miércoles, 27 de julio de 2016

Dios es amor

 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1ª Jn. 4,8)

En la historia de las religiones hay miles, millones, de libros escritos sobre cada uno de los “dioses” de las religiones, movimientos religiosos, sectas,... Grandes tratados teológicos sobre la esencia de los dioses, sobre su naturaleza, sus características, sus acciones, sobre la manera de contentar a cada uno de ellos,… y existen también enormes compendios de quienes a lo largo de la historia se han atrevido a señalarlos en lugares y acciones concretas.
La afirmación de San Juan que encabeza estas líneas seguro que no es la definición más extensa ni la más detallada sobre la naturaleza de Dios que se ha hecho a lo largo de la historia pero es difícil “decir tanto” de Dios, imposible diría yo, en tan pocas palabras.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado quién es Dios y cómo es Dios, en dónde podemos encontrarlo y cómo se siente a Dios? Y a buen seguro que nos hemos esforzado en encontrar respuesta a este interrogante como ha hecho la humanidad desde el comienzo de su existencia…
Pues la respuesta, según el autor de la carta es clara, concisa y sin lugar a interpretaciones: “Dios es amor”. Ni más ni menos explicaciones.
Y lo que para algunos puede parecer una definición más o menos lograda, e incluso “graciosa”, a mí me parece que se trata de una las grandes frases que pueden, y deben, despejar nuestros interrogantes en la búsqueda de Dios y en qué consiste nuestra colaboración con ese Dios que quiere lo mejor para todos y cada uno de sus hijos, como “Buen Padre”.
¿En dónde buscamos a Dios? Pues muy sencillo: donde hay amor. No lo busques en las realidades en las que los protagonistas y los motores son otros… porque no lo vas a encontrar. Si Dios es amor, no lo busques donde el objetivo es la consecución de poder o de dinero, no lo busques en donde el hermano es una “herramienta” a utilizar para mis intereses o donde el hermano es despojado de sus derechos por el color de su piel, por su religión o por su género. No lo busques donde no hay amor. Simplemente no está. Está bien claro en las palabras de Juan: “Quien no ama no ha conocido a Dios”. No hacen falta muchas explicaciones. Sin más.
Pero si abrimos los ojos de una manera positiva no nos va a costar demasiado encontrarlo en la familia unida en las alegrías y en las dificultades, en el vecino que dedica tiempo a escucharte cuando estás agobiado, en la vecina que te hace las compras cuando tú no puedes salir de casa, en la asociación que da cauce a los sentimientos de fraternidad con los quienes están pasando una mala situación económica o anímica, en quienes dan sus primeros pasos de relación de pareja y en quienes viven el amor con la serenidad y responsabilidad de llevar toda la vida juntos, en quienes utilizan la cacareada globalización para regar solidaridad por los cinco continentes, en… Seguro que te es fácil hacer un listado muy largo de la cantidad de detalles del día a día que nos hablan de amor. Pues esos, y no otros, son los detalles que nos hablan de Dios. En esos detalles, precisamente ahí, es donde podemos sentir quién y cómo es Dios: Amor en su máxima expresión.
Todos sabemos definir qué es amor porque tenemos experiencia de sentirnos queridos y todos tenemos experiencia de amar y, por tanto, y según la definición de Juan, todos sabemos cómo es Dios. Tal vez nos falte profundizar en la inmensidad y en la concreción de ese Dios-Amor. Probablemente nos convenga hacer un esfuerzo añadido para sentir ese Amor día tras día e incluso buscar oportunidades, y maneras, para celebrarlo pero la definición “Dios es Amor” nos simplifica muchísimo las cosas.
Amemos, dejémonos querer y…

1 comentario:

  1. Gracias, Ritxar, precioso tu "compartir sin prisa", me llega.Y qué bueno que sea así.

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