Puedo
aseguraros que había otras opciones mejores para terminar el domingo que
ponerse delante de la televisión para presenciar el debate televisivo sobre
economía que ofrecía una de las cadenas. Pero no es menos cierto que por pura
“responsabilidad civil” parecía obligado hacer un esfuerzo e intentar sacar
algunas conclusiones de lo que allí se cociera. Era claro que los invitados
eran los “segundos espadas” de los partidos invitados, la moderadora
suficientemente capaz de “torear” con semejantes morlacos, el tema debatido se
considera crucial en todos los programas,… Me parecía que debía realizar un
esfuerzo. Ahora me apetece compartir con vosotros algunas conclusiones que
saqué tras prestar atención a los cuatro invitados, aun reconociendo que según
iban transcurriendo los minutos… el interés iba decreciendo y Morfeo atacaba
con sus múltiples y poderosas artimañas.
Y empiezo mi
valoración por el final para que no haya engaños en los demás comentarios. Me
sentí decepcionado. Así de claro y rotundo. No por uno o por dos de los
partidos sino por los cuatro que están “llamados” a ganar las elecciones o a
repetir la búsqueda de puntos de encuentro para que no se repita el bochornoso
espectáculo que nos han ofrecido tras las elecciones de diciembre. Decepcionado.
Decepcionado
por las formas. Mi impresión, tal vez equivocada, es que su preocupación era
cumplir las instrucciones de los asesores de imagen. Hay, creo yo, otras formas
que cuidar que las “políticamente” correctas. Por poner un ejemplo, no se pueden
presentar ante los electores quienes no saben respetar los turnos del otro contertulio.
Será una argucia televisiva pero, sobre todo y ante todo, es una falta de
educación. No es posible que utilicen “prácticas guerrilleras” a la hora de
presentar lo que ellos consideran el núcleo de sus programas electorales. Parece
que no han comprendido que el “y tú más”, “la herencia recibida”, “los números
amañados”, “las buenas intenciones”,… aburren al electorado y, además no son
creíbles. Si es verdad que se creen que tienen la llave para desentrañar los
problemas de las personas y de los pueblos debieran hacer un discurso limpio,
amable, claro, respetuoso y contundente, aunque nunca exclusivo.
Y decepcionado,
sobre todo, por el fondo. Nos vuelven a presentar, y en esto coinciden todos,
la economía, el dinero, como el salvador de todos los problemas. No es una
herramienta sino que, insisto, todos, lo convierten en el objetivo principal de
su función política y el “salvador” de todos los males. Planteamientos mejor o
peor expresados, quitando de aquí y poniendo allá, subiendo o bajando
impuestos, discutiendo sobre las pensiones,… según su teoría, y sin excepción
alguna, si la economía va bien… lo demás “marcha sobre ruedas”. La economía,
según sus discursos, es la que da “sentido y sabor” a todo lo demás. Una vez
más nos quieren vender que el dinero es, y debe, ser el centro de sus afanes y también
de nuestros desvelos.
Me da pena que al
presentar unas propuestas económicas no se dedique un tiempo a definir, por
parte de ninguno de los cuatro, un estilo de tratar las cuestiones económicas,
que no se oyera ni un solo discurso sobre los valores previos a tomar las
decisiones y a impulsar las acciones, una autocrítica sobre los errores
cometidos,… Todo números y estadísticas leídas desde mi interés y para mis
intereses. Me costó ver algún guiño real, real, a las necesidades de los
ciudadanos.
Nada nuevo. El
“dios” de nuestro mundo es el dinero y parece que no hay iniciativa alguna para
cambiar esta deidad, al menos yo no lo encontré y tal vez haya que buscarla en
alguna otra iniciativa política, aunque…. Seguiremos insistiendo, aunque seamos
menos, que hay otra manera de valorar las cosas materiales y denunciando que,
aunque algunos se empeñen, el dinero no lo es todo.
Y, hoy, nuevo
debate. Hoy salen al coso los primeros espadas. No tengo intención de comentarlo en este medio, aunque sí seguirlo
con la máxima intención, veremos si también atención, de encontrar propuestas
válidas para nuestro realidad. Igual me pongo un listón muy alto pero…
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