domingo, 10 de julio de 2016

¡No hagas tú lo mismo!

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Jesús le dijo: «Anda, haz tú lo mismo.» (Lucas 10, 30-37)

La página del buen samaritano es de esas páginas que nunca se te olvidan una vez que la has escuchado o leído. Es tan clara que en cuanto escuchas su final, “Anda, haz tú lo mismo”, ya sabes cuál es la “moraleja” del cuento y lo que has de hacer para que sea algo más que un relato mejor o peor hilado y pase a ser una invitación a realizar las cosas con un determinado estilo.
Hoy me apetece escribir sobre quienes no son los protagonistas del relato, lo sé, pero sí personajes causantes de lo que a continuación se relata: “los bandidos” que dejaron medio muerto al pobre caminante. Escribir sobre ellos porque, por desgracia, siguen siendo protagonistas de nuestro mundo y me apetece hacerles un “merecido homenaje”. Un “homenaje a quienes siguen atracando, jugando con la vida de los sencillos caminantes, “moliendo a palos” a tanta gente,… Son los “bandidos” de nuestro mundo a quienes es importante saber descubrirlos y hacerles ocupar el lugar que se merecen.
Estoy hablando de los bandidos, por ejemplo, “excelentemente valorados” nuestro mundo como son las entidades financieras. Basta con acercarse a cualquiera de ellas para descubrir que si tienes una cantidad de dinero que quieres que “te la guarden” nunca son “momentos buenos” para que te aseguren un mínimo dividendo. Pero si esa misma mañana necesitas que te presten una cantidad para atender una emergencia… entonces su dinero pasa a tener un valor inmenso. Pasamos inmediatamente de que tu dinero vale “cero” a que el suyo, que además no es suyo, vale un “ocho o un diez por ciento”, o… Eso en castellano se llama robar, aunque ellos lo llamen de otra manera, se llama golpear al que intenta caminar por la vida de la manera más digna posible. No hagas tú lo mismo.
Pongamos otro ejemplo de “bandidos” de nuestro mundo. ¿Es posible que la llamada justicia castigue con la cárcel a quien tuvo un tropezón en su vida y ya ha retomado el camino correcto y no castigue a quien, con nocturnidad y alevosía, ha pergeñado la manera de robar cantidades ingentes de dinero? ¿Es justicia que una persona pueda librarse de cualquier condena porque tiene dinero para pagar los mejores bufetes de abogados y hacer frente a cualquier fianza? ¿Acaso no es golpear a los caminantes hacer una legislación a capricho de unos pocos en lugar de que la verdadera Justicia sea el centro de la misma? No hagas tú lo mismo.
También me parece apropiado catalogar de “bandidos” de nuestro mundo a los que “juegan a ser políticos”. No a quienes hacen el esfuerzo de ponerse al servicio de la sociedad y aportan todo lo que está en sus manos, pero sí a quienes entienden la política como una poltrona de poder sobre el común de los mortales. Se aprovechan de las personas, juegan con sus ilusiones, con sus sentimientos de país o de estructura social y, además, se lucran con el dinero que aportan los caminantes sencillos que recorren tranquilamente su existencia. No hagas tú lo mismo.
¿Qué os parece si añadimos al listado  de “bandidos” a las compañías farmacéuticas que solo ponen al acceso de los caminantes los medicamentos en cuanto que son “económicamente rentables” para sus intereses? ¿Y a los que controlan el acceso a las energías dependiendo de los dividendos que les aportan? ¿Serán dueños del sol, el aire y las olas como lo son de las centrales nucleares,...? ¿Y a los que investigan para lograr las armas que “maten mejor” y comercian con ellas sin pudor alguno? Creo que perfectamente los podemos añadir al listado.
No quiero olvidarme de ampliar este grupo de “bandidos oficiales” a quienes piensan que tienen derecho alguno sobre las vidas de los demás, sobre los sentimientos de los otros o sobre la libertad de reflexión o expresión de cualquiera de los mortales. Tan solo enumero algunas de las consecuencias de semejantes individuos: violencia de género, trafico de drogas, trata de personas, racismo, refugiados olvidados, inmigrantes desposeídos de dignidad, explotación de menores, abusos laborales, silencios provocados,… Podéis continuar vosotros mismos la lista…….. No hagas tú lo mismo.
Ya sé que lo importante del “cuento” de Jesús es la figura del Samaritano y en él hemos de fijarnos y a él hemos de imitar. En más de una ocasión escribiré sobre él pero hoy, tampoco sé muy bien por qué, quería describir la realidad actual de los “bandidos” que siguen abordando a los caminantes que intentan recorrer en paz y tranquilidad su camino.

No hagas tú lo mismo. 

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