es que cada uno de nosotros tengamos la actitud de encontrar ese rostro de Dios. Buscar y buscar para llegar a tener la experiencia de que Dios está junto a mí y en mi mundo, que comparte codo a codo mis alegrías y mis angustias, que no es “algo” que se diluye en la distancia de las nubes sino que “viste y calza” mi realidad. Y para algunos será más fácil en un lugar y de una determinada manera y para otros será otra, pero lo que no puede faltar por nuestra parte es la actitud de búsqueda continuada.
¿Y para que quiero, o necesito, encontrar el rostro de Dios? Tal vez pensemos que no es necesario encontrar a Dios, que lo importante es que encontremos otras cosas: “salud, dinero y amor”, afirma el dicho popular, por ejemplo. El orden de estas tres cosas las podemos discutir… pero que no falte ninguna de ellas, y si es en abundancia, mejor. ¡¡¡Eso sí que es importante!!!
¿Y si el encuentro con el “rostro del Señor” fuera la mejor experiencia de amor que nunca hayas imaginado? ¿Y si al encontrar ese rostro del Señor alcanzarías el mayor grado de “salud”, de bienestar, de paz, de satisfacción,… al que jamás has aspirado? ¿Y si ese Dios que camina junto a ti fuera el mayor tesoro por el que suspirar y con “réditos” insospechados? Son muchas las personas que así lo han vivido a lo largo de la historia y también hoy hay muchas que así lo afirman, que así lo viven, que así lo comunican, que…, ¿serán todas ellas unas farsantes?
Buscad continuamente el rostro del Señor” no es un peso que se nos echa encima sino una oportunidad que se nos brinda. Somos libres para aceptar dicha oportunidad o no pero como creo que merece la pena aprovecharla me atrevo a compartirla con vosotros en esta jornada.

Dios Padre, Dios de los Pobres, Dios Misericordioso, Dios Creador, Dios Trinidad, Dios…, seguid vosotros mismos poniéndole adjetivos a medida que vayáis reconociendo su rostro en vuestro caminar.
¡¡¡¡Que haya suerte, que no desistáis en la búsqueda y que nos contéis los resultados del esfuerzo para que de esa forma el gozo sea aún mayor!!!!

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