María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose
de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
(Lucas 1,46-55)
Seguramente que hay alguien que ha dedicado tiempo a ver cuál es la fiesta más extendida en nuestro entorno y en los alrededores y me imagino que una de las que estarán en el “top ten” será la fiesta de la Asunción, la Fiesta de Nuestra Señora, la fiesta del 15 de agosto. Miles de pueblos, Ermitas y Santuarios celebran este día como la Fiesta de su patrona,… la Fiesta de la Virgen.
Fiesta en la que, además de todos los festejos
populares, me parece que es un día adecuado para sentirnos orgullosos de que
Dios eligiera a una mujer sencilla como “instrumento” para que su Hijo se
hiciera presente en nuestro mundo y nos presentara con toda clase de detalles
su mensaje salvador. Podría haber elegido otro medio diferente, podría haber elegido
una mujer de una familia importante, podría… y sin embargo eligió a María, la
hija de Joaquín y Ana nos dice la tradición.
Fiesta de la mujer que fue capaz de trastocar sus
planes para cumplir los planes de Dios, aun sin comprenderlos en su plenitud,
la mujer que fue capaz de guardar y meditar todas las cosas que fueron
sucediendo alrededor del hijo de sus entrañas, desde el portal de Belén hasta
la desaparición del cuerpo lacerado que habían colocado en el sepulcro tras su
muerte de manera tan dolorosa y frustrante. Fiesta de una mujer que recibe a
los pies de su hijo moribundo el encargo de ser Madre de todos los creyentes y
que a lo largo de la historia ha sido, y es, figura importante en el caminar de
los cristianos.
Fiesta de quien eleva el canto de acción de
gracias a Dios proclamando su alegría porque ha mirado la “humillación de su
esclava” y porque se ha revelado a los “sencillos”, “enaltece a los humildes” y
“a los hambrientos los colma de bienes”. Esa manera de hacer las cosas de Dios
provoca una acción de gracias profunda en María y así debiera ser también para
todos nosotros.
Fiesta, por último, que bien puede considerarse
como una clase práctica de lo que supone ser seguidor de Jesús, fiesta de
descubrir la importancia de saber proclamar la “grandeza del Señor” con la boca
y , sobre todo, con la manera de relacionarnos con los hermanos y con una
manera muy concreta de afrontar los grandes retos de nuestro mundo y de nuestra
Iglesia.
Que así sea y que ustedes lo disfruten.
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